El futbolista santiagués Dani Iglesias sopesa su futuro pese a estar todavía ligado al Rijeka croata // Recuperó protagonismo con su cesión al Spartak Trnava en la pasada campaña // “Fue una experiencia muy buena”, admite TEXTO Óscar de la Fuente

En busca de un nuevo desafío tras probar la locura eslovaca

Fútbol
Óscar de la Fuente
CONTROL Dani Iglesias, con el balón en uno de sus encuentros con el Spartak Trnava eslovaco. Foto: S. Trnava

Lejos queda aún la cantidad de sellos que Vero Boquete exhibe en su pasaporte, pues hace unos meses fichó por el AC Milan para añadir Italia a la lista de países que han degustado su talento futbolístico. A otro nivel, y todavía con algo menos de experiencias en su mochila, hay otros picheleiros en el éxodo balompédico que llevan la ciudad de Santiago por el mundo, como es el caso de Dani Iglesias. Natural del barrio de Fontiñas, el atacante de casi 26 años (17/7/1995) busca un nuevo destino que añadir a Croacia y Eslovaquia, sus dos últimas paradas. “Si viene algo de España que me motive, lo aceptaría, pero también estoy escuchando propuestas del extranjero porque de momento me gustaría seguir jugando fuera”, señala.

Tras fichar en 2019, el compostelano está ligado al HNK Rijeka croata hasta 2022, pero ambas partes están de acuerdo en buscar otro camino, por eso el equipo balcánico le ha permitido retrasar su incorporación a la pretemporada. Ya en enero Dani Iglesias encontró una salida a su falta de minutos: fue cedido al Spartak Trnava, con el que ha finalizado tercero en la liga eslovaca, con billete para la Conference League.

“La liga eslovaca está bien. Los equipos de arriba, como el Slovan de Bratislava, pueden tener un nivel de Segunda española, o Segunda B alto, y los de abajo pues el de un equipo normal de Segunda B”, precisa. “Los estadios son muy nuevos, el nuestro era una pasada, con aforo para veinte mil personas, hecho en 2015, supermoderno... La experiencia fue muy buena. También teníamos muchísimos aficionados, era una locura, el problema es que con el COVID los partidos eran a puerta cerrada”, explica Dani, con una espina por no haber podido experimentar totalmente una pasión que sí vio de otra forma: “La ciudad es más pequeña que Santiago pero es una locura. Vas por la calle y ves pintadas del Spartak, gente con la camiseta, con el chándal...”

En Eslovaquia el jugador compostelano volvió a disfrutar en el campo tras más de un año de ostracismo en el Rijeka, con un cambio de entrenador que frenó toda la ilusión con la que se había incorporado a uno de los grandes de Croacia. Aunque en Trnava también le costó subirse al tren en marcha. “No tuve todos los minutos que me gustaría, porque llegué el 1 de febrero y participé entrando desde el banquillo hasta que en los últimos 3-4 partidos, cuando nos jugábamos entrar en Europa, ya me hice con un sitio en el once. También me coincidió que fuimos el mejor equipo de la segunda vuelta, de trece partidos ganamos diez. El equipo estaba muy bien y era difícil entrar, pero tuve minutos. Si no era de inicio, desde el banquillo”, asume.

Las restricciones por la pandemia fueron una dificultad añadida, pues además de jugar sin público también sectores como la hostelería permanecieron cerrados en Eslovaquia. Ni así se empañó la vivencia. “No me arrepiento, fue una experiencia muy buena. Dura, porque con el COVID no podíamos salir mucho de casa, y entrenan mucho allí, son muy europeos, pero fue una experiencia buena”, concede.

HISTORIAL. Dani Iglesias comenzó a meter goles en el Victoria FC, pasó por el Compostela, Santiago, Atlético Fátima... Hasta que con once años lo llamó el Dépor, con el que destacó hasta alcanzar la condición de internacional español sub-16 y sub-17. “En cadetes hice una temporada muy buena, había marcado 38 goles en 30 partidos o así, y de repente me llama la selección española. Al principio no me lo creía, me sorprendió muchísimo”, dice. Allí coincidió con Héctor Bellerín, Samu Castillejo, Sandro o Rubén Blanco.

Debutó con el Dépor en Segunda en la campaña 2013/14 y un año más tarde quedó libre y se incorporó al Alavés. Su contrato era para el primer equipo, pero se marchó a préstamo al Deportivo Guadalajara, de Segunda B, y después quedó relegado dos años al filial hasta ser cedido al NK Istra croata, propiedad del club vitoriano. “Tenía ganas de salir al extranjero, jugar fuera y ver otro país”, subraya. “Me dije: Voy a Croacia, nueva experiencia, jugar en estadios buenos, contra equipos de Champions League... y me salió bien”, valora. Ahora, Dani Iglesias examina su próximo paso... con la convicción de que será el correcto.