¿Por qué un vertido en Trazo dejó sin agua a Compostela?

Es importante conocer el ciclo que siguen los amplísimos exámenes que se realizan para comprender cómo es posible que los purines que caen en un riachuelo distante de la ciudad afecten al final a casi cien mil vecinos
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Brais Fernández
etap. Estación de Tratamiento de Agua Potable del Tambre, encargada de potabilizar el líquido captado y que después abastece a toda la ciudad de Santiago cada día. Fotos: Viaqua

Como consecuencia del vertido de purines de hasta 200.000 litros que tuvo lugar el pasado 9 de septiembre en el río Porta Ferreiros, un minúsculo afluente del Tambre radicado en Trazo, miles de vecinos de Santiago, así como de Ames y Brión, vieron cómo un suceso fortuito que tenía lugar en un municipio limítrofe les afectaba a su suministro de agua. Este hecho lleva a uno a cuestionarse cómo se cuida el agua de nuestra ciudad, y cómo puede afectar una sustancia contaminante derramada a un curso fluvial a la salubridad y potabilidad de esta fuente de vida.

Más allá de tecnicismos y procesos difíciles de comprender para un ciudadano común, EL CORREO GALLEGO se ha puesto en contacto con los principales responsables del cuidado del agua que consumimos en la capital gallega: Viaqua y Augas de Galicia.

Para entender el contexto, en primer lugar, cabe diferenciar el trabajo de una Estación de Tratamiento de Agua Potable o ETAP, la afectada en este suceso, y que se encarga de tratar el agua para que se vuelva apta para el uso humano; de una Estación Depuradora de Aguas Residuales o EDAR, la cual se ocupa de recoger y tratar los líquidos residuales para eliminar gran parte de las sustancias contaminantes que llevan.

Teniendo clara esta distinción, el siguiente paso nos lleva al hecho causante, al famoso vertido que se produjo en una explotación ganadera con más de doscientas vacas situada en la zona de Santa Eufemia, en Trazo, y cuyo volumen doblaba, por ejemplo, la capacidad de una piscina de doce metros de largo por seis de ancho. Fuese un accidente, una negligencia o un sabotaje, postura esta última defendida por el responsable de la granja, lo cierto es que la sustancia acabó en el río. A pesar de la distancia que había entre la fosa y el torrente, la pendiente del terreno provocó que los residuos avanzasen por él a gran velocidad hasta llegar al curso fluvial.

En este sentido, este tipo de industrias, habitualmente, como en esta, no cuentan con depuradoras propias, sino que cada una de ellas es responsable de gestionar sus residuos, y para ello disponen de empresas gestoras específicas de carácter privado.

Ese fertilizante que se derramó al riachuelo se magnificó porque se produjo río arriba respecto a la ETAP del Tambre, situada en el lugar de Marzo de Arriba (Grixoa), por lo que al detectar la presencia de algo inusual en el curso fluvial se tuvo que parar el bombeo de la captación durante 17 largas horas. En este sentido, gracias a la rápida acción de Augas de Galicia, encargados de controlar la calidad de esta y de actuar ante alertas de este tipo, se pudo evitar que el tratamiento se viese afectado.

En todo caso, teniendo claro que todo vertido que acabe en el río puede afectar a la calidad de la masa que entra en la instalación, resulta crucial entender el complejo proceso que se lleva a cabo dentro de la ETAP para conseguir que el agua potable llegue a los grifos de los santiagueses.

Así, la empresa concesionaria y gestora de este servicio público se encarga de captar el agua de los recursos hídricos disponibles. Este proceso se lleva a cabo en canal abierto en el margen izquierdo del río Tambre, a su paso por Marzo de Abaixo, con un desbaste mediante reja que evita el paso de sólidos. Con todo, ese líquido bruto atrapado para la ETAP (la planta es capaz de tratar un máximo de 900 litros por segundo) contiene materia orgánica, inorgánica y microorganismos (patógenos -contaminantes- y no patógenos). A consecuencia de ello, suele tener color, está turbio y dispone de esos microscópicos organismos que impiden que pueda consumirse directamente.

Por este motivo, la instalación, a través de diferentes procesos (coagulación, floculación, decantación, filtración y desinfección), la convierte en apta para el uso humano; o lo que es lo mismo, potable, y posteriormente la distribuye por las redes hasta llegar con la máxima calidad (Santiago cuenta con el agua del grifo “más saludable para el consumo”) a los hogares de los ciudadanos.

En función de la cantidad y duración del vertido en el río, este puede ser tratado en la propia estación y no afectar nada a la calidad del agua distribuida a la población o, como fue el caso del incidente de Trazo, cuando son grandes cantidades (se derramaron hasta 200.000 litros) la ETAP no puede gestionar ese volumen contaminado y tiene que parar su funcionamiento hasta que desaparezca (17 horas en este suceso), todo ello con un objetivo principal: atajar el problema y evitar que entre en la red de distribución, lo que magnificaría el daño.

En todo caso, fruto de la paralización de las máquinas, durante la jornada del domingo se notificaron episodios puntuales de turbidez en algunas zonas de Santiago, donde fue necesario realizar maniobras en la red para mantener el servicio de agua y evitar el corte de suministro a la población. Los días posteriores, apuntan fuentes municipales, se mantuvo una comunicación constante con la ciudadanía para subsanar los casos concretos que pudieran detectarse, aunque las incidencias constatadas en esas jornadas fueron muy específicas.

LA CALIDAD DEL AGUA. La responsabilidad de cada individuo por el medio resulta crucial para el cuidado de esta fuente de vida. Así, cualquier sustancia derramada a un río provoca un daño medioambiental irreparable.

Por este motivo, siguiendo la legislación de cabecera, la Directiva Marco y el Real Decreto 817/2015, Augas de Galicia, en su función de controlar la calidad de los líquidos de sus cuencas, tiene hasta tres “programas de seguimiento del estado de las masas de agua”: vigilancia, control operativo y zonas protegidas.

Con todo, aparte de los sistemas habituales, la entidad cuenta con otra potente herramienta, el Plan de Control de Vertidos, en el que un amplio grupo de técnicos cualificados responden a las posibles alertas para desplazarse con celeridad al lugar afectado, con el objetivo de conocer las causas y tomar medidas correctoras.

Este servicio, disponible durante las 24 horas del día, en el caso del río Porta Ferreiros recibió la incidencia en la noche del jueves 9 de septiembre, acudiendo al instante a la zona con la misión de proteger el río de la forma más rápida posible.