Salem o las hechiceras de Castilla

Firmas
Carlos Andrés González Paz
La imagen de María Soliño, transformada en escultura, está en el Parque da Palma de Cangas do Morrazo

En el corazón de la ciudad de Washington D.C. se yergue el monumento a los veteranos de la Guerra de Vietnam, una extensa lista de cincuenta y ocho mil trescientos dieciocho nombres de hombres y mujeres grabados en un infinito muro de piedra negra pulida, que emerge y se adentra en la tierra. Así acontece con la figura de María Soliño, acusada de hechicería, víctima de los tormentos sufridos durante la causa abierta en el Tribunal de la Inquisición de Santiago de Compostela. Su recuerdo ha sobrevivido durante cuatrocientos años y hogaño su imagen, transformada en escultura, sigue interrogando al aciago destino desde el Parque da Palma de Cangas do Morrazo.

Sin embargo, desde finales del siglo XV, docenas de mujeres fueron acusadas de brujería y sometidas a sumarios procesos de fe ante las audiencias del Santo Oficio. A continuación, a modo de monumento escrito, sacaremos a la memoria los nombres de Catalina Esteban, Guadalupe (Cáceres), 1480, acusada de hechicería; María Sánchez, Santo Domingo de la Calzada (La Rioja), 1490, acusada de hechicería; Marina Rodríguez, Écija (Sevilla), 1492, acusada de hechicería, sometida a tormento y condenada a destierro; María de Coca, Segovia, 1493, acusada de hechicería y condenada a destierro; Teresa Prieto, Gijón (Asturias), 1500, acusada de brujería; Constanza Alfonso, Argamasilla de Alba (Ciudad Real), 1513, acusada de hechicería; Leonor de Segovia, Villasandino (Burgos), 1517, acusada de alcahuetería y hechicería; Marina de Otaola, Oquendo (Álava), 1517, acusada de brujería; María Pérez de Yartua, Aramayona (Álava), 1524, acusada de brujería; María Fanega, Burgohondo (Ávila), 1525, acusada de brujería; Juana Ruiz, Daimiel (Ciudad Real), 1530, acusada de hechicería; María Fernández, Madridejos (Toledo), 1530, acusada de hechicería; Catalina de Tapia, Toledo, 1532, acusada de hechicería; Catalina Gómez, Toledo, 1532, acusada de hechicería; Francisca Díaz, Toledo, 1532, acusada de hechicería; María Fernández, isla de Santo Domingo, 1532, acusada de alcahuetería y hechicería; Catalina de Quero, Camuñas (Toledo), 1537, acusada de hechicería; Juana Martínez Dientes, Madridejos (Toledo), 1537, acusada de hechicería; María López, Madridejos (Toledo), 1537, acusada de hechicería; Catalina Rodríguez, Toledo, 1538, acusada de hechicería; Juana Hernández, Toledo, 1538, acusada de hechicería; María de Medina, Guadalajara, 1538, acusada de hechicería; María de Santarén, Guadalajara, 1538, acusada de hechicería; Catalina de Salazar, Ciudad Real, 1540, acusada de hechicería; Elvira López, Malagón (Ciudad Real), 1540, acusada de hechicería; Isabel de la Higuera, “conversa”, Daimiel (Ciudad Real), 1543, acusada de hechicería; María Hernández, Aldea del Rey (Ciudad Real), 1544, acusada de hechicería; Catalina de Villanueva, San Esteban de Gormaz (Soria), 1545, acusada de hechicería; Francisca de Valladolid, Vadillo (Soria), 1546, acusada de hechicería; María Sánchez de Cebolla, Madridejos (Toledo), 1548, acusada de hechicería; Catalina de Armuna, Mondéjar (Guadalajara), 1552, acusada de hechicería; Juana Cabeza de Vaca, alias de Francisca Bautista, Toledo, 1553, acusada de hechicería; María de Ayala, Yebra (Guadalajara), 1553, acusada de hechicería; María García, Getafe (Madrid), 1556, acusada de hechicería; Catalina de Doyague, Cebreros (Ávila), 1557, acusada de hechicería; Catalina de Guesala, Ceberio (Vizcaya), 1558, acusada de brujería; Francisca de Bolívar, Valmaseda (Vizcaya), 1558, acusada de brujería; María de Guesala, Ceberio (Vizcaya), 1558, acusada de brujería; María de Hereynoza, Ceberio (Vizcaya), 1558, acusada de brujería; María Ibáñez de Barrenechea, Ceberio (Vizcaya), 1558, acusada de brujería; Aldonza Pérez, Castropol (Asturias), 1560, acusada de brujería; Catalina Redonda, Valverde de la Vera (Cáceres), 1560, acusada de brujería; Catalina de Avellaneda, Avellaneda (Ávila), 1562, acusada de brujería y encarcelada; Isabel de Salazar, mesonera, Zamora, 1569, acusada de alcahuetería y hechicería; Mariana de Salazar, Zamora, 1569, acusada de alcahuetería y hechicería; Juana Sánchez, Cadalso (Cantabria), 1570, acusada de hechicería; Ana Sánchez Campillo, Lumbrales (Salamanca), 1571, acusada de brujería; Isabel de Rivera, Madrid, 1571, acusada de brujería; Juana García, Canicosa de la Sierra (Burgos), 1571, acusada de brujería; Prudencia Grillo, Madrid, 1571, acusada de brujería; Juana Rodríguez, Segovia, 1573, alcahueta y hechicera confesa, encarcelada; María de la Acha, Sotosalbos (Segovia), 1574, acusada de brujería; Juana Lorenzo, Castro Urdiales (Cantabria), 1576, acusada de brujería; Leonor Pérez, León, 1581, acusada de alcahuetería y brujería; Elena Zurdo, Muriel de Zapardiel (Valladolid), 1588, acusada de brujería y encarcelada en Arévalo (Ávila); Francisca de Villalobos, Lima, 1588, acusada de hechicería; Inés de Villalobos, Lima, 1588, acusada de hechicería; Catalina Mateo, Casar (Guadalajara), 1589, acusada de hechicería; Juana Izquierda, Casar (Guadalajara), 1589, acusada de hechicería; Olalla Sobrino, Casar (Guadalajara), 1589, acusada de hechicería; María Gómez, Valverde (Cáceres), 1590, acusada de hechicería; Beatriz de Ribera, Segovia, 1592, acusada de hechicería; Elvira de Medina, “morisca”, Pastrana (Guadalajara), 1593, acusada de hechicería; Julia Carta, Siligo (Cerdeña), 1596, acusada de herejía, profanación de cadáveres y hechicería; María de Vergara, Madrid, 1598, acusada de brujería; María Carrillo, Madrid, 1598, acusada de brujería; Isabel Martín, Madrid, 1598, acusada de brujería; Isabel Martínez, Arnedo (La Rioja), 1598, acusada de hechicería; y un vasto etcétera que, en esta ocasión, alcanza a Caterina Heredia, Tortosa (Tarragona), 1619, acusada de hechicería y sentenciada a muerte.

