Santiago acogerá una vistosa carrera aérea el 23 de julio, pero su uso deportivo tiene poco peso en comparación con el laboral // Desde reparto de paquetería exprés a tareas agrícolas TEXTO Paloma Campos Gil

Drones, así conviviremos con ellos en solo diez años

Paloma Campos
DRONES. Policía Nacional pilotando un dron. Foto: Europa Press

Con motivo de las fiestas del Apóstol, Gaelic GP acercará el mundo de las carreras de drones a Santiago en un singular evento que tendrá lugar el próximo 23 de julio en el campo municipal de Sergas. Allí, los asistentes podrán comprobar, entre otras cuestiones, la altísima velocidad que alcanzan estos artefactos voladores. De hecho, Manuel Juncal, organizador de este encuentro, afirma que diversas pruebas confirman que pueden superar la velocidad de salida de los automóviles que compiten en la Fórmula 1. También pueden volar sin problemas a 150 kilómetros por hora.

De todas formas, el uso de los drones va más mucho allá de las competiciones deportivas, y expertos del sector señalan que cambiarán nuestras vidas de una forma muy importante en el plazo de una década.

Estas máquinas se utilizan ya en muchos ámbitos, desde el área audiovisual, como herramienta de filmación o fotografía, hasta en el de mensajería. Pese a todo, es un utensilio aún por explotar en actividades tan importantes como la agricultura, aunque se espera que en un futuro los drones puedan aumentar la carga y sustituir los métodos tradicionales de producción agrícola. Juncal afirma al respecto que “lo veo posible, ya que desde que se lanzaron al mercado, los drones han multiplicado por tres o cuatro su capacidad inicial de carga”. Para hacernos una idea del panorama que se avecina, el Gobierno estima que en 2035 existirán casi veinte mil drones dedicados a los trabajos agrícolas en España. Serán jornaleros capaces de abonar amplias extensiones de terreno o de controlar al milímetro grandes plantaciones. La otra cara de la moneda será ver cómo afecta al empleo.

El sector de seguridad y de salvamento también ha comenzado a sacar provecho de la ayuda que proporcionan estas máquinas, como comprobaron los vecinos del casco antiguo de Santiago al escuchar drones que se movilizaban, controlados por la Policía Nacional, para hacer un control de seguridad previo al Xacobeo. Esta función también se ha visto incrementada en tiempos de pandemia, en su despliegue para controlar los cierres perimetrales que se han vivido estos últimos meses. De cara al futuro, según el plan del Gobierno, se estima que será necesario un dron por cada cuatro coches de policía, y otro por cada dos de bombero.

Nuestro día a día también podría verse envuelto por esta revolución de los drones, como en el sector de paquetería. En ese caso, las empresas de mensajería utilizarían servicios premium, tanto en las ciudades como en sus alrededores, al ofrecer al cliente un envío rápido por un coste extra. Se prevé que en 2035 haya unas 7.000 aeronaves, y diez mil en 2050. Aunque aún parezca sacado de una película futurista, el transporte aéreo está mucho más cerca de lo que creemos. Se están desarrollando aeronaves tripuladas y autónomas dentro de las ciudades. Esto supondría una inversión muy costosa que necesitará tiempo, puesto que no será hasta 2050 cuando veremos el uso de los drones en el ámbito automovilístico. El sector del entretenimiento también verá el efecto de la dronótica, tanto como para facilitar el aspecto técnico y visual como constituyendo uno suyo propio. Ejemplo de esto es la carrera de drones que tendrá lugar en Santiago, lo que resalta el creciente interés que se ha generado por la competición de velocidad de aparatos voladores, que ya constituye un deporte. Un espectáculo similar atrajo a diez mil espectadores de todo el mundo a la carrera anual de esta especialidad que se celebró en 2019 en la ciudad de Phoenix (Arizona). Aunque cada vez es más el interés que generan las carreras de drones, aún son pocos los deportistas que pueden declararse profesionales.

El impacto que podrían tener estos aparatos en las ciudades está aún limitado a la legislación. Esta había prohibido hasta hace no mucho el uso de drones de propiedad privada en lugares públicos. En el caso de Compostela, como afirma Juncal, “el problema está en que Santiago está dentro del CTR, o zona de control aéreo, del aeropuerto de Vigo, por lo que es necesario solicitar permiso para volar un dron. Nuestro encuentro está regulado, ya que ocurrirá dentro de un área enjaulada, y los drones no saldrán de esa zona, pero si quisiéramos hacer cualquier otro trabajo fuera del recinto deberíamos solicitar un permiso especial”.

Europa y España están trabajando para reducir las prohibiciones en torno al espacio aéreo. El 30 de diciembre de 2020 se aprobó la normativa europea de los drones, que afecta a todos estos aparatos independientemente de su uso o tamaño. Manuel Juncal subraya que habrá grandes avances en el desarrollo de la implementación de los drones, ya que esto permitirá que, “en el caso de Santiago, el CTR de Vigo que ahora ocupa 8 km desde el aeropuerto, se reducirá a 3 o 4, y así no será necesario solicitar tantos permisos.” El secreto para poder acelerar el desarrollo de los drones como herramienta del futuro reside en la ley.