OBRADOIRO CAB: 50 AÑOS DE UN CLUB ESPECIAL (1) La labor del empresario, primero desde su cargo de presidente y siempre como benefactor económico del club, fue clave para la supervivencia de la entidad desde 1988 // Financió el costoso litigio contra Esteban Pérez TEXTO Cristina Guillén

Ghaleb Jaber Ibrahim: un ‘ángel de la guarda’ para el Obra de los 80

Baloncesto
Cristina Guillén
Anger con la camiseta patrocinada por el Hotel Araguaney. Foto: ECG

Ghaleb Jaber Ibrahim (Ainabus-Nanablus, Palestina, 1950) es un referente empresarial, cultural y filantrópico de Santiago desde los años 80 y una figura clave en la historia del Obradoiro CAB. No solo fue determinante en su papel de presidente que quiso dar un paso más para modernizar una entidad lastrada ya por los problemas económicos, sino como la persona que financió el inicio de la causa contra Esteban Pérez en el famoso litigio contra el Juver Murcia y su fraude durante el play-off de ascenso a la ACB en la temporada 1989/90.

Dice que nunca ha querido agradecimientos, que todo lo que hizo lo volvería a repetir porque entiende que era su responsabilidad pese a que el desembolso en aquel momento “superó los 40 millones de pesetas” pero sí defiende, vehemente y dolido, que se obvie una parte de la historia fundamental para conseguir llegar a la situación actual. Nombres como Antonio Besada, su sucesor en la directiva, o Alejandro Otero, abogado y secretario durante el pleito, son para los que reclama con insistencia, apelando a la honestidad dice, un justo reconocimiento.

Porque Ghaleb sigue siendo obradoirista. Sigue atento la actualidad del equipo, junto a sus nietos ha disfrutado también de algún partido desde la grada de Sar, aplaude los aciertos de un consejo de administración que ha dotado a la entidad de solidez deportiva y económica, y sobre todo muestra su profunda admiración hacia Moncho Fernández, a quien no conoce personalmente pero con quien ansía poder compartir una comida con una larga sobremesa muy pronto. “Las personas estamos compuestas por sueños y recuerdos. Los recuerdos son importantes y posiblemente ahora que estamos en un mundo complejo y complicado con una situación difícil con la covid, es cuando más tenemos que estar cerca”, reflexiona.

Un verano complicado. “Era una época muy difícil pero todo lo hicimos con mucho cariño”, afirma Ghaleb Jaber Ibrahim al recordar sus inicios en el Obradoiro.

“El verano había sido terrible para la entidad compostelana. El Obra acababa de descender a Segunda División tras perder en Andorra en el play-out de Primera B, en el que fue también el último partido de Mario Iglesias con la camiseta obradoirista. Y, ante la ausencia de presidente, una gestora dirigía el club porque nadie se quería hacer cargo de él. El riesgo de desaparición era muy grande. Sin embargo, en ese mes de agosto de 1988 todo cambió. En la presidencia aterrizó el conocido empresario palestino Ghaleb Jaber, propietario del Hotel Araguaney, lo que se tradujo en estabilidad (y capacidad económica) para la entidad”. Así se describe en el blog Obrapedia (gran auditor de la historia del Obra) la llegada del empresario a la presidencia del club.

“Siempre he sido aficionado al baloncesto pero mi relación con el Obradoiro era de socio en un principio, hasta que luego me embaucaron en un momento en el que el club estaba a punto de desaparecer”, asiente. “Mi sorpresa fue que había mucha gente allí dentro, gente de toda la vida, que no cobraba nada porque no había nada ni para los jugadores, pero al día siguiente de tomar yo posesión prácticamente ya todo el mundo se fue a Magistratura demandando los atrasos y su situación laboral. Fue mi primera decepción porque era gente que jamás había cobrado, era un club de amigos en muchos aspectos, y tuve varias demandas”, afirma.

“Tuve que pagar mucho dinero y la única salida que vi fue el de hacer un equipo fuerte, bueno, y pasamos de tener que achicar agua de la lluvia en el pabellón de Sar a firmar un convenio con Caixa Galicia y el Ayuntamiento para jugar en Santa Isabel y que se hiciese el Multiusos. Firmé ese convenio para buscar un futuro no a corto, sino a largo plazo”, añade al tiempo que analiza que, pese a hacerse “cargo de todos los desaguisados que habían hecho otros”, siempre tuvo la sensación de que “en el deporte profesional cuando se gana es por el trabajo del entrenador y cuando se pierde es culpa del presidente”. “Los jugadores no aparecen en ningún lado. Son cosas de las que aprendes en la vida”, sopesa con una sonrisa.

Ghaleb ha sido siempre un emprendedor. Ha sido un visionario en todas las facetas profesionales que ha querido afrontar a lo largo de su vida, y también lo ha sido en el deporte.

La campaña que puso en marcha en la temporada 88/89 para captar socios de Santiago y de la comarca, bajo el lema El Obradoiro CAB ¡Resurge! y que incluía diferentes modalidades de pago y de carnets en función de la edad y del núcleo familiar es un claro ejemplo. “Pero no tuve correspondencia, no se entendió por parte de los presidentes de los otros clubes, había entonces mucho personalismo y aunque creí que era algo diferencial no salió”, aporta y añade: “Deportivamente fue un año difícil pero nos salvamos en el último partido en Huelva, ganando por una canasta, con jugadores buenos, internacionales, e incluso los jugadores pasaron a comer al hotel y dormían muchas veces, con coches de la empresa, cosas que no se contabilizan al margen del dinero que había que pagar porque no podía permitir que el nombre del Obradoiro estuviese ligado a pufos”.

Siempre apoyando. Pero llegó el momento en que entonó el basta ya. “Me cansé porque vi que las instituciones se desentendían y dejé el cargo a manos de Antonio Besada, un amigo mío director de Iberia, un hombre al que le gustaba mucho el baloncesto, aunque me comprometí a ayudar aún durante ese año”, relata. Ya sin la responsabilidad por tanto de dirigir al club, aunque aún como principal benefactor del Obradoiro, Ghaleb no dudó en dar un nuevo paso adelante cuando la entidad le volvió a necesitar.

“Me llamó el abogado Alejandro Otero y me contó lo que pasaba con el jugador del Murcia Esteban Pérez, que iba a intentar averiguar su verdadera nacionalidad, vio que había material pero era necesario hacer una previsión de fondos, buscar testigos, y eso costaba mucho dinero porque trajimos a gente desde Argentina. Sin dinero no se podía haber hecho nada y sin el planteamiento de Alejandro Otero tampoco”, subraya.

Pero de nuevo llegó el momento de echarse a un lado. “La directiva cayó en un pozo a consecuencia de todo esto y se entró en una dinámica de cuesta abajo hasta que se hicieron cargo quienes mantuvieron el tipo con la esperanza de que se ganara este juicio. Son gente que cuenta con mi reconocimiento y simpatía y si lo que hicimos nosotros fue importante porque encendimos la llama, había que seguir soplándole y echándole leña y fue lo que hicieron ellos”, medita y aporta: “Cuando salió por fin la sentencia todos nos alegramos por el Obradoiro, por la ciudad, pero ya estaba decepcionado por muchas cosas así que aunque me llamaron creí que tenía que dar paso a otra gente”.

“Me debían muchos millones porque contablemente está ahí todo, pero no quiero que me deban nada, no quiero saber nada, solo quiero que le vaya bien al Obradoiro. No cambio nada de lo que hice. Lo que pasa es que hay cosas que los equipos necesitan y Santiago no es una ciudad que dé para mucho, somos una ciudad especial”, asume Ghaleb Jaber en una frase recurrente incluso hoy en día para la actual directiva que compite en la Liga Endesa.