¿En dónde aprendían estas “brujas” y “hechiceras” de Castilla sus artes maléficas y oscuras? Sin duda, la respuesta concreta resulta complicada. Se supone su carácter de conocimiento consuetudinario, que se transmitiría oralmente de generación en generación. Con todo, entre los fondos del Archivo Histórico Nacional [Inquisición, MPD. 442], se conserva un ejemplar del “Dietario Mágico” del clérigo y nigromante oscense mosén Jaime Manobel, datado en el año 1590. Aunque en su apariencia externa semeja un misal, decorado con una estampa de la Crucifixión de Cristo, en su interior se encuentra una recopilación manuscrita de recetas de brebajes y pócimas [bebedizos de cuerno de venado, de “sangradilla”, de cuero de cabrones, de limaduras y hollín de hierro, de caparazón de tortuga, de hojas y raíces de cohombros, de semillas de ruda,...], hechizos, etcétera, acompañados de diferentes signos y símbolos astrológicos y esotéricos. Afortunadamente, este “Dietario Mágico” fue confiscado y utilizado como prueba de cargo en el proceso de fe desarrollado ante el Tribunal de la Inquisición de Toledo, donde fue encausado y hallado culpable de hechicería, siendo condenado a la suspensión de sus órdenes. ¡Ultreia et Suseia!