César Ortiz, ‘coach’ y escritor

“Lo importante es llegar a ser fan de uno mismo”

César Ortiz publica ‘La vida es la hostia’ (Planeta), un pequeño manual para aprender a quererse, evitar la gente tóxica y aplicar la ‘Teoría de la atracción’, según la cual los pensamientos positivos terminan por hacerse realidad, no por arte de magia, sino mediante el esfuerzo y el optimismo.
Literatura
J. MIGUEL GIRÁLDEZ
César Ortiz, autor del éxito ‘La vida es la hostia’. Foto: Dara Christine

A CORUÑA. En apenas dos o tres años la vida de César Ortiz ha dado un vuelco extraordinario. Se diría que ha aplicado directamente su propio método, el que cuenta en La vida es la hostia, que acaba de publicar en Planeta. Un método para conseguir el éxito, pero, sobre todo, para ser feliz haciéndolo. Ortiz considera que nada se puede logar si uno no es un auténtico fan de sí mismo. “Hay que quererse mucho”, me dice.

César Ortiz, es, en efecto, un coach de crecimiento personal. Su nombre se ha ido haciendo paulatinamente más y más conocido, especialmente a través de las redes sociales, de tal forma que debe sumarse a esos otros muchos expertos en mindfulness que ahora mismo publican libros con asiduidad y cuentan de inmediato con una legión de seguidores. La necesidad de alcanzar cierta paz interior, en este mundo de locos, parece alimentar una profesión que bebe del deseo de hallar cuanto antes el equilibrio emocional, de lograr que imperen las buenas vibraciones, de vivir el presente y de leer y escribir cierto tipo de poesía. No faltan los escépticos, claro está, pero Ortiz tiene argumentos para demostrar que uno termina consiguiendo lo que se propone.

Esos argumentos son los de su propia biografía. Maestro de primaria, como casi todos los miembros de su familia, César Ortiz decidió un buen día dejar el colegio donde estaba. Formaba parte de la directiva, pero aún así anunció que en septiembre no volvería. Quería dedicarse a escribir. Transmitir su idea del mundo. “No fue fácil”, me dice, “porque tenía una profesión fija y bien remunerada. Pero los más cercanos lo entendieron. En realidad, hay que atreverse a hacer algo para saber si puedes hacerlo”.

Y se atrevió. Contra viento y marea terminó autopublicándose, porque ni una sola editorial contestó a sus requerimientos. Lo cuenta en La vida es la hostia. La línea curva de tu sonrisa fue el libro autopublicado más vendido en España en 2018. Había estudiado pedagogía, inglés y educación física. No le faltaba formación, pero quería sentirse bien, no simplemente seguir el ritmo que la propia realidad le marcaba. Ni limitarse a la inercia de los días y las noches. Sabía que podía encontrar algo nuevo, “pero eso no lo encuentras sin moverte del sofá”, subraya.

Ortiz cree que la ansiedad ha aumentado en el mundo de hoy porque la preocupación por el futuro es excesiva. En realidad, dice, ni el pasado ni el futuro deberían ser tan importantes para nosotros, porque poco podemos hacer al respecto. Mejor preocuparse del presente, del ahora mismo, en lugar de pasarnos la vida haciendo proyecciones. Cree también que el miedo se ha convertido en una gran limitación. Por supuesto que sentir miedo es algo lógico, dice, pero no sentirnos literalmente dominados por él. Para Ortiz eso es lo que está ocurriendo. Y en sus sesiones y sus charlas, cada vez más numerosas, trata de explicar cómo hacer frente a todo lo que nos aparta de la consecución de la alegría. A todo lo que nos amarga una y otra vez: “hay que aprender a no sufrir por adelantado. Aventurarse fuera de la zona de confort, como yo mismo hice. Como digo en el libro, un barco no sirve de nada atracado en el puerto. Tiene que navegar”.

Hay que reconocer que le han echado imaginación al título: ‘La vida es la hostia’. Para bien y para mal supongo... ¿Querían contactar con un público determinado, más afín quizás a las expresiones desenfadadas?

El título debería haber sido La vida es maravillosa, supongo. Pero es que yo lo que pienso es que ‘la vida es la hostia’. Exactamente así.

Pero como haya que traducirlo...

Hum, sí. Ahí vamos a tener problemas (risas). Yo confío en que no siente mal a nadie.

Pero no todo es el título. Entremos en el libro. ¿Cómo fue dejar tu profesión?

Fue una acumulación de sensaciones. Ser maestro es una de las cosas más bonitas del mundo. Lo sé. Pero mi sueño era escribir. Y en España es muy difícil conseguir ser un escritor. Me cogí una mochila y recorrí media España recitando, y en este plan. Hay que ser valientes.

A lo mejor influyó que habías estudiado Pedagogía.

Ayudó, seguro. No es como psicología, pero en estos ámbitos te ayuda a entender el comportamiento de las personas. Me llevó al ‘coaching’ en cierto modo.

