Santiago recibe más turistas por habitante que Barcelona o Palma

La ciudad, con una población de 98.000 personas, cerró el año con 838.594 visitantes // En agosto llegaron 1,15 por vecino frente a los 0,44 de la capital catalana o los 0,77 de la balear
Natalia Sequeiro
Peregrinos este verano recostados en la Plaza del Obradoiro de Santiago de Compostela. Foto: Antonio Hernández

Con el fin de las restricciones del coronavirus, el turismo resurgió con fuerza en Santiago durante 2022. La Oficina del Peregrino repartió la cifra más alta de compostelas de su historia, unas 438.000, el aeropuerto superó el tráfico que registraba antes de la pandemia y según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) la ciudad cerró el año con a 838.594 visitantes. Con apenas 98.000 vecinos Santiago es uno de los destinos urbanos más saturados de España y recibe más visitantes por habitante que Barcelona, Palma de Mallorca , Ibiza o Granada. Tras el aumento de la presión, la convivencia entre residentes y visitantes se resquebraja y las asociaciones vecinales apuntan a que ciertas actitudes como picnics en plena calle o cánticos a todas horas comienzan a generar rechazo.

Un análisis de la Encuesta de Ocupación Hotelera del INE evidencia que a lo largo del mes de agosto, la capital gallega recibió 1,15 visitantes por cada vecino, incluyendo tanto a los que pernoctan como a los que pasan sólo el día. La cifra se sitúa muy por encima de la ciudades como Barcelona (0,44), Palma de Mallorca (0,77) o Granada (0,64). En total fueron 113.537 los visitantes, casi 11.000 más que en el mismo mes de 2019. Ya antes de la irrupción del Covid, el Grupo de Ciudades Patrimonio de la Humanidad había lanzado una seria advertencia en el informe Braintrust. En Santiago, “la presión turística puede hacerse insostenible”, sostenía el documento. La urbe medieval que se conformó en torno a la tumba del Apóstol presentaba la mayor saturación de las 15 ciudades que cuentan con la distinción de la Unesco, por encima incluso de Ibiza.

Roberto Almuiña, presidente de la Asociación de Veciños Cidade Histórica, reconoce que tanto en la zona monumental como en el Barrio de San Pedro “nos sentimos invadidos”. Los visitantes se concentran en apenas unas calles alrededor de la Catedral. De media, en temporada alta, el casco histórico recibió casi 3.500 personas al día para una población de apenas 3.000 habitantes. Su presencia comienza a generar serias molestias en la población. El propio Almuiña explica que durante el verano tuvo problemas para acceder a su vivienda. “Para poder entrar en casa tengo que levantar la reja de un comercio y no podía hacerlo porque en varias ocasiones había bicicletas candadas”, relata. Los vecinos publicaron un decálogo de buenas prácticas para los peregrinos, en el que entre otras cuestiones recordaban que “los gritos y los cánticos a voces -sean religiosos o no- alteran nuestro descanso y son desagradables”. También el Ayuntamiento se vio obligado a prohibir los picnis que empezaban a proliferar en plena plaza del Obradoiro. Almuiña explica que “Santiago toda la vida fue una ciudad de acogida”, pero cree que el turismo está alcanzado cotas sin precedentes y en la actualidad “no se gestiona bien”.

El sector turístico, según ha manifestado el Ayuntamiento en diversas ocasiones, supone aproximadamente el 20 % del Producto Interior Bruto de la capital gallega. “En conjunto somos el mayor empleador de la ciudad”, asegura Thor Rodríguez, presidente de la Asociación de Hostelería Compostela. Tras dos largos años de pandemia, el 2022 fue “un año muy positivo, el de la recuperación”, manifiesta Rodríguez. Pese a que los visitantes son una muy importante fuente de ingresos para bares, restaurantes y la fundamental para hoteles y pensiones, los hosteleros son conscientes de que la tensión en la ciudad entorno al turismo va en aumento. “Tenemos que escuchar a los vecinos sí o sí, son nuestros principales clientes”, asegura Rodríguez.

