Empieza el Adviento

Firmas
José Fernández Lago

NOS HA TOCADO vivir en un tiempo en que a menudo se quiere experimentar lo que todavía no existe. La sociedad de consumo hacía propaganda, según avanzaba el verano, de los vestidos que estarán de moda en el próximo otoño e invierno; algunas Instituciones que no soportan que el Carnaval no llegue hasta unos días antes de la Cuaresma, promueven con toda facilidad los desfiles de esa fiesta en pleno verano; e incluso algunos concellos, prorrumpiendo en gritos navideños, iluminan la ciudad antes de concluir el mes de noviembre, y comienzan unas fiestas a las que ponen la etiqueta de “navideñas”, cuando para la Navidad faltan todavía los cuatro domingos de Adviento, por mucho que se empeñe quien tenga el poder civil en que sea de otro modo.

La 1ª lectura de la Misa de esta tarde y de mañana, recoge las palabras del profeta Isaías, que anuncia el acceso de numerosos pueblos a la Casa del Dios de Jacob, para escuchar del propio Dios cuáles son sus caminos y las sendas que Él establece. El profeta proclama la llegada de la palabra divina y de la verdadera paz, caminando a la luz del Señor.

La 2ª lectura, de la Carta de San Pablo a los Romanos, es una llamada a los bautizados a abandonar las obras de las tinieblas y adueñarse de las armas de la luz. La razón es que la salvación está más cerca que en el momento en que comenzaron a creer. De ese modo quiere indicar que el momento del encuentro definitivo con Cristo está más próximo para ellos; pero también quiere afirmar que la llegada de Jesús, que va a nacer, está a las puertas. Han de revestirse, pues, del propio Cristo, de modo que la excesiva preocupación de tipo material no fomente los malos deseos.

El Evangelio, que, como acontecerá en la mayor parte de los domingos del Año Litúrgico que hoy comienza, lleva el sello de San Mateo, es una llamada a los habitantes de la tierra, en especial a los cristianos. Hemos de ser prevenidos, no sea que suceda como en los días de Noé y afrontemos el diluvio sin la protección del Arca. Hemos de prepararnos, pues cuando menos lo pensemos vendrá el Hijo del Hombre.