Quejas por la penosa imagen urbana que ofrecen muchas cabinas tras caer en el olvido

Solo sirven como pasto para los vándalos y grafiteros // Hasta finales de año está vigente la normativa que obliga a mantenerlas
Luis Álvarez

Hoy en día la imagen de una persona hablando por teléfono desde una cabina en la calle es insólita, pero la imagen de una cabina destrozada e inservible es tristemente frecuente en todos los puntos, lo que no contribuye precisamente a dar una buena imagen, especialmente en entornos como el casco histórico.

De hecho, entre las dotaciones de las nuevas urbanizaciones ya no se suele plantear la colocación de ninguna, y ya solo sobreviven -es un decir- en las zonas donde se instalaron hace tiempo y están a la espera de su retirada.

Tampoco tuvieron mucho éxito las propuestas de darles otro uso adaptado a las nuevas tecnologías, desde para cargar los móviles, hasta para proporcionar wifi, y en las ciudades en las que se intentó llevar a cabo alguna de estas propuestas no encontraron mucho eco.

El problema es que todavía sigue vigente la normativa que obliga a mantenerlas como servicio público, a pesar de que hace mucho tiempo que los teléfonos móviles las convirtieron en algo más antiguo que el papel de calco.

Pero por lo menos hasta finales de este año tienen que seguir ahí en las ciudades con más de mil habitantes, y una más por cada tres mil vecinos, y hay que conservarlas. Por ello, su mantenimiento sigue saliendo a concurso, y también por ello, la licitación suele quedar desierta, lo que obligó al Gobierno a adjudicársela a Telefónica, porque nadie quería hacerse cargo de un servicio tan poco rentable y no demasiado útil.

En otros países, como la vecina Francia, ya se ha suprimido esta obligación, dado que con las redes sociales, incluso las llamadas han perdido el sentido que tenían antes.

El resultado, como reflejan las imágenes que remitió a este periódico un vecino, es que en las calles sigue siendo posible encontrarse instalaciones en pésimo estado, que no solo no tienen ninguna utilidad ni rentabilidad, sino que son un foco de mala imagen, pintadas y depósito de residuos de todo tipo.