Más indigencia y ‘colas del hambre’ en este año marcado por la crisis

Tras un descenso de la demanda en la Cocina Económica, en las últimas semanas la cifra se ha disparado // También Cáritas y en los bancos de alimentos de Santiago perciben este repunte
Cáritas
ECG Redacción
Una persona sin recursos pide ayuda en la zona vieja

La estampa podría quedar en una imagen curiosa de la ciudad si no fuese por la cruda realidad que refleja: un suelo a base de tablones de madera sobre el que reposa un saco de dormir con unas mantas; a un lado, botellas de agua y una mochila; arriba, una cuerda con ropa a secar. Aúna los pocos elementos básicos con los que cuenta una mujer sin recursos que busca un cobijo en la fuente y escalinata de piedra en la que confluyen Xoán XXIII, San Francisco y la Rúa Costa Vella. Este es solo un ejemplo del aumento de personas sin recursos que buscan subsistir en las rúas de Compostela.

A las personas que intentan acumular unas monedas en las rúas del casco histórico, se suman aquellas que duermen habitualmente en Xoán XXIII, las cuales, según hemos sabido esta semana, han buscado espacio también en la zona deportiva del CEIP López Ferreiro. También la vieja estación de autobuses, con cada vez menos presencia de viajeros a la espera de la inauguración de la intermodal, es un lugar frecuente en el que los más necesitados buscan algo de abrigo para pasar las noches. Desde que empezó la pandemia hace ya más de un año, la necesidad de recursos básicos ha ido en aumento, y la situación sigue al alza tras los primeros meses del año.

“Habíamos conseguido bajar un poco la demanda, en veinte personas por día, más o menos. Pero, en el último mes, ha vuelto a aumentar y estamos ya en 130 comensales. Para una ciudad como Santiago, la cifra es elevada”, explica la directora de la Cocina Económica, Sor Alicia. “Como ejemplo de lo que está ocurriendo vimos que estos días la demanda ha seguido igual, y eso es curioso porque normalmente son fechas en las que las personas reciben algunos ingresos”, añade. Pese a todo, reconoce que tienen los suficientes recursos de momento para hacer frente a las comidas y cenas gracias a las aportaciones. La última de ellas, la de un grupo de peregrinos de Asturias que les ha proporcionado ingredientes para hacer una fabada “en condiciones”, concluye.

Otra de las organizaciones que más ha incrementado sus esfuerzos durante este último año es Cáritas. “Esto ya es la normalidad dentro de la anormalidad. A mí me preocupaba 2021, y ahora ya me preocupa 2022. La cantidad que ha gastado la Diócesis en alimentos en diferentes parroquias en dos meses es altísima, nunca se había visto. Más de 20.000 euros. En el caso de Santiago, siempre ha habido presencia de personas sin hogar, pero la sociedad ya está habituada a mirar hacia otro lado”, explica Anuncio Mouriño, director de Cáritas Diocesana en Santiago, quien añade que la crisis provocada por la pandemia ha llegado cuando aún no había plena recuperación de la de 2008.

Quienes también han tenido que duplicar esfuerzos son los bancos de alimentos. El banco Rías Altas, que en Santiago dirige Conchi Rey, lanza una petición de leche, el producto del que siempre hay necesidad. Por el resto, la gran recogida de alimentos les está permitiendo satisfacer la creciente demanda. “Aumenta continuamente, y el perfil que estamos viendo es el de personas que no habían acudido nunca a un banco de alimentos: ahora se han quedado sin trabajo, aún no han cobrado el erte o no les llega, tienen trabajo pero salarios muy bajos...”, explica Conchi. Desde el Banco de Alimentos de Santiago, José Pita, también habla de más demanda, y destaca la ayuda recibida de Xunta, Concello, asociaciones o colegios como el Peleteiro, entre otros.

Asimismo, todos apuntan a que la tarjeta-monedero de la Xunta, gestionada por Cruz Roja, está permitiendo ir tirando a muchas personas, si bien no es suficiente.