Estrena espacio en plaza de Galicia tras el cierre de la tienda emblemática de rúa Nova // Vinculada a figuras como Luis Seoane o Díaz Pardo, refleja la cultura gallega TEXTO Andrea Oca

Galería Sargadelos, de nuevo en Compostela

Arte
ECG Redacción
La vajilla y los objetos de decoración son parte básica de Sargadelos

Una fábrica de loza en Cervo, en el año 1806, impulsada por el marqués de Sargadelos, Antonio Raimundo Ibáñez, supuso la semilla de lo que hoy en día es un emblema de la cultura gallega. En pleno siglo XIX, se alcanzaron cifras de producción de veinte mil piezas de loza cada año.

El segundo episodio clave lleva la firma del intelectual galleguista Isaac Díaz Pardo que, en 1949, funda en Sada un taller que sigue en activo como una de las fábricas de Sargadelos, el complejo Cerámica do Castro. Junto a Luis Seoane y sus diseños, Sargadelos crea su sello propio.

Hoy en día, Sargadelos tiene tiendas por toda Galicia. Entrar en cada una de ellas es hacerlo en mucho más que un punto de venta: implica adentrarse en una galería de arte. Cada pieza tiene un proceso de fabricación totalmente artesanal, que puede llevar a que una simple pulsera pueda tardar mínimo tres días en estar lista; muchos más en el caso de piezas ensambladas como la figura del Quijote o de una de las Meninas de Velázquez. De hecho, incluso el molde de las piezas tiene historia: la primera de cada colección sale de un molde tallado a mano.

En Compostela, la rúa Nova albergaba la galería desde 1978, cuando el propia Díaz Pardo asistió a la inauguración. En mayo, ese espacio echó el cierre tras una poco fructífera renegociación de las condiciones del alquiler. La reapertura se retrasó por el estado de alarma hasta que, ayer mismo, Sargadelos inauguró su nuevo espacio en uno de los corazones de Compostela, la plaza de Galicia. El brillo y el tono de pocillos, bandejas, collares y otras figuras protagonizan ahora parte de la imagen de la plaza. También las tazas y pulseras de colores, dos de los productos más vendidos. A todo esto hay que sumar el nuevo proyecto textil en el que se embarcó Sargadelos en 2017 con bolsos y pañuelos.

Cada colección recoge parte de la identidad de Galicia, y sigue así haciendo realidad la intención inicial de Díaz Pardo y Seoane con su proyecto de reactivación económica y cultural hacia una Galicia moderna, iniciado en pleno franquismo. El juego de té Portomarínico está inspirado en las ménsulas del templo de San Juan de Portomarín, parte del Camino Francés. La Ruta Xacobea está también presente en las figuras de peregrinos, instrumentos medievales, la Catedral o las conchas de vieira. Sargadelos también se inspira en las leyendas arraigadas en la cultura común de todos. Algunos de los bolsos llevan una figa, un amuleto contra las meigas, a modo de llavero. Y entre la hornada más reciente, figuran los adornos navideños que evocan los frutos de los árboles centenarios que protagonizan el paisaje de los montes gallegos.

“Cuando los visitantes llegan a la fábrica, y comprueban de primera mano qué hay detrás de cada pieza, se quedan alucinados”, así explican desde la Galería los sentimientos que despierta la Experiencia Sargadelos. Un paseo por el museo situado en Cervo en el que no solo se entra en contacto con la fabricación de lo que después pasa a tienda, sino que conforma un recorrido por la historia de la cerámica y la alfarería. También permite descubrir las colaboraciones realizadas con personalidades como el escritor Camilo José Cela o el pintor, ceramista y escultor Arcadio Blasco.

MÁS HISTORIA. En el recorrido de Sargadelos, también hay sombras. Gestionada aun por la familia Ibáñez, en 1875 la empresa cerró en medio de pleitos y problemas económicos. Su legado consiguió pervivir hasta su resurgimiento a mitad del siglo veinte. Más recientemente, pocos años antes de la muerte de Díaz Pardo en 2012, se produjo una desvinculación del intelectual gallego con la marca Sargadelos tras los conflictos por la propiedad.

Más allá de la gestión, los problemas o las personas, Sargadelos ha conseguido llegar hasta el presente gracias a un paraguas mucho más relevante que todo lo anterior: el de la historia política, social y cultural gallega que da forma a cada pieza.