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La leyenda de Jordan y los Chicago Bulls, contada como nunca

The Last Dance. Jason Hehir
Óscar de la Fuente
LEYENDAS Kerr, Pippen, Jordan, Rodman y Phil Jackson, en la imagen promocional.

Sin competiciones en más de dos meses, el gran acontecimiento deportivo del confinamiento ha sido el estreno del documental The Last Dance (2020), traducido como El último baile. Si queda alguien que todavía no conozca su temática, se centra en la temporada 1997/98 de los Chicago Bulls, a través de la cual se repasa una dinastía que ganó seis títulos de la NBA en ocho campañas antes de desmantelar el proyecto por completo. Esta es una serie de diez capítulos con una duración de casi una hora cada uno, cuyo visionado evidencia que esta historia se había contado muchas veces, pero nunca así.

De Michael Jordan, quizá el ser humano vivo más conocido en todo el planeta, lo sabemos casi todo. De hecho, no hay demasiadas novedades en The Last Dance, a pesar de que no ha faltado la controversia a la hora de narrar algunos hechos en el documental. Este incluye dos líneas temporales: la principal, la que relata el transcurso de la temporada 1997/98, que se presumía desde el inicio como la última de aquellos Bulls legendarios; y la otra, la que arranca con la llegada de Jordan a la NBA y desarrolla su evolución en Chicago.

Obviamente, el 23 es el gran protagonista, pero esta serie coproducida por ESPN y Netflix y dirigida por Jason Hehir no es una hagiografía. Se constata su carácter ganador y su importancia para elevar el baloncesto a una nueva dimensión, pero también queda claro que Jordan era arrