Bodas de plata de un piloto de oro: 25 años de ralis con Luis Penido

El 13 de abril de 1996, el santiagués corrió su primera prueba en Noia // Desde entonces ha salido en unas 200 más // El núcleo de su equipo sigue siendo el mismo // Añora las carreras “de antes”
Automovilismo
Antonio Pais
podio En el Rali San Martiño, junto a Eladio Ronquete.

El 13 de abril de 1996 un joven santiagués, Luis Penido, con su primera licencia de piloto, y su amigo Jesús Seoane de copiloto se dirigían al punto de salida para comenzar el primer rali de su vida, el de Noia. Pararon a la derecha para ponerse los cascos y salir. Con todo preparado, arrancaron y el coche cayó a una cuneta: tuvieron que pedir ayuda a los aficionados, que empujaron. El coche pudo salir, pero Penido llora aún de risa al recordar la frase de los aficionados: “Empezan ben!”. Veinticinco años y unos 200 ralis después, ese mal inicio ha quedado en la anécdota que recuerda quien es uno de los más destacados, y queridos por la afición, pilotos santiagueses de ralis de siempre.

La carrera de Penido comenzó de forma casual. “Un gran amigo mío, Jesús Seoane, me había visto conducir en alguna gymkhana con un Renault 7. Él tenía un Peugeor 205 Rali, y a mí me gustaba mucho conducir; me propuso salir en un rali. Y como yo no quería afrontarlo solo, al final fuimos a medias: la mitad cada uno como piloto y como copiloto”, cuenta.

Así, tan simple. “También teníamos un compañero en la facultad, Eladio Ronquete, que después fue mi copiloto durante muchos años hasta que le cogió miedo y lo dejó (ríe). Yo no tenía ni coche, llevaba cuando podía el de mi padre; desde pequeñito conocía todos los modelos que había, me empapaba de ver revistas... pero la competición no existía para mí hasta que conocí a esta gente”, dice.

LAS CARRERAS. El mundo de los ralis en 1996 era muy distinto al actual. No ha cambiado la pasión por ellos, pero “todo era mucho menos profesional. Muchísima gente viendo las carreras, entendían mucho. Pero no había redes sociales ni nada, e igual que ahora va la gente a las orquestas, las siguen y lo saben todo, la gente conocía a todos los pilotos y a los copilotos perfectamente”, destaca.

Tantas cosas han cambiado. Penido las enumera, las explica con un claro acento de nostalgia. Desde la figura del copiloto, “que entonces era como uña y carne con el piloto, iban juntos a todas partes: a reconocer tramos o a entrenar o a cenar o de fiesta, y se mantenían como equipo durante años”.

O las propias pruebas, en las que “podías dar todas las pasadas que quisieras por los tramos y reconocerlos todas las veces que quisieras... se dedicaba mucho más tiempo al tema de los reconocimientos, que hoy están limitados, y entonces había mucha interacción entre los distintos equipos, había muchísimo compañerismo”, añade.

Hoy, sigue, “tú contratas un coche, viene con todo preparado e incluso el copiloto lo puedes contratar, haces tu rali y casi no interactúas con los otros equipos, ni la décima parte que antes, cuando era todo mucho más ir a la aventura, no había GPS ni teléfonos móviles, el tema era no perderse en el recorrido, navegar bien, entrar en los controles horarios, guiarse por otros copilotos...”, comenta.

Aunque también había picaresca, que “antes entre los copilotos se mentían respecto a los tiempos, que ahora tienes a la vista”. Los tramos eran mucho más largos, se conducía toda la noche, tipo Montecarlo en pruebas de dos días: “Era mucho más de aguantar para llegar al final, las mecánicas también eran mucho menos fiables que hoy, que es más al esprín y está todo mucho más medido. Y elaborar unas notas era crucial; nuestra generación supuso una mejora brutal respecto a las anteriores en la elaboración de las notas”.

CRECIMIENTO. Poco a poco, al calor de los buenos resultados, Penido fue creciendo como piloto. Aunque la primera prueba, el Rali de Noia, no la acabó junto a Jesús Seoane por una avería en la caja de cambios en el último tramo, el veneno ya estaba dentro de su cuerpo y siguió.

Brilló en sus dos carreras del Gallego en 1996, Noia y O Porriño, y saltó en el 97 a una copa nacional de promoción, el Desafío Peugeot: subcampeones de Galicia y de España. Y una prueba con éxito del Europeo de ralicrós en Lousada (Portugal) donde “la chapa quedó machacada, y el coche era de R. Vidal...”.

COCHES. Tuvo los primeros problemas por la falta de presupuesto, no pudo afrontar un Campeonato de España con un Citroën Saxo. Pero fueron pasando, como amores, los coches: “Después corrimos con un Fiat Punto, con un Peugeot 306, después el Peugeot 106 kit-car con publicidad de Coronita, una etapa espectacular, los aficionados querían un montón a ese coche mítico en el Gallego de ralis... lo tuvimos que vender para comprar el Mitsubishi Lancer Evo VI en 2005; dura desde entonces con evoluciones, mejoras, pero llegó un momento en que fue imposible llegar a un escalón más alto. Seguimos compitiendo con él, es el pasado-presente y el futuro es el Mini”, dice.

TEAM. “El núcleo del equipo seguimos siendo los mismos compañeros de la facultad, eso sí que es una familia. Somos en torno a diez o doce personas, pero el núcleo duro, con Eladio Ronquete, o los gemelos (David y Manolo, mecánicos) o yo, es el mismo desde el principio. Eladio de jó de venir de copiloto pero sigue viniendo con nosotros en el equipo, hace un poco la labor de coordinación en la asistencia. Son como mis hermanos”, explica. “Nos gusta el automovilismo, nos queremos un montón, nos llevamos muy bien y disfrutamos de ir a las carreras”.

“A nivel de experiencia y de conocimientos, yo creo que tenemos de lo más alto de Galicia con seguridad. Puesta a punto, estrategia de carrera y una madurez a nivel de equipo muy grande”, alaba.

FUTURO. “No me lo planteo. El hasta cuándo será hasta que me lo pueda permitir, por economía o familia; tengo 50 años. Yo por mí creo que correré toda mi vida, y mi mujer, Almudena, dice eso también porque es algo que llevo dentro. Pero físicamente te exige mucho, y si llega un momento en el que el físico no te acompaña... a mí me gusta correr, jugar al fútbol, camino un montón, estoy activo porque si no es imposible, cuando vas a un rali vuelves destrozado. Hay gente que está corriendo con 60 y con 70. No hay limitación, la mayor es no perder la ilusión, que competir supone tiempo y dinero, tener medios. Puedes perder reflejos pero ganas experiencia”, resume Luis Penido. A por las bodas de oro.