“¡Ojalá algún día me lleguen papeles de vieja con arrugas!”

Gemma R. Vega
Miryam Gallego

¿Cómo lleva una gallega estar en “Sequía”?

Es extraño porque el agua es el motor de la vida, es la fluidez y es el camino.

Una vez leí que en Madrid llueve a ráfagas.

Es verdad que ese “caladiño” que tenemos en Galicia, esa lluvia que se va metiendo en los huesos, en Madrid es distinto porque llueve o no llueve, no existe como ese entremedias. Con la humedad de Galicia, el pelo coge un rizo espectacular (risas), en cambio, la sequedad del centro de Madrid me hacía sangrar la nariz porque la mucosa se me secaba. Por fortuna, vivo en un pueblo a las afueras de Madrid que es lo más verde que me he podido situar.

En “Sequía” un pueblo emerge bajo un pantano revelando dos cadáveres con heridas de bala. Los dueños del embalse, la familia Barbosa, son los principales sospechosos de ese crimen, ¿qué novedad encontramos respecto a otras series de suspense?

El elemento diferenciador es la coproducción activa de la televisión pública española y de la portuguesa [RTP]. Así, Portugal tiene voz y es un elemento clave dado que los personajes pasan continuamente la frontera como si saltasen a la comba. A mí eso me ha interesado mucho, primero como intérprete y después como gallega pues la lengua viene de la misma madre. Otros proyectos los ves mientras ruedas, pero este lo estoy viendo como espectadora por primera vez y me está gustando esa sonoridad y ese contraste de lenguas y de espacios exteriores como Lisboa y Cáceres.

Interpreta a la jefa de comunicación de una hidroeléctrica, Paula Barbosa, un personaje al que no le gusta que escarben en su pasado, ¿usted mira mucho hacia atrás?

Quizá más de lo que debería. Vivir en el pasado no es bueno. Con este vuelco que nos ha dado este virus desde hace dos años, creo que a muchas personas nos ha puesto un ancla en el suelo para intentar vivir más en el hoy.

“Sequía” no se olvida de la España vaciada, ¿le duele lo rural?

¡Cómo no me va a doler si es de donde vengo! En el rural está la vida. Veo futuro en los pueblos porque creo que hay mucha gente que no aguanta más este ritmo de vida. Me da congoja cuando veo que se venden pueblos enteros. Mi manera de reivindicarlo es viviendo y educando a mis hijos en el campo. Confío mucho en los jóvenes. Esta generación va a ser valiente y va a luchar. Se lo estamos poniendo feo, pero van a sacar las garras, las uñas y los dientes y van a cambiar. ¡Seamos positivos!

Según José Luis Garci hay que estar a favor de lo que llegue.

Sí, a mí no me da la gana de que me vendan que lo mejor ya pasó. Tengo 45 años y he sido feliz, pero me queda mucho por vivir: el ser abuela, hacer papeles maduros... ¡Ojalá algún día me lleguen papeles de vieja! De vieja con arrugas, de tía con barriga, de tetas caídas... Ahora mismo he retomado mi formación con un taller a cargo de Natalia Menéndez en el Teatro Español. Con mi edad es maravilloso comprobar todo lo que me queda por aprender. Que no nos cuenten todo el rato que esto va mal, pues nos lo acabamos creyendo como sociedad y nos volvemos tristes.

Su primera vez con el cine español.

Nunca me habían hecho esta pregunta, me parece bonita. Acabaré de hablar contigo y le daré vueltas. Me afectó mucho una escena de la película “Un perro andaluz” de Luis Buñuel. Después, me viene a la mente el cine que veía con mi abuela, el de la Piqué y el de Lola Flores con mucha copla y cante.

El discurso sobre la sexualidad femenina de Petra Martínez en los Premios Feroz ha sido muy aplaudido. ¿Qué otra convención social es urgente dinamitar?

