Se enquista aún más la renovación de la flota de autobuses urbanos

La adaptación a los retos por el clima obligan a Raxoi a dar marcha atrás a un contrato que se licitaba este mes // Deberán encajarlo económicamente
Transporte urbano
Brais Fernández
Los nuevo 58 autocares deberán cumplir con el reto estatal de las cero emisiones para 2025 y 2030. Foto:A. Hernández

En el ambicioso objetivo marcado desde Europa de reducir los gases contaminantes, España se prepara para un futuro de grandes cambios, especialmente en lo que se refiere a la movilidad tal y como la entendemos hoy en día. Dentro de su reto de las emisiones cero, además de los vehículos privados, las Administraciones tendrán mucho que decir con los medios de transporte públicos. En esa línea, Santiago tiene mucho camino por recorrer, ya que deberá renovar al completo su flota de autobuses.

En este sentido, Raxoi tiene pendiente de sacar a concurso la renovación del transporte urbano, ya que este servicio se mantiene prorrogado sin contrato. Todo estaba previsto para publicarlo en este primer trimestre de 2022, pero las nuevas medidas establecidas por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, así como la reducción drástica de usuarios como consecuencia de la pandemia, han obligado a dar marcha atrás al proyecto.

“Xa estaba para saír á concurso, mesmo a previsión era sacalo este mes de febreiro, pero temos que revisar ese escenario. Teremos que ver que axustes temos que introducir e en que medida nos implica volver a repetir algunha fase do procedemento que xa fóra superada”, explicó el alcalde Xosé A. Sánchez Bugallo.

Actualmente, la capital gallega cuenta con una flota que emplea en su totalidad combustibles fósiles, por lo que, teniendo en cuenta los mandatos del Gobierno central a través del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, el Concello deberá reformular su plan.

PLAN ANTERIOR. En las informaciones adelantadas por Raxoi, la nueva concesión implicaba la ampliación a 58 autocares, doce más que ahora, con prevalencia para los modelos convencionales. Sin embargo, los retos marcados para 2025 y 2030 obligarán a cambiar esta disposición.

De este modo, trabajan para buscar aquellas fórmulas que se adapten a las imposiciones de Madrid, pero que repercutan lo mínimo posible a las tarifas de los pasajeros, debido a la tesitura actual.

“Debemos de medir con detalle a tipoloxía de autobuses que temos que incorporar. Mentres noutros municipios este será un proceso paulatino, aquí en Santiago, ao ter que renovar toda a flota agora, temos que ter moi en conta todas estas medicións”, destacó el regidor.

Haciendo una comparativa para valorar estos cambios, Bugallo detalló que un modelo tradicional tiene un coste de 280.000 euros, un híbrido de 330.000 y un eléctrico de más de 500.000 euros, por lo que supone “unha repercusión económica moi importante”.

En todo caso, este ambicioso proyecto de penetración de autobuses eléctricos en entornos urbanos, con el reto de que las nuevas adquisiciones para 2030 sean en su totalidad de esta modalidad y de que representen entre el 30 y 35 % de la flota total, llegan a la cola de otras grandes ciudades europeas. Así, Londres se estableció la meta de que el total de los vehículos municipales para pasajeros fuesen de cero emisiones a partir del pasado 2018, mientras que París se marcó el reto del 80 % para 2025.