“La composición contemporánea en Galicia es excepcional”

Ramón G. BaladoSantiago
Hugo Gómez-Chao ha sido ganador el Premio Jóvenes Compositores Fundación SGAE-CNDM 2018

El compositor gallego Hugo Gómez-Chao Porta (A Coruña, 1995) estrenó dentro de la temporada con la OSG su obra Ícaro, encargo de la Fundación SGAE y AEOS, dirigida por Otto Tausk, entre el Concierto para dos pianos, de Poulenc y la Sinfonía nº 1, en Do m. Op. 68, de J. Brahms. Alumno en sus comienzos de David del Puerto, amplía estudios con Beat Furrer en la Künstuniversität de Graz, y tuvo como maestros a Clemens Gadentätter, Sergio Luque, Friedrich Haas y J. Rueda, además del director George Pehlivanian. Es compositor residente de Juventudes Musicales de España, y, en 2018, fue premio de la edición XXIX de la Fundación SGAE-CNDM Jóvenes Compositores, por el octeto Límites del negro y responde a encargos frecuentes para la OSG, la IEMA (Ensemble Modern Accademie) o el Museo de Belas Artes de A Coruña. Es, además, director artístico del Festival Resis, dedicado a las formas contemporáneas.

Será necesario comenzar la entrevista hablando de Sol, quizás, o nada. ¿Cómo fue su proceso de evolución y planteamientos, además de las posibles deudas contraídas con sus maestros?

Fue un proceso muy largo. Desde que empecé a pensar la obra hasta que la terminé pasó un año y medio, más o menos, aunque el proceso de escritura fueron solamente los últimos cinco o seis meses. Antes de ponerse a componer, uno tiene que aproximarse a lo que va a escribir. Sabía desde el principio que iba a ser una obra muy densa, muy impenetrable acústicamente, con una escritura muy polifónica y un desarrollo de muchos materiales en paralelo. Pensaba sobre todo en Beethoven, en Mahler. En un sonido que fuera tan violento como el gesto que lo impulsara hacia arriba.

¿Cuáles son los aspectos que podemos encontrar en sus valores esenciales entre Límites del negro y Sol, quizás, o nada?

En Límites del negro había una idea muy clara: que una masa muy comprimida de sonido avanzara como avanza una sinfonía de Mozart. En Sol, quizás, o nada quería que ese contrapunto creará una polifonía tan densa que no pudiera ser capaz de distinguir claramente su finalidad y, sin embargo, no poder librarme de ese empuje.

¿Qué compositores actuales han marcado su carrera?

Desde luego Beat Furrer ocupa un papel muy importante en mi vida, porque ha sido el encuentro más importante que he tenido en mi carrera. Con él he aprendido a componer y me resulta imposible pensar mi música sin pensar en su ejemplo. Y también destacaría a Helmut Lachenmann, Luigi Nono, Hosokawa, Grisey, Boulez y Saariaho.

¿Y en clave gallega?

La composición contemporánea en Galicia es excepcional. Compositores como Ramón Souto y Jacobo Gaspar son un claro ejemplo: dos voces muy distintas con acercamientos muy distintos a la música de nuestros días y que son, a nivel nacional, dos de las voces más personales y serias de este momento. Además, en España tenemos otros ejemplos de gran nivel, como Alberto Posadas, cuya música es mucho más interpretada en países como Alemania y Austria que por estas tierras. Considero, sin duda, que este es un momento absolutamente insólito en la historia de la música española por la cantidad de compositores tan diferentes y con un trabajo tan serio.

Este mes de julio se celebró la tercera edición del Festival Resis.

Sí, se tuvo que posponer, pero pudimos celebrarlo en julio en la Fundación Luis Seone. Participaron Noe Rodrigo, la pianista Magdalena Cerezo y el grupo Vertixe Sonora, entre otros nombres. Y, evidentemente, por la pandemia tuvimos que restringir de manera importante el aforo. En cualquier caso, el objetivo del festival Resis es dar a conocer, crear un espacio estable para la música de nuestro tiempo que no está en las programaciones habituales.

¿Cómo valora la actual situación de la música en Galicia?

Los problemas de financiación y la falta de compromiso de las instituciones hace que esta situación sea muy difícil. La música, la cultura, necesita de un apoyo institucional rotundo y ciego. El arte, como todo acto de amor, es una cuestión de fe ciega, absoluta e incondicional, y a las grandes instituciones gallegas corresponde el estar o no a la altura de estos proyectos, de estas exigencias que son innatas a la calidad de éstos.

Las Xornadas de Música Contemporánea de Santiago han pasado por largos períodos de incertidumbre. ¿Qué noticias tiene de esta propuesta?

Sigo con atención la programación que sale cada año. Cierto es que con Manuel Rodeiro las Xornadas adquirieron una programación a un nivel excepcional, con nombres como Grisey, Nono, Murail, Sciarrino... Solamente espero que la programación siga estable, que sea una programación a la altura de su historia y que sigan siendo una referencia.

Con respecto a la realidad europea, ¿en qué punto nos encontramos en lo referente a apoyos institucionales, respuesta de público y compromiso real de los aficionados en general?

Creo que en Alemania, Austria y Francia el apoyo es muchísimo mayor porque la programación y los encargos también lo son. El público es muy distinto, lleva 30 o 40 años escuchando todo esto. Conocen de primera mano la música de muchos compositores, han seguido su evolución... Esto crea un público que está muy abierto a conocer música nueva. En España, en Galicia concretamente, ese público es muy escaso. Por eso muy importante existan unas Xornadas de Música Contemporánea, un Vertixe Sonora, un Grupo Instrumental Siglo XX, un Resis que sean capaces de atraer nuevo público, nuevos oídos.