|| La otra jugada ||

El diálogo debe imponerse a las amenazas

Firmas
Víctor Tobío
Neymar. Foto: RS

CUANDO todo parecía indicar que con el paso de los días la tormenta de la Superliga iría remitiendo, lejos de eso, ahora nos encontramos con que se avecina un temporal de padre y señor mío. Y lo malo es que quien tiene en sus manos apaciguar los ánimos es el que más empeño pone en agitar el ambiente.

Cualquier persona con un mínimo de sentido común sabe que la mejor manera para resolver un problema de difícil solución es dejar que las aguas vuelvan a su cauce, sentarse y negociar, cediendo todas las partes para intentar alcanzar un acuerdo que acabe con el problema. Pero si lo que una de las partes pretende es derrotar a la otra, imponiéndole una especie de rendición incondicional, entonces ese acuerdo difícilmente se va a alcanzar y tendrán que buscarse la vida por otros derroteros, puede que judiciales, para defender unos intereses que consideran lesionados.

Ahora mismo, esta derrota del adversario es lo que persigue el presidente de la UEFA, el esloveno Aleksander Ceferin que, una vez desarbolado el golpe de la Superliga, se siente el gran vencedor sin pararse a pensar que en realidad esa competición no salió adelante porque fue mal parida y, sobre todo, por la oposición de varios gobiernos y, muy especialmente, por la oposición de los aficionados de los equipos de la Premier League que se habían sumado al proyecto y que, en vista de la que se montó, decidieron dar marcha atrás, dejando tirados a los otros seis del grupo de doce que inicialmente pusieron en marcha la Superliga.

Por si todo esto fuese poco, ahora el presidente de la Federación Italiana de Fútbol, Gabriele Gravina, se ha descolgado con unas declaraciones en las que le viene a dar un ultimátum a la Juventus, el único club, junto con Real Madrid y Barcelona, que aún se mantiene firme. El máximo dirigente del fútbol italiano señaló que “las reglas son claras. Si la Juventud aún forma parte de la Superliga cuando empiece la próxima temporada, no podría participar en la Serie A”, para a continuación rematar con que “lo sentiría por los aficionados de la Juventus, pero las normas son las normas y se aplican a todo el mundo. Pero espero que este apoyo a la Superliga acabe pronto”.

Presiones. Estas declaraciones del dirigente del Calcio seguramente formen parte de una estrategia más global dirigida desde instancias superiores para presionar a los dirigentes del conjunto de Turín, con la clara intención de que se descuelguen y dejen solos a los dos representantes del fútbol español a los que iría dirigida la amenaza de Ceferín de no dejarles participar las dos próximas temporadas en la Champions League, algo que chocaría frontalmente con la resolución de un juzgado madrileño al que acudió la Superliga para pedirle amparo.

Así, el Juzgado de lo Mercantil de Madrid adoptó medidas cautelarísimas para “impedir cualquier medida que impida la puesta en marcha de la Superliga”, prohibiendo a la FIFA, la UEFA y a todas las federaciones y ligas asociadas “adoptar cualquier medida que prohíba, restrinja, limite o condicione de cualquier modo la puesta en marcha de la Superliga”.

Litigio. Esta resolución judicial está meridianamente clara por lo que, en un principio, ni RFEF, ni Liga, ni siquiera la UEFA podrían sancionar a Real Madrid y Barcelona. Es más, de hacerlo, se podrían enfrentar a un litigio judicial cuyo final estaría por ver, pero que caso de darles la razón a ambos clubes, las indemnizaciones a las que tendría que hacer frente el organismo presidido por Ceferin podrían alcanzar cifras escandalosas.

Pero, de llegar a este extremo, la situación en la que previamente se encontrarían los dos conjuntos españoles sería muy delicada por no decir que gravísima, pues los perjuicios tanto económicos como sociales serían cuantiosos.

¿Qué jugadores ficharían por un Real Madrid o Barcelona que no pueden competir en Europa? ¿Qué patrocinadores apostarían por estas entidades si en dos años no pueden jugar a nivel internacional? Y lo que aún es peor, superadas esas dos temporadas, ¿estarían estos dos equipos en situación de competir en Europa?

Así que, llegados a este punto, quizá habría que escuchar con atención al presidente de la FIFA, Gianni Infantino, hombre que también se mostró muy crítico con los clubes que quisieron poner en marcha la Superliga para, acto seguido, hacer una reflexión que su homólogo de la UEFA, Ceferin, debería tener en cuenta.

Coherencia. Dijo Infantino, entre otras cosas, que “ciertas acciones deberían tener consecuencias y cada uno debe asumir sus responsabilidades, pero hay que tener cuidado cuando se habla de sanciones. Hay que reflexionar sobre las consecuencias de eventuales sanciones”. Además de mostrarse partidario del diálogo remató con un mensaje directo a Ceferin, apuntando que “un líder también debe preguntarse cómo hemos llegado hasta ahí. Y partiendo de eso, cómo construir el futuro todos juntos. Para hacerlo hay que escuchar a todo el mundo”.

Más claro, agua.