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El imperio de los robots

Godzilla destruye la ciudad: derriba edificios, arranca puentes e infraestructuras, el asfalto se abre a sus pies, provoca incendios y explosiones... Es ficción, por supuesto. Las fingidas fechorías del mítico monstruo japonés de los años 50 sirvieron de punto de partida para una exhibición de la potencia robótica del país nipón en el último 'Japan Mobility Show’.

En ese escenario de caos que simula el provocado por un futurible desastre natural, robots de última generación exhiben sus capacidades para trabajar codo con codo junto a los humanos en labores donde se requiere precisión, fuerza y seguridad. La cámara de un dron localiza a una superviviente y una persona de rescate equipada con el Exoskeleton Robot Suit (un exoesqueleto de cuerpo entero) abre sin esfuerzo una salida para evacuarla. Mientras, KaleIdo, un grandullón de acero y altísima tecnología, mueve cascotes a patadas con su fuerza sobrehumana y levanta en brazos, con suma delicadeza, al maniquí de pruebas que simula ser uno de los heridos en la tragedia recreada.

Otro coloso llamado Archax hace también acto de aparición en el 'Japan Mobility Show’. Se trata de un robot diseñado a imagen y semejanza de los populares Transformers, que parece haber sido diseñado para ser el juguete favorito de los multimillonarios, pero que aspira también a tareas más nobles y podrá usarse en situaciones de emergencia.

Nuestros amigos los 'cobots'

La tecnología -con la robótica como uno de sus máximos exponentes- es uno de los referentes internacionales de la pujanza de la economía japonesa. Así lo deja patente el gran poder de convocatoria de otro macroevento, el iRex. Puede que el término suene a Parque Jurásico y la época de los dinosaurios, pero nada más lejos de la realidad: iRex es la gran feria internacional de robótica, que se celebra en Tokio y donde los fabricantes presentan sus innovaciones en un inmenso escaparate con vistas al futuro.

Allí presumió de músculos de acero el hermano mayor de Kaleido, el Type 01. Un inmenso torso humanoide, con la mirada tierna de WALL-E. Fue desarrollado por la compañía ferroviaria de Japón para realizar trabajos pesados y arriesgados, y ya se emplea para grandes proyectos de obra civil, ferrocarril y tendidos eléctricos.

También se presentó la última versión de Hinotori, una especie de insecto robótico de brazos articulados, que es la técnica más avanzada en cirugía mínimamente invasiva y que, bajo la guía del cirujano, permite realizar intervenciones de alta complejidad con mayor precisión y seguridad.

Algo que todos ellos tienen en común, además del 'made in Japan', es que son robots colaborativos, también llamados 'cobots'. Es decir que han sido concebidos y diseñados para trabajar en estrecha colaboración con las personas. Complementan su trabajo, ocupándose de las tareas peligrosas, pesadas o repetitivas, aliviando la carga física o mental, mejorando la ergonomía y la salud laboral al evitar accidentes y lesiones.

La industria automovilística, el gran impulso de Japón como superpotencia robótica del mundo

Países como China y EE.UU. pisan el acelerador en la carrera de la tecnología y la inteligencia artificial, fabricando humanoides como Optimus o Atlas, cada vez más perfeccionados. Sin embargo, en lo que se refiere a la tecnología y al papel clave que juega en el camino hacia un futuro próspero y con mejor calidad de vida, el referente sigue siendo Japón.

Se dan varias circunstancias, históricas, sociales y económicas que convirtieron a este país en el abanderado de la revolución de la robótica. De hecho, el impulso a la robotización de la industria jugó un papel crucial en la reconstrucción económica de Japón en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Y si hay una industria clave en ese renacimiento económico, ese fue la del automóvil que, a partir de los años 70 se convirtió en uno de los principales impulsores de la robótica.