Ya escribías poesía mucho antes. ¿Desde cuándo?

No, de niño empecé escribiendo ficción. Tenía como una novela que siempre escribía en nuestra casita de la playa, aquí en Murcia. Pero luego me decanté por hacer poesía.

Hay mucho escéptico sobre la llamada nueva poesía contemporánea: sea eso lo que signifique. Me refiero a la que nace del contacto de las redes, que se transmite por el mismo medio, que se apoya en este tipo de popularidad... Vamos, que algunos creen que no es realmente poesía.

Ya, ya sabía que me preguntarías por eso. No entro en el tema. Yo al final lo que escribo son mis sentimientos. Lo llamo textos para la vida. No me importa que digan que yo no escribo poesía. Creo en la Ley del Espejo. Cuando alguien habla mal de algo es porque en el fondo tiene algún tipo de carencia en su vida que se tiene que mirar... Si alguien tiene lectores seguro que es porque llega a la gente. O sea, que será por algo. En el mundo cabemos todos, lo que pasa es que estamos en universos de literatura muy diferentes.

He leído por ahí que escuchas mucha música clásica. ¿También lees literatura clásica? ¿Hay autores que podrías decir que te han influido?

Me gusta mucho escuchar música clásica. Me relaja. También me gusta la poesía clásica, sobre todo la de hace unos cien años. Pero me siento más identificado con lo inmediato. De influencias no podría hablar. No considero tener una influencia clara de nadie. El arte es bueno para la vida, pero yo me baso sólo en escribir sobre lo que siento. Sobre mi vida. Yo cuento porque contar me sana, me cura. Y sigo haciéndolo. Escribir es una forma de salvarse.

Tú mismo tienes una editorial. Seguro que piensas en publicar a otros, pero hay muchos que nunca lo logran. Tú mismo tuviste grandes dificultades.

Hay que apostar. Yo me dejé un puesto de trabajo seguro. Tenía toda mi vida planteada, pero lo que quería era lo contrario. Yo tengo un amigo, David Sánchez Florio, que me dijo un día que yo era un buen ejemplo de la Ley de la Atracción. Por ejemplo: yo tenía cero lectores hace tan sólo cinco años. Cualquiera entonces me decía que estaba loco. Si yo lo he conseguido, cualquiera puede hacerlo. De verdad.

¿Qué dijeron en tu familia cuando anunciaste que dejabas la enseñanza?

Bueno... en mi familia todos son maestros... Les sonó un poco drástico. Pero me han apoyado siempre. Si no fuera por mis padres no hubiera conseguido nada. En el colegio nadie me reprochó nada. Fue una decisión que fui amasando lentamente, cada día pensaba más y más que tenía que ser valiente y apostar por lo que quería. Se lo tomaron bien.

Hay que reconocer que muchos autores que habéis alcanzado un gran número de seguidores en las redes, que conectáis con este tipo de público numeroso, estáis logrando también que muchos jóvenes que no leían jamás lo hagan por primera vez.

Creo que sí. Muchos se acercan y me dicen: “tu libro es el primero que leo sin que me obliguen”.

En ‘La vida es la hostia’ sugieres que hay que detenerse un poco, buscar la lentitud. Que vivimos en un mundo muy acelerado. Pero las redes sociales, por ejemplo, nos llevan a esa aceleración y a ese vértigo una y otra vez. Parece una paradoja.

Vivimos en una aceleración constante. Sólo pensamos en la libertad de mañana. Y así se nos pasa la vida. No hay que angustiarse por mañana, sólo por hoy. Tampoco hay que anclarse en un pasado que no se puede cambiar. La sociedad nos inculca muchos tipos de miedos, pero la mayoría son aprendidos, y tenemos que ser capaces de eliminarlos.

¿Existe la gente tóxica?

Creo que sí. Y muchas veces ellos no lo saben. Somos energía y vibramos. Lo hacemos en función de la gente con la que nos encontramos. Tenemos que aceptarnos, y así tendremos vibraciones altas. Y de esa forma atraeremos a más gente positiva.

Insistes en la necesidad del amor propio. La autoestima. Dices que es el origen de todo. Pero, tanta creencia en que soy yo la naranja completa, que no necesito a nadie más, que debo ser fan de mí mismo..., ¿no será algo un poco egoísta?

No, no lo creo. Pienso que, al contrario, es algo generoso. Si yo no me acepto, o no estoy bien conmigo mismo, ¿cómo podré ser bueno para los demás? Hay que aprender a lograr la mejor versión de nosotros. Y hacer que los demás disfruten de ella.

¿Vas a seguir con este tipo de literatura o darás pronto un giro?

Mi sueño es sacar una novela. No me importa decirlo. Cuando me sienta capacitado... aviso... Bueno, algo hay por ahí. Hay una idea, unas pocas páginas... Nada más.