Veinte ‘sintecho’ pasan la Navidad en tiendas de campaña en Xoán XXIII

Se trata de personas con problemáticas distintas, que el Ayuntamiento tiene identificadas // En algunos casos no quieren ingresar en centros o albergues porque tienen que cumplir las normas
Carla Noya
Tienda de campaña y otros enseres de personas sin hogar en Santiago, que estos días duermen en la dársena de Xoán XXIII. Foto: A. Hernández

Estas Navidades están siendo diferentes para todo el mundo. Y es que el COVID no ha permitido muchos reencuentros ni celebraciones multitudinarias. Sin embargo, para algunas personas esta época del año es como otra cualquiera y poco cambia su situación respecto a otro período del año. Eso es lo que ocurre con la gente sin hogar que estos días pasa las fiestas durmiendo en la dársena de Xoán XXIII.

Se trata de entre quince y veinte sintecho que incluso han recurrido a tiendas de campaña para guarecerse del frío y las bajas temperaturas.

Según confirmó a este rotativo la concejala de Asuntos Sociales, Mila Castro, el Ayuntamiento está al tanto de la situación de estas personas y trabaja para mejorar sus condiciones de vida. “Durante todo el año se les visita dos veces a la semana, junto a Cruz Roja, y se les lleva algo caliente y comida”, explicó.

Además, asegura que todos están identificados. “Sabemos quién es cada uno, los que están de paso y los que son habituales”. La edil añade que intentan ayudarles a todos para sacarlos de la calle, aunque cada caso es diferente. “Nuestra intención es colaborar con todos, pero cada uno tiene una problemática distinta. Algunos aceptan esa ayuda y en otros casos es más complicado actuar, porque hay que realizar una serie de trámites farragosos para poder ingresarlos en un centro especializado o residencia. Hay intervenciones muy delicadas y complicadas”, cuenta. Mila Castro insiste en que desde Servicios Sociales “realizamos un trabajo constante, de ir allí todas las semanas para realizar un acercamiento y poder sacarlos de la calle”, pero no siempre es posible.

Así, las personas que duermen en la dársena de Xoán XXIII tienen perfiles muy diferentes. En algunos casos se trata de gente que perdió su empleo y que no cuenta con familia o amigos que les pueda echar un mano, pero la mayoría son personas desarraigadas que arrastran algún tipo de adicción o que incluso sufren enfermedades mentales. Esas circunstancias complican mucho poder echarles una mano.

Lo que tienen en común estos ciudadanos es que la mayoría de ellos no quieren pernoctar en lugares como el albergue de Xoán XXIII o vivir en pisos tutelados, porque tienen que cumplir con unas normas para garantizar la convivencia con el resto de usuarios y respetar también unos horarios.

Además, algunos tienen animales y no quieren abandonarlos. Hay que tener en cuenta que en el albergue solo pueden pasar quince días al mes y que, debido a la crisis sanitaria del COVID, se vieron obligados a reducir el número de plazas de veinticinco a solo diez para poder mantener la distancia social.

A diario, estas personas tienen la opción de desayunar en Xoán XXIII y de comer y cenar en la Cocina Económica, que también sirvió la cena de Nochebuena y la comida de Navidad. Además, el Paluso también organizó su cena del 24 y la comida del 25, que contó con un centenar de personas cada día.

Aparte de los que viven en la calle, cada vez más familias en Compostela se encuentran en una situación de precariedad debido a la crisis del coronavirus. Al menos una vez al mes o una a la semana, casi seiscientas personas acuden al albergue en busca de alimentos y productos de higiene personal.