PEREGRINACIÓN. Carlota Valenzuela partió del fin de la Tierra el 3 de enero y llegó a la ciudad santa a principios de diciembre // Comió y durmió en hogares de familias solidarias // Su sensación al final del Camino es de “inmensa gratitud” TEXTO J. M. Ramos

De Fisterra a Jerusalén acogida por “lo mejor de la humanidad”

Peregrinación
José M. Ramos
Carlota Valenzuela, el pasado tres de enero, momentos antes de su partida desde Fisterra. Foto: F. J.

Un año después de haberles dicho a sus padres “papá, mamá, voy a peregrinar a Jerusalén”, la joven granadina Carlota Valenzuela ya está de vuelta en casa. Regresó con una inmensa “sensación de gratitud” tras completar una peregrinación que le dictó el corazón y que la llevó desde Fisterra, de donde partió el 3 de enero, hasta la ciudad santa de Jerusalén, a la que llegó a principios de diciembre.

Durante un año soñó con alcanzar la meta marcada. “Bajé el Monte de los Olivos, vi la ciudad santa, crucé sus murallas y besé el Santo Sepulcro”, relata en su Instagram (finisterreajerusalen, con casi 30.000 seguidores), pero el destino quiso que ese no fuera el lugar de llegada. “Cogí un avión, aterricé, tomé a mi abuela de su mano, velé su sueño, acompañé su partida. Ahora sí había llegado. Ella era mi Jerusalén”, concluye.

La vida también tiene meta, pero antes hay que andar el Camino. Y eso es lo que ha hecho Carlota, quien a lo largo de este año de peregrinaje dice haber descubierto “lo mejor de la humanidad”, después de afrontar cada día “como una aventura, sin saber dónde iba a comer y dormir”.

Pero siempre obtuvo buena acogida y en todos los lugares por los que pasó encontró “un hogar y una familia, que ahora es mi familia”, afirma. Por eso, su sensación tras alcanzar la meta es de “gratitud, primero a Dios por haberme otorgado esta misión y brindarme los medios para completarla con éxito, y después a todas las personas que me han acogido y que han hecho posible que el sueño se hiciese realidad”.

Todavía recuerda sus primeros pasos y la gran acogida que le brindaron en la parroquia de Cee, y en todos los lugares de Galicia por los que ha pasado “cuando todavía nadie me conocía”, señala. Sigue en contacto con su “familia” ceense y su intención es asistir, el 1 de mayo de 2023, al acto de coronación canónica de la Virgen de Junquera.

Entre los muchos momentos inolvidables que guardará para siempre en su memoria estarán el encuentro en Roma con el Papa Francisco y el gesto de solidaridad de un empresario que, tras escucharla en una entrevista radiofónica, la llevó en su barco desde Chipre hasta Israel.

Gratos recuerdos guarda también de su paso por Albania. “Muchos me decían que debía ir con cuidado, que no era un país seguro. Y la verdad es que ha sido de los más acogedores y generosos conmigo. Las perspectivas muchas veces no se adecúan a la realidad”, afirma Carlota al respecto.

Antes de partir tuvo que escuchar también muchas veces “que cómo me atrevía a peregrinar sola y más siendo mujer, y ahora creo que incluso me ha beneficiado, porque pienso que generaba más confianza a quienes me acogían”, añade.

FUTURO. Y ahora, ¿qué? Ésta es la pregunta que más le han hecho a Carlota desde que regresó de Jerusalén. Aunque reconoce que aún no tiene la respuesta, asegura que ha pensado “muchísimo en el concepto de la productividad. En la productividad de la vida de una única persona: Jesús, que estuvo treinta años preparándose para lo que desarrolló en tres. He pensado en mi vida, lo importante que es una época de descanso, de parar, de no tener que producir a toda mecha, para que luego el producto sea el que tiene que ser”.

De momento, afirma, “daré descanso a mis pies”, y a partir de ahí asegura que se dejará guiar “por Dios, que es un jefe buenísimo”. A la espera que lo que el futuro le depare, Carlota Valenzuela tiene clara, eso sí, su intención de seguir peregrinando. “He sido siempre peregrina y lo seguiré siendo”, señala. Y es que el Camino se hace al andar.