Infecciones y hongos, los otros peligros de las piscinas en verano

Los baños en estos espacios cerrados multiplican las diarreas, conjuntivitis y otitis// Se recomienda, además, utilizar gafas de sol homologadas y testadas
Piscinas
Carlos Martín MartínMadrid
Hay que prestar especial atención y cuidados a los menores. Foto: Juan Salamanca/Pexels

Los baños en piscinas durante el verano multiplican las diarreas, otitis, conjuntivitis y hongos, según los expertos, que advierten de la necesidad de prevenir estas infecciones y tratarlas a tiempo para evitar que puedan producir ceguera u otras enfermedades crónicas, entre ellas las generadas por las quemaduras solares.

En el ojo las infecciones más frecuentes afectan a la superficie ocular (ya sea por origen vírico, irritativo o bacteriano), mientras que las inflamaciones de la parte exterior del oído son las afecciones más recurrentes que atienden los oftalmólogos y los dermatólogos hacen frente a los hongos, que encuentran en la humedad de la piel su campo de cultivo.

EL PEOR ENEMIGO DE NUESTROS OJOS. Desde el Instituto Oftalmólogico Fernández Vega, Ignacio Rodríguez Uña, advierte a Efe del peligro de tocar los ojos tras manipular protectores solares o repelentes de mosquitos, que podrían provocar “pequeñas abrasiones”, así como de la radiación solar que se refleja en la superficie del agua.

También alerta de la proliferación en verano de queratitis, que afecta a las córneas y partes delanteras transparentes del ojo, principalmente en los que se bañan con lentes de contacto, ya que su uso en el agua puede incrementar el riesgo de infección.

Rodríguez Uña advierte del riesgo de la ameba cantamega, un microorganismo acuático capaz de producir úlceras y heridas en la córnea “de difícil manejo medicamentoso”, que pueden terminar en cirugías y trasplantes. “Una infección que no es muy habitual pero sí potencialmente muy grave”.

Como tratamiento inicial para estas enfermedades el experto recomienda los lavados con suero fisiológico o el uso de lágrimas artificiales con “ácido hialurónico, trehalosa y carmelosa”, sustancias muy hidratantes y reparadoras.

Si las infecciones oculares son más complejas, Rodríguez Uña sugiera que se consulte a un especialista que administre “antiinflamatorios, antihistamínicos o antibióticos”. Advierte de que no tratar estas infecciones a tiempo pueden llevar a pérdidas de visión, daños en la mácula o incluso causar ceguera.

Para evitar estas molestias recomienda evitar la exposición al sol en las horas de máxima radiación, no mirarlo nunca de frente y utilizar gafas “homologadas y testadas que filtren por lo menos un 95 o 100 % de la radiación ultravioleta infrarroja” y de buceo.

ENFERMEDADES PARA LOS OTORRINOS. Las otitis suponen la “inflamación o infección de la parte exterior del oído” ante un exceso de humedad, según explica el representante de la Sociedad Española de Otorrinolaringología, Alejandro Lowy.

Se incrementan con la llegada del calor porque este “provoca ambientes húmedos” y las personas con eccemas, heridas producidas por la limpieza con bastoncillos o con menos producción de cera” tienen más probabilidades de sufrirlas.

Un tratamiento con gotas suele ser suficiente, excepto en situaciones específicas, en las que es necesario un antibiótico oral, que se suele recetar a enfermos más severos, diabéticos o personas inmunodeprimidas. Para prevenir las otitis, Lowy recomienda un “buen secado de oídos o utilizar tapones en caso de tener eccemas”.

TERRENO PARA HONGOS. El impétigo, los hongos, las picaduras de insectos, la dermatitis y los productos para mantener el agua en las piscinas ponen en riesgo la piel en verano.

Así lo asegura el miembro de la Academia Española de Dermatología y Venereología José Carlos Moreno, que detalla que el impétigo es una infección bacteriana producida por estreptococos o estafilococos. Su origen son “pequeñas heriditas”, en las que se forman fundamentalmente ampollas y costras con un crecimiento muy rápido, y que son fáciles de controlar con antisépticos o incluso con antibióticos tópicos.

“Nuestra piel es un terreno muy adecuado para que los hongos parasiten”, advierte Moreno, quien destaca la propagación en el período estival del “pie de atleta”, una infección fúngica producida por no secar la piel de entre los dedos, lo que produce erupciones. Estas erupciones también pueden originarse en la zona inguinal, dando lugar al eritema marginado, revela.

Sobre las picaduras, alerta de que hay que tener mucho cuidado con las de las garrapatas, sobre todo al extraerlas, porque si no se retiran convenientemente y se dejan restos en la piel puede haber “reacciones o quistes en la zona donde ha quedado parte del parásito incrustado”.