¿Qué rol juegan los robots en la industria del motor? Nos fijamos en el ejemplo de Nissan para descubrir que, en sus fábricas, los brazos de los gigantes de acero y las manos humanas se intercalan en una danza ordenada y precisa: los "cobots" colaboran en tareas como ensamblar piezas, pintar carrocerías o procesos que requieren levantamientos frecuentes o movimientos repetitivos, como aflojar pernos o transportar componentes del motor.

Nissan aplica la tecnología para aportar precisión, agilidad y seguridad a sus sistemas de producción. En las plantas trabajan pequeños robots auto-guiados que impulsan carros de piezas y plataformas, lo que hace que la operación sea más segura; otros robots se utilizan en la línea de producción para realizar tareas pesadas o repetitivas que pueden representar un riesgo para la seguridad o la ergonomía de los empleados; y también se utilizan distintos modelos de exoesqueletos (de piernas, lumbares y brazos) que alivian la postura y mejoran la ergonomía y reducen el esfuerzo realizado por los trabajadores. En definitiva, mejoran la eficacia, entendida en términos de prevenir errores, mantener la calidad, garantizar que los trabajadores se liberen de las tareas monótonas y reducir la tensión y la fatiga del trabajo.

Convivir con los robots: el futuro ya existe en Japón

Mientras en el resto del planeta, un mundo habitado por robots sigue siendo un escenario del futuro, la convivencia entre humanos y robots es ya una realidad en las urbes niponas, de tal manera que simpáticos androides dan la bienvenida a todo aquel que visita el país, en aeropuertos, centros comerciales, hoteles, restaurantes, espectáculos y hasta en templos religiosos.

La religión es, precisamente, uno de los motivos que esgrimen los estudiosos de la cultura nipona para explicar la aceptación de esta coexistencia, ya que el sintoísmo (la fe con más arraigo en Japón, junto con el budismo) considera que todos los objetos tienen vida y alma. De hecho, ya en el siglo XVII existían los llamados Karakuri, autómatas que funcionaba con engranajes y palancas de madera. Desde entonces, seres mecanizados y tecnológicos de la más diversa índole han formado parte de la cultura popular. Las mentes de las generaciones que han convertido a Japón en el principal fabricante de robots del mundo crecieron con personajes míticos como Astroboy y otros que durante décadas han poblado las historietas del manga y el anime.

Hoy, los robots ayudan a la sociedad nipona a dar respuesta a sus problemas más acuciantes como los terremotos y tsunamis o la baja natalidad y el acelerado envejecimiento de la población que arroja un doble dilema: el de la falta de mano de obra y el de los cuidados de las personas dependientes. Por eso, uno de los sectores más prosperos en el desarrollo robótico es el ámbito de medicina, la enfermería y el cuidado de las personas con dependencia.

En este ámbito trabaja Riba, un asistente geriátrico que es una gran ayuda para mover pacientes hospitalizados o ancianos, de la cama a la silla, al baño, etc...; o HAL, pensado para ayudar a personas de movilidad reducida y que se controla, por muy de ciencia-ficción que parezca, con la mente: los sensores de encefalografía que incorpora captan señales cerebrales, por medio de la piel, y convierten estas señales en movimiento, haciendo posible la movilidad sin necesidad de más ayuda.

En Japón los robots son amigos del hombre.

En Japón los robots son amigos del hombre. Es parte de la filosofía de la apuesta nipona desde sus orígenes: no se imaginan y se construyen para sustituir a los humanos, sino para ayudar en tareas pesadas o arriesgadas y salvaguardar su bienestar ‑como en los rescates en desastres naturales o como ha hecho Nissan en sus factorías‑ y para hacerles la vida más fácil. Tanto es así, que también cumplen una importante misión contra otro de los problemas de las sociedades modernas: la soledad. Porque sí, los robots japoneses ‑dotados de alma según sus creencias sintoístas‑ también acompañan.

Fue Isaac Asimov quien redactó, en 1942, el código moral para robots. La primera de sus leyes dice que “nunca hará daño a un ser humano ni, por su inacción, permitirá que un ser humano sufra daño”. Una doctrina que aún impera en Japón, el imperio de los robots.