Lista de espera para alquilar pese al alto precio de algunos apartamentos

Quatrium remarca la velocidad a la que vuelan los pisos, entre ellos uno de solo dos habitaciones por el que pedían 850 € // La rentabilidad de los turísticos es mayor, pero a costa de una menor estabilidad
Alquiler de viviendas
Brais Fernández
diferencias. Según Agalin, en Santiago hay un inmueble de alquiler por cada diez de turismo vacacional. Foto: Fernando Blanco

La escasa oferta y la enorme demanda de viviendas en régimen de alquiler que hay en Santiago, realidad cerciorada a través de los datos de Asociación Galega de Inmobiliarias (Agalin), está provocando situaciones atípicas para Compostela, similares a otras grandes urbes del país. Así, ya hay listas de espera para poder ver los inmuebles que salen al mercado y estos, una vez aparecen, vuelan en tiempo récord. Para muestra, un botón: en Quatrium, esta semana, un piso de dos habitaciones por 850 euros al mes, disponía de gente a la cola esperando y se arrendó en un par de días.

En este sentido, como adelantaba el presidente de Agalin, Carlos Debasa, los 130 apartamentos disponibles en la capital gallega no dan para abastecer las demandas de la ciudad, lo que complica “una barbaridad” la posibilidad de buscar propiedades en este régimen.

Ligado a la ausencia de opciones, está también el aumento de los precios, lo que queda patente en el ejemplo citado. Sobra decir que se necesitan rentas altas para ser capaces de llegar a un alquiler de más de ochocientos euros, teniendo en cuenta que a ellos hay que sumar otros gastos como luz o agua, pero aún así existen peleas por esos inmuebles.

Con todo, más allá de este caso y teniendo claro que la horquilla de importes puede variar mucho en función de las características o la ubicación, el arrendamiento mensual en Santiago, teniendo en cuenta el mayor volumen de propuestas, suele rondar entre los 500 y los 600 euros.

A mayores, desde la agencia inmobiliaria apuntan que cada vez hay más propietarios que se pasan a esta modalidad, puesto que la consideran “más estable económicamente y duradera en el tiempo”, además de suponerle un “menor trabajo y una mayor seguridad”, especialmente ante posibles inquilinos vándalos, en comparación con aquellos que los destinan al apetitoso régimen vacacional.

Esta pequeña tendencia se constató en algunas grandes urbes, como Madrid o Barcelona, a raíz de la pandemia, en la que se recuperó el alquiler tradicional en detrimento de las opciones para visitantes. Aun así, aprecian desde Quatrium, “siguen entrando ahora nuevos pisos para alquiler”, dada la importante salida que tienen, ya no solo para estudiantes, colectivo clásico al que no todos están dispuestos a aceptar, sino también a trabajadores y a familias.

Estos beneficios contrastan con el motivo económico, una rentabilidad en la que ganan, por goleada, los pisos turísticos. A tenor de las estimaciones de la Asociación de Viviendas Turísticas de Galicia (Aviturga), el abanico puede variar, por ejemplo en el casco histórico, desde los sesenta hasta los ciento y muchos euros al día.

Teniendo en cuenta que Compostela se considera un destino anual y que las estancias en la capital gallega son de unos cuatro o cinco días de media, las ganancias suben mucho, pero los mantenimientos también.