El cordero será su pastor

Firmas
José Fernández Lago

cuando un ganadero tiene un rebaño de ovejas, ha de proveerse de un pastor que las cuide: que las conduzca a fértiles pastos y que las proteja, para que ninguna alimaña se apodere de ellas. El pastor, con el perro y el cayado, e incluso con una flauta, son piezas imprescindibles para la buena marcha del rebaño. En el ámbito alegórico, Jesús de Nazaret se presenta como el pastor de las ovejas: más todavía, como el Buen Pastor, que entrega su vida para que las ovejas, es decir, todos los hombres, conservemos la vida, y obtengamos después la vida eterna.

La 1ª lectura de la Misa de esta tarde y de mañana, de la festividad del Buen Pastor, refiere un acontecimiento del Primer Viaje Apostólico de San Pablo, en compañía de Bernabé. Entraron en la sinagoga y hablaron de Jesús de Nazaret como el Cristo esperado. Los judíos no quisieron escucharlos, y soliviantaron al pueblo. Entonces Pablo les dijo que tenían que predicarles la Palabra a ellos antes de dirigirse a los paganos; pero, al ver que la rechazaban, optaban por dirigirse a estos últimos, de modo que se cumpliera lo anunciado, de que iban a ser luz para los gentiles.

La lectura del Apocalipsis presenta a multitudes de toda raza, lengua y nación, ante el trono celestial del Padre y ante el Cordero, con vestiduras blancas y palmas en las manos. Llegaban de la gran tribulación, y habían blanqueado sus mantos en la sangre del Cordero. Este será su pastor, y los conducirá a fuentes de agua viva.

En el Evangelio según San Juan, Jesús se muestra como el Pastor de sus ovejas, que escucharán su voz, le seguirán y él, que “es uno con el Padre”, les concederá la vida eterna.