|| La otra jugada ||

El fútbol necesita una vuelta de tuerca

La Otra Jugada
Víctor Tobío
Arsene Wenger, ahora integrado en la FIFA. Foto: S. Nogier

EL FÚTBOL, a pesar de ser considerado el deporte rey, es reacio a los cambios y solo cuando no queda otro remedio, intenta adaptarse a los tiempos que le toca vivir. Desde la implementación de las tarjetas en pleno Mundial de México 1970, en cuyo partido inaugural el árbitro Kurt Tschenscher mostró, en el minuto 31 del duelo que enfrentaba a su la antigua URSS y al equipo anfitrión, la primera tarjeta de la historia al soviético Kakhi Ásatani, hasta la reciente puesta en marcha del polémico VAR, ha tenido que pasar casi medio siglo para que los rectores de FIFA y UEFA se planteen en serio la posibilidad de darle una vuelta de tuerca a unas reglas que en algunos casos se han quedado obsoletas y en otros no cumplen con el espíritu con el que fueron redactadas.

Sin embargo, ambos organismos internacionales han tenido que verle las orejas al lobo en forma de Superliga para coger el toro por los cuernos e intentar acallar las críticas que les llegan desde todos los ángulos, especialmente desde el entorno de los auténticos protagonistas, que no son otros que jugadores y técnicos.

Cierto que la pretendida puesta en marcha de la Superliga de Florentino, Laporta y compañía hizo agua a las pocas horas de nacer, pero no es menos cierto que la sola intención de anunciarla hizo que sonasen todas las alarmas en los entornos de Gianni Infantino y Aleksander Ceferin, presidentes de FIFA y UEFA, respectivamente, lo que motivó que rápidamente se pusiesen manos a la obra para darle un giro al fútbol actual, buscando ya no solo compensar a los clubes con mayores aportaciones económicas, sino también intentando cambiar una normativa en la búsqueda de un fútbol más atractivo que sirva para ganar para la causa, sobre todo, al aficionado más joven que no se siente motivado y busca otras alternativas.

Y en esas andan los mandamases del fútbol internacional que ya han adelantado algunas líneas maestras a poner en práctica en un futuro a medio plazo. Entre esas medidas las hay que ciertamente cuentan con la bendición de casi todo el mundo pero otras que han comprobado cómo algunos sectores del balompié no acaban de verlas factibles.

Entre las nuevas normas que contarían con el beneplácito de casi todos esta el cambio en la regla del fuera de juego, algo que sería casi revolucionario pues en 135 años de historia esta regla se cambió en solo dos ocasiones. La pretensión es que no sea sancionado con fuera de juego aunque el delantero está adelantado pero una parte de su cuerpo con la que pueda marcar un gol esté en linea con el defensa. Este sería el espíritu, pero luego habrá que ver cómo se aplica porque aún tenemos muy reciente el caso del gol conseguido por Mbappé en la final de la Nations League ante España.

Otros cambios propuestos por el exentrenador del Arsenal y actual jefe de Desarrollo Global de la FIFA, Arsene Wenger, van en la dirección de introducir pequeñas modificaciones para darle un mayor dinamismo al juego. Así, el técnico francés propone que en los tiros libres el jugador objeto de falta podrá jugar el balón de inmediato sin necesidad de hacerlo con un compañero. Y en los saques de medio campo, después de recibir un gol en contra, el saque ya no sería en media cancha pues Wenger entiende que el equipo que reanuda el juego está en desventaja al tener a todos sus jugadores en su mitad de campo.

Asimismo, está en la intención de la Federación Internacional el que el Mundial de selecciones se juegue cada dos años, algo que cuenta con un importante rechazo por parte de la mayoría de jugadores y, sobre todo, de los clubes que se encuentran atados de pies y manos al tener que ceder a sus internacionales con el riesgo de lesiones que ello conlleva y, además, con el hándicap añadido de que se incorporarían más tarde a la pretemporada lo que implica una tardía puesta a punto y, encima, el no poder disponer de sus mejores elementos para hacer caja en los partidos de preparación.

En España tenemos dos claros ejemplos de explotación de jugadores, como son los casos del azulgrana Pedri y el donostiarra Oyarzabal. Ambos acudieron a la Eurocopa con la selección absoluta y sin descanso tuvieron que incorporarse a la selección olímpica con la que consiguieron la medalla de plata. Sin tiempo para tomarse un respiro, a la vuelta de Tokio se integraron en sus respectivos equipos y ahora mismo ambos están con lesiones musculares producto, con casi total seguridad, del tute al que han sido sometidos a lo largo de una temporada en la que el jugador del Barcelona llegó a disputar nada menos que 73 partidos. Una locura.

Y, sin embargo, hay una propuesta que sí parece contar con las bendiciones de todo el mundo y es la de acabar con las ventanas de selecciones para concentrar estos partidos en el mes de octubre, con lo que el resto de la temporada los equipos dispondrían de sus jugadores sin interferencias exteriores.