Chiringuitos

Firmas
Luis Alonso Girgado
Fachada de la sede del Ministerio de Hacienda, en Madrid.

Uno de los más exitosos exponentes de la industria y el comercio nacionales es, a no dudarlo, el chiringuito, y perdonen que no pueda dar datos históricos sobre el origen y desarrollo de estos populares y veraniegos establecimientos. Lo cierto es que, cual esas nuevas especies de bichos (la velutina asiática, por ejemplo) que se están asentando entre nosotros atraídas como moscas a la miel por nuestro sol envidiable, están estos beneméritos locales esparcidos por nuestras costas innúmeras: la de azahar, la “daurada”, la blanca y otras. En Galicia la cosa flaquea, pues no colabora el clima salvo en las Rías Baixas. ¡No se puede tener de todo!

Cuando se creía a salvo este sector, que es utilísima apoyatura para la difusión internacional de nuestra gastronomía (aquí somos autoridad de prestigio o “referente” mundial pese a la inquina francesa con sus estrellitas Michelin) y para nuestro depauperado nivel de empleo, resulta que el Gobierno, celoso vigilante de la ciudadanía y más aun de la ecología, se lanza de nuevo contra estas modestas construcciones de temporada por su efecto contaminante y porque Hacienda –ahora sin el recordado Montoro– no debe recaudar lo suficiente. Total, que pintan bastos y la pandemia parece ser la puntilla, pero no descarten que el gremio turístico nacional, pero cien por cien español, pueda reinventarse. ¡De eso y mucho más somos capaces!

Pero no venía yo a hablarles del característico chiringuito playero. No señor. Hoy en día el Gobierno ha impulsado la creación de lo que tal vez con cierta osadía llamaremos chiringuito político con finalidad benéfica. Esto es, desde luego, una creación novedosa y, al mismo tiempo, más que justificada, pues consiste en otorgar un digno retiro a la caterva de amiguetes, asesores, políticos ya “quemados” y otros ya cesados por “inútiles para todo servicio,” como se decía antes entre militares.

Prosigo. Como privilegiada rama o variante tenemos consolidado el chiringuito feminista, fruto verdadero de los desvelos de género del Gobierno, donde las ministras ganan frente a los achicados varones por goleada. Estas dos modalidades: a) Se alojan en edificios muy confortables. b) Están generosamente remuneradas. c) Combaten el sexismo discriminador con abundantes carteles ilustrativos. d) Dan empleo. e) No dan un palo al agua, pero pintan bien. f) Constituyen una fuerza emergente en las manifestaciones gubernamentales, a las que asisten de forma activa, dinámica y obligatoria.

Se preguntaba Valle-Inclán en uno de sus paseos por El Retiro madrileño, qué sería España sin sol y él mismo se respondía raudo, certero: “Un corral nublado”. Para evitar tal catástrofe el Gobierno lanzaba hace poco un cohete: era de prueba, recorrió
–cual ferrocarril de cercanías– ocho kilómetros y allá que se precipitó acaso nostálgico de la tierra. Primero no lo encontraban, luego, sí. No llevaba seguro. El esfuerzo por proteger (y acaso controlar) el astro “rey” por la entusiasta AEE (Agencia Espacial Española) está, pues, realizado. La intención ha sido plausible y el esfuerzo generoso. No se pida más. Pero lo de ir por ahí, por el espacio sideral, sin seguro protector, eso es grave, ¡muy grave! ¿Qué van a decir de nosotros en Europa? Nos salva que como recordaba una ilustre ministra, “el dinero público no es de nadie”. ¿Queda claro? De nadie. ¡Entérense de una vez!