Hablar dos lenguas activamente protege del deterioro cognitivo

La prevalencia de la demencia donde se habla más de un idioma es un 50 por ciento inferior a la de las regiones en las que la población solo utiliza uno
Alzheimer
Abel Sarro
El bilingüismo activo es un predictor importante del retraso en la aparición de los síntomas del deterioro cognitivo leve.

Las lenguas, además de permitirnos comunicarnos con los demás, son el instrumento que tenemos para vehicular los pensamientos, la identidad, el conocimiento y la manera de ver y entender el mundo.

Dominar más de una lengua nos enriquece, es una puerta de entrada a otras culturas y, además, según lo que descubrió un equipo de investigadores liderado por científicos de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y la Universidad Pompeu Fabra (UPF), usarlas activamente nos aporta beneficios neurológicos y nos protege frente al deterioro cognitivo asociado al envejecimiento.

En un trabajo que publican en la revista Neuropsychologia, los investigadores llegan a la conclusión de que hablar dos idiomas de manera habitual, y haberlo hecho toda la vida, contribuye a la reserva cognitiva y retrasa la aparición de síntomas asociados a un empeoramiento de la cognición y la demencia.

“Se ha visto que la prevalencia de la demencia en países donde se habla más de una lengua es un 50 % inferior a la de las regiones en las que la población solo utiliza un idioma para comunicarse”, afirmó el investigador Marco Calabria, profesor de los Estudios de Ciencias de la Salud y miembro del grupo de investigación Cognitive NeuroLab de la UOC.

Trabajos anteriores ya habían hallado que el uso de dos o más lenguas a lo largo de toda la vida podía ser un factor clave para aumentar la reserva cognitiva y retrasar el inicio de la demencia; también que comportaba ventajas de memoria y funciones ejecutivas.

“Nosotros queríamos averiguar cuál es el mecanismo por el que el bilingüismo contribuye a la reserva cognitiva frente al deterioro cognitivo leve y la enfermedad de Alzheimer, y si había diferencias respecto al beneficio entre los diferentes grados de bilingüismo, y no solo entre personas monolingües y bilingües”, señaló Calabria, que dirigió este estudio.

Así, y a diferencia de otros trabajos, los investigadores definieron un gradiente de bilingüismo: desde las personas que hablan solo una lengua, pero que están expuestas de manera pasiva a otra, hasta los individuos que tienen una competencia excelente en ambas y las usan indistintamente en el día a día.

Para elaborar este gradiente se tuvieron en cuenta distintas variables, como la edad de adquisición de la segunda lengua, el uso que se hacía de cada una o si se alternaba su uso en un mismo contexto, entre otras.

Los investigadores se centraron en la población de Barcelona, donde hay una fuerte variabilidad en cuanto al uso del catalán y el español, con barrios predominantemente catalanohablantes y otros que son castellanohablantes. “Quisimos aprovechar esta variabilidad, y en vez de comparar a personas monolingües y bilingües, examinamos si dentro de Barcelona, donde todo el mundo es en mayor o menor grado bilingüe, existía algún grado de bilingüismo que tuviera ventajas neuroprotectoras”, explicó Marco Calabria.