En su informe de 2019, el Grupo de Ciudades Patrimonio ponía encima de la mesa dos oportunidades de mejora para Santiago. El documento proponía paliar la presión turística “a través de un concepto más sostenible” y también “un mayor retorno de la actividad turística en la economía de la ciudad, que aporte mejores tasas de empleo”. Desde la Asociación de Veciños Cidade Histórica consideran que el modelo actual ofrece empleo de baja calidad y de temporada. “El 80% de los bares y restaurantes están cerrados en enero”, asevera Almuiña, quien reclama que se elabore un “estudio serio” para determinar “cuánto dinero deja realmente en Santiago el turismo”. Thor Rodríguez reconoce que en la ciudad prolifera el excursionismo, “personas que vienen a pasar un par de horas y no dejan nada a la ciudad”. Pero el presidente de los hosteleros compostelanos recuerda que el sector “necesita de todo para sobrevivir, los santiagueses, los estudiantes y los turistas”.

Para que la ciudad sea compensada ante la avalancha de visitantes, desde hace años lleva sobre la mesa la posibilidad de implantar una tasa turística. En 2017, bajo el mandato de Compostela Aberta, se encargó un estudio al economista Luis Caramés. La idea era imponer un pequeño tributo de alrededor de un euro a los visitantes que pernoctan en la ciudad e incluso una tasa menor, de unos 40 céntimos a los excursionistas, que se cobrarían a través de touroperadores, aparcamientos de autocares y visitas con guía. Con una estimación prudente se concluía que la capital gallega podría recaudar fácilmente un millón de euros al año por las estancias en hoteles y hasta 450.000 euros por las excursiones.

EL NO DE LA XUNTA. Pero la Xunta, que tiene la capacidad legal para implantarla, se opuso férreamente a la idea argumentando que el encarecimiento de los establecimientos podría ahuyentar a los turistas. En Francia, la tasa se generalizó ya en 1919, en Estados Unidos se aplica desde los años 70 y en Italia está presente en más de un centenar de municipios. Ciudades como Venecia y Florencia podrían ya subir su importe hasta los 10 euros. Según el estudio de Caramés, la imposición de este tributo no ha frenado la llegada de visitantes, pero de alguna forma ayuda a las arcas municipales a compensar su impacto.

Aunque desde la oposición el PSOE se mostraba contrario a la tasa, ahora ha cambiado de idea y el Ayuntamiento ha empezado a reclamarla a la Xunta. La Asociación de Veciños Cidade Histórica también es partidaria, pero solicita que con la recaudación se mejore la calidad de vida en la zona vieja. Hace apenas unos meses que se ha empezado a implantar una conexión a internet de alta calidad, pero queda todavía mucho por hacer, como la renovación las viejas tuberías de plomo que provocan cortes en el suministro de agua o la llegada del gas natural a las viviendas. Los hosteleros tampoco la ven con malos ojos. “Sí que estamos de acuerdo, con algunas condiciones”, indica Thor Rodríguez. Piden que sea de fácil cobro y que “no moleste a los empresarios con trabas burocráticas”. También que se use el dinero para mejorar los flujos turísticos de modo que se repartan a lo largo de todo el año.

La desestacionalización, el reparto de los visitantes más allá de la zona vieja o la necesidad de que los turistas pernocten más noches en la ciudad son tres de las grandes asignaturas pendientes de la ciudad. Llevan sobre la mesa desde hace años, pero nadie parece encontrar la fórmula. “En turismo de congresos, Salamanca nos gana. Según el informe Braintrust en 2017 había acogido unos 650 eventos frente a los 179 de Santiago”, indica Almuiña.

Los hosteleros piden que se promocionen seriamente otros atractivos más allá de la Catedral, aunque reconocen que los visitantes llegan mayoritariamente atraídos por su influjo y “es muy difícil poner barreras al campo”. La capital gallega encara 2023 ya sin Xacobeo, pero el alcalde Xosé Sánchez Bugallo se mostraba la semana pasada en Fitur convencido que el que empieza será un gran año para el sector.