Fallece un peregrino madrileño tras desplomarse cerca de Lavacolla

Formaba parte de un grupo de empresarios que se encuentra haciendo el Camino de Santiago
Sucesos
Antonio P. Fidalgo
El helicóptero del 061, esta mañana, en la zona

Un peregrino que completaba el último tramo del Camino Francés falleció en la mañana de ayer, en las inmediaciones del aeropuerto de Lavacolla, después de entrar en parada cardiorrespiratoria tras sufrir una indisposición cuando se encontraba a escasos kilómetros de alcanzar la meta del Obradoiro.

Sería el flash de urgencia para destacar un hecho luctuoso en una ruta que llena de esperanza a aquellos que la llevan recorriendo desde hace más de diez siglos. Pero detrás de ese suceso hay una historia, la de un hombre al que el destino le marcó el final de su trayecto vital justo cuando estaba a cumplir los kilómetros últimos de una aventura espiritual y humana.

Miguel Ángel López de Egea Gallardo, de 67 años, recién jubilado y natural de Madrid, formaba parte de un grupo de tres empresarios procedentes de la capital española que estaban cumpliendo la promesa de cubrir el Camino de Santiago justo después de esta terrible pandemia que lleva casi quince meses marcando nuestras existencias.

Dicen quienes acometen esta aventura que cuando llegas a O Pino el cansancio acumulado desaparece, que la alegría se impone a todos los sufrimientos. Eso debieron sentir estos empresarios madrileños al mediodía del viernes cuando arribaron a Arca. Tras comer algo se fueron a dormir la siesta en uno de los establecimientos del Grupo Pensiones Peregrinas de O Pino. Tuvieron tiempo de comentar las últimas incidencias, de charlar con otros peregrinos, de respirar aire limpio y comentar con sus allegados que ya estaban sorbiendo las últimas bocanadas de esta ruta mágica.

Cenaron en el Restaurante Pedrouzo y compartieron vivencias con otros parroquianos pero se retiraron pronto: querían madrugar ya que el programa de este sábado iba a ser muy completo, cubrir los 19,9 kilómetros que les separaba de Santiago, sellar sus credenciales y ganar el jubileo en la Catedral.

Después pensaban desplazarse hasta Fisterra en automóvil antes de regresar al anochecer para cerrar el círculo en Compostela. Un plan perfecto después del esfuerzo realizado por los tres amigos.

Todo se truncó a un kilómetro del aeropuerto Rosalía de Castro, en Lavacolla. Había dejado atrás la carballeira de San Antón, la última de las muchas que disfrutaron en el Camino, y ya atisbaban la cercanía del Monte do Gozo desde donde podrían ver las agujas de la Catedral.

Según fuentes de los servicios de emergencias, una persona llamó a la central del 112 en torno a las 08.30 horas para pedir ayuda para un hombre que se encontraba en las inmediaciones de O Pedrouzo, entre O Pino y Santiago. A Miguel Ángel López de Egea Gallardo le corazón le dijo basta y se desplomó ante la sorpresa de sus compañeros de aventura. Fue uno de ellos quien llamó al 061 e inmediatamente llegaron al lugar una ambulancia, el helicóptero de Urxencias Sanitarias y personal sanitario de O Pino. A pesar de los esfuerzos de los profesionales del 061, que practicaron maniobras de reanimación cardipulmonar. Fue inútil. El hombre falleció en este punto, mientras los dos empresarios que le acompañaban se sumían en la desesperación, incapaces de entender que le había podido ocurrir para sufrir una parada cardiorrespiratoria instantánea.

Era decisión del caprichoso destino, no hay otra explicación, como le ocurrió antes a otros peregrinos fallecidos cuando hacían el Camino de Santiago. Ahora a sus compañeros o familiares que la soliciten le entregaran una Compostela In Memoriam, como establece la tradición jacobea. Descanse en paz.