Es cuestión de vida o muerte

Firmas
José Rodríguez

NO CREEMOS que haya sustantivos más importantes, en orden a la existencia del ser humano como son estos dos que dan título a mi artículo de hoy: vida y muerte. Esta es la cuestión y no hay escapatoria. Se contraponen y se complementan, a la vez, y son inseparables. Existen mentalidades suficientemente frívolas para lanzar expresiones tales, como que cada una es dueño de su vida. No es fácil entender cómo puede sostenerse tal afirmación. Vamos a ver. El hombre no es capaz de darse la vida a si mismo. Luego, si la tiene, es porque la ha recibido de otro, al que se la debe y que, además, le ha puesto condiciones paras disfrutarla, entre ellas, la temporalidad cerrada en su finitud, con desconocida fecha de caducidad y la obligación de cuidarla y defenderla. Nadie es dueño de lo que no puede alcanzar por su sola voluntad y, solamente puede y debe conservar por imperativo de un Ser Superior que es quien determina el principio y fin en este asunto. La muerte es la solución de la vida, como el agua del río que tributa al mar. Debe acontecer como un hecho natural y nunca por imposición. El hombre no está autorizado a meter su mano en la vida y muerte de otro hombre. Por eso, todos estamos conformes en que no se puede ahorcar, fusilar, envenenar o quitar la vida a otro, del modo que sea. Pero hete aquí que entra en escena el hombre político y, convencido de que sus atributos son, poco menos, que los de un dios, se atreve a planificar y determinar cuándo y cómo un ser humano debe morir. Se le llama eutanasia, cuando se trata de morir mayor o aborto, cuando ocurre al principiar la vida. De cualquier modo, se les enreda la muerte en las neuronas y legislan sobre la misma, sin reparos de conciencia, porque ésta no figura entre los cánones del engolado gobernante de hoy en día. Viven, a gusto, en las cercanías de la muerte, en vez de sentirse urgidos por las necesidades de la economía que da comida al pueblo. Y así están haciendo historia, a cuenta de dictadores muertos y sus víctimas, dulcificando la faena con la frase de “memoria histórica “, que ya la tenemos los que la hemos vivido y soportado. A la muerte le llaman “buena”, cuando viene de sus manos, hecha ley, con ausencia de consenso. Al aborto le motejan como “una interrupción del embarazo” y así caminan en la frontera de la vida y de la muerte, para intentar calmar conciencias, mientras más las comprometen. Y, a la par, estamos sufriendo un calamitoso estado de pandemia, donde ha quedado demostrado su falta de finura y sentido de gobierno, con miles de muertos mal contados, sin ayuda de eutanasia. Por favor, dejen la muerte tranquila, que ella sola se las arregla para amargarnos la vida