El artista compostelano está decorando con sus mosaicos la rúa tras el desastroso resultado de su reforma // Fue reclamado por los vecinos, que piden la colaboración ciudadana para sufragar el coste de los azulejos de colores // Varios establecimientos han puesto una hucha para financiar la actuación TEXTO Uxío Santamaría

Julio Ferreiro vence al gris de la avenida de Vilagarcía

Uxío Santamaría

La reurbanización de la avenida de Vilagarcía fue sin duda una de las grandes chapuzas que ejecutó el gobierno local de Compostela Aberta. Desde su concepción, la reforma del tramo comprendido entre la plaza de Vigo y la avenida de Romero Donallo estuvo rodeada de polémica: primero, por los retrasos que implicaron la modificación del proyecto a la que obligó Patrimonio por tratarse de un trazado del Camino de Santiago; y luego, por el resultado de unas obras que desde el primer momento incomodaron mucho a los vecinos y que desde el día de su inauguración no han dejado de dar problemas. Es el resultado de una humanización mal planificada y en la que el ejecutivo que entonces lideraba Martiño Noriega no supo rectificar a tiempo.

Pese a los pequeños retoques que promovió el actual equipo que gobierna en Raxoi, tratando de evitar que las aceras se desintegren en arenas como las de la playa, el aspecto de este tramo de la avenida de Vilagarcía sigue siendo gris, oscuro y muy poco acogedor. Nada que ver con otras humanizaciones que se llevaron a cabo en el Ensanche o en otras zonas de la ciudad. Lo cierto es que en apenas cuatro años la calle vuelve a dar la impresión de vieja, descuidada y necesitada de una nueva renovación. Los vecinos están indignados con el resultado de la actuación y sobre todo del deprimente grisáceo de la rúa, donde parte del mobiliario urbano está ya en mal estado, mientras que a otros elementos nunca se les ha dado utilidad.

Harto de ver la calle en esta situación, fue un residente quien hace unas semanas decidió ponerse en contacto con Julio Ferreiro, el artista que consigue embellecer las calles compostelanas con sus coloridos mosaicos. Comenzó en la rúa da Espiñeira, luego dio el salto al primer tramo de la avenida de Rosalía de Castro, por donde entran los peregrinos del Camino portugués y ahora ha sido reclamado por los vecinos de la avenida de Vilagarcía para dar un poco de color a la triste calle. Julio Ferreiro ha aceptado la petición vecinal, poniendo solo como condición que se le preste ayuda para adquirir los materiales. Dicho y hecho: en algunos locales de la calle ya se ha puesto una hucha para que los vecinos puedan colaborar en la adquisición de los azulejos necesarios para dar vida a la zona.

El artista compostelano, que está jubilado, se ha puesto manos a la obra y lo ha hecho, además, con mucho entusiasmo. Ha comenzado su obra, que siempre ha contado con el beneplácito de las autoridades locales, por el denominado merendero, unos cilindros de hormigón gris a los que el vecindario nunca les encontró mucho sentido. Además, estas piezas, de construcción sencilla, se fueron poniendo con el paso del tiempo oscuras e incluso cogieron verdín hasta ofrecer un aspecto bastante decadente. Ferreiro tiene un don para el arte de los mosaicos y valiéndose de pequeños fragmentos de azulejos de colores. Así, los grisáceos y tristes asientos se han convertido en cuestión de días en una obra de arte que no tiene igual. El autor de este cambio indica que todavía le faltan varios días para rematar su proyecto, mientras que los vecinos llaman a la colaboración para poder comprar los azulejos que el artista necesita para su obra.

Por otro lado, cabe incidir en el mal estado de las aceras de la rúa, que se encuentran incluso peor que las que había antes de la intervención del gobierno de Martiño Noriega, pese a que tenían varias décadas. Pese a que se le han dado varios tratamientos, no hay manera de frenar su desintegración. Es el legado de un ejecutivo local que se negó a escuchar a los vecinos cuando estos advertían de los “precarios” acabados de la rúa. El entonces alcalde puso por delante al concejal de Obras, Rafael Peña, cuando la situación se le fue de las manos: el material con el que se construyeron las aceras se levantaba, el pavimento parecía una playa y las arenas se metían hasta en los salones de las casas de los vecinos. “La acera se deshace como un castillo de arena”, señalaba entonces un residente.

Peña se reunió entonces, después de varias concentraciones de protesta con el vecindario, con el que se comprometió a reparar la chapuza aplicando diferentes productos a este material para fijarlo al suelo. Además, en medio de un sinfín de contratiempos, el gobierno local de Compostela Aberta también se vio obligado levantar los accesos a los pasos de peatones que habían realizado con adoquines y que finalmente fueron sustituidos por otro material. Entre infinidad de críticas, la calle se abrió a la circulación a finales de diciembre de 2018, después de una inversión de 360.000 euros y ocho meses de trabajos. Si bien buena parte del presupuesto se destinó a renovar los servicios básicos, como la canalización de aguas, lo cierto es que el aspecto exterior es ya el de una calle vieja que necesita de un nuevo proyecto de humanización.