|| La otra jugada ||

El deporte mira a la Península Arábiga

Víctor Tobío
Lewis Hamilton. Foto: E.P.

LA RECIENTE renovación de Mbappé, dejando con un palmo de narices al Real Madrid que ya daba por hecho su fichaje, puso de manifiesto que el dinero lo puede casi todo y si encima hay entidades deportivas, llámense PSG o Manchester City, que dependen de un Estado, en este caso de Catar o Emiratos Árabes Unidos, que tienen el dinero por castigo, pues difícilmente vas a poder competir con ellos salvo que el deportista esté más interesado en la gloria deportiva que en el dinero, lo que no fue el caso del gran delantero francés, que al final priorizó lo económico cerrando su renovación con una ficha de 100 millones de euros brutos al año, además de la prima de fichaje, cuyo montante dicen que fue de unos 300 millones.

Lo cierto es que salvo que desde las instancias superiores, entiéndase FIFA o UEFA, no le pongan coto, los demás clubes lucharán en inferioridad de condiciones y tendrán que conformarse con ir a por jugadores que no interesen a esos dos mastodontes que imponen su ley en un mercado inflacionario, pues cuentan con el respaldo económico de Estados a los que les sobra el dinero y que precisamente buscan en el deporte un reconocimiento internacional para intentar acallar las críticas por el régimen que rige en ellos, en los que las mujeres apenas tienen derechos y los homosexuales son perseguidos y condenados a penas de cárcel.

Pero no nos engañemos. Los países occidentales, tan proclives a cuestionar determinados regímenes –Cuba, Venezuela, Irán, Irak,...– apenas dicen nada cuando se trata de los países árabes y es que allí es dónde está el dinero que llega de sus enormes reservas petrolíferas. De hecho, en lo que llevamos de siglo XXI tanto organismos internacionales como deportistas a título individual no se han cortado un pelo a la hora de prestar su imagen para promocionar estos países. Un dato, en los últimos quince años Catar ha acogido alrededor de 500 eventos deportivos.

Este próximo mes de noviembre tendrá lugar el Mundial de Fútbol concedido en su día a Catar entre sospechas de soborno. Sea como fuera, lo cierto es que se va a celebrar para mayor gloria de sus autoridades, que no han tenido empacho alguno en gastar 200.000 millones en su organización, con la construcción de varios campos, además de las infraestructuras correspondiente, en modo de hoteles o vías de comunicación. Eso sí, en Occidente apenas nadie ha levantado la voz para clamar contra los más de 6.500 obreros fallecidos en la construcción de esos estadios, según publicó en su día The Guardian.

Otro ejemplo que sirve perfectamente para hablar de la hipocresía de los deportistas lo encontramos en la figura de David Beckham, ex futbolista, internacional inglés, que ostenta el título de Sir concedido por la Reina de Inglaterra, que presta su imagen y glamour como embajador del Mundial de Catar y del país durante los próximos años por 277 millones de euros. A fin de cuentas, habrá pensado que mejor los coge él que otro cualquiera.

Así pues, la península de Arabia, con su miles de kilómetros de desierto del que se extraen millones de toneladas de petróleo y gas y en la que están asentados Arabia Saudí, Catar y Emiratos Árabes Unidos, distinguidos los tres por sus regímenes feudales, se han convertido por el arte de sus millones en los nuevos reyes del deporte mundial. Así, si hablamos del Mundial de Fútbol de Catar lo hacemos porque está a la vuelta de la esquina, pero no solo de fútbol viven esos países árabes. Sus autoridades han conseguido que en sus nuevos y resplandecientes recintos deportivos se celebren todo tipo de campeonatos o exhibiciones. Desde la Supercopa de España hasta el Rally Dakar, pasando por la Fórmula 1, Mundial de Motos, torneos de Golf, partidos de tenis, hasta el Mundial de Natación de 2024.

Es más, la propia NBA, aprovechando su política de expansión fuera de Estados Unidos, ha sucumbido a los petrodólares y este próximo mes de octubre celebrará su primer partido en Abu Dhabi a cambio de una porrada de millones, y es que las vergüenzas con dinero se sobrellevan mejor. Sin olvidar, en este apartado, el patrocinio, por decirlo de un modo suave, de PSG o Manchester City, a los que hay que sumar el New York City de la MLS y en España el Girona, equipo que acaba de retornar a Primera División. Además, mantienen al mejor equipo ciclista del mundo, el UAE, que cuenta en sus filas con Tadej Pogacar, que actualmente domina el Tour con puño de hierro.

Solo les queda por rematar la faena conseguir la organización de unos Juegos Olímpicos, algo que ya pretendieron en el pasado pero que, hasta la fecha, no han logrado, aunque pocos dudan de que en un futuro a medio plazo acabarán consiguiéndolo, ya que por dinero no va a quedar y menos si tenemos en cuenta los antecedentes de los miembros del Comité Olímpico Internacional.