¡Adoro a Petra! Siento que hay estigma por tu orientación sexual en los colegios. Aún no somos maduros como sociedad. Creo que todavía señalamos con la mirada a las personas por su sexualidad. Somos libres, amemos a quien nos dé la gana.

¿Por qué no ha acudido nunca a la gala de los Premios Goya?

Como espectadora me gustan mucho las galas, pero no las disfruto desde dentro porque no he conseguido saber construir esa Miryam de alfombra roja. No me siento cómoda. A lo mejor si algún día tengo que ir porque un trabajo mío está nominado, pues acudiré con todo el amor que pueda, mientras tanto, prefiero organizar en mi casa quedadas para ver los premios con mis amigos.

Sus papeles en televisión son bastantes serios, ¿cuándo va explotar el lado cómico?

Ha sido un planteamiento muy dirigido y deseado. En un momento de mi carrera yo empecé a rechazar “x” personajes porque solo quería esa línea que tú has apuntado. Es verdad que, hace dos años, llegó un proyecto de la mano de un productor y de un director muy buenos y con una gran actriz que yo admiro y que he tenido la fortuna de trabajar con ella en “Águila Roja”, pero hubo un momento de desencuentro con ese productor y no se hizo.

Penélope Cruz dice que para desarrollar este oficio hay que domar el ego.

Nos deberíamos grabar esa frase a fuego en la piel. Si tú trabajas mirándote el ombligo, no estás en el otro y este oficio solo va de estar en el otro, solo va de la escucha. El ego hay que tenerlo porque de lo contrario no seríamos actores, pero también hay que dominarlo, hay que doblegarlo, hay que saber bajarlo y saber levantarlo.

¿Cuándo ve un actor que ha logrado serlo?

(Piensa) De algún modo el actor nace, al igual que el músico, el compositor o el pintor. Creo que las artes están ya dentro de uno, después depende del camino que cada uno coja para desarrollarlas. En el momento que nacemos y lloramos, el actor ya está ahí.

Hace años que no hace cine, ¿quién dejó a quién?

No me han podido dejar ni yo he podido dejar porque nunca estuve ahí. Es decir, yo puedo tener un minihueco en el teatro o en la televisión, pero en el cine aún no lo he abierto. Hay grandes directores con los que me gustaría trabajar, pero no me abren sus ventanas. En los proyectos de autor que yo he querido estar me han rechazado porque les he parecido muy mediática, en cambio, en otros proyectos mediáticos que me ofrecieron yo he visto que no encajaba. A lo mejor yo también he tomado malas decisiones en mi carrera. No me juzgo porque nunca he dejado de trabajar. No creo que lo tenga que vivir con culpa, es algo que ha pasado. También creo que este oficio da mil vueltas y, a lo mejor con los años, empiezo a tener más sitio en el cine porque mi rostro se arruga de una manera que interesa más.

Usted, que no tiene redes sociales, ¿qué nos aconseja cuando Mark Zuckerberg apague Facebook e Instagram en Europa?

(Risas) Pues tomaros un vino, veniros al campo... No me gustan las redes sociales. A mí entender la vida no está en las redes, ahí está la vida que la gente inventa.

He leído que le cuesta mucho ser actriz, entonces, ¿por qué actúa?

Interpretar no me cuesta. Lo que me cuesta es ser la actriz que quieren que sea. Un poco tiene que ver con la alfombra roja que me preguntabas al principio, no sé dar ese glamur. No sé vender motos, por ejemplo, inventar una manera de cuidarme. No me gusta mentir. Y más cuando yo solo me cuido viviendo en el campo, comiendo bien, no uso ninguna crema, no voy a la peluquería, no hago deporte a diario... No todos los actores somos superhéroes. Yo soy una mujer, soy una madre y mi oficio es la interpretación. Tenemos una vida cotidiana con un oficio quizás extraordinario. Me gustaría que la gente normalizara mi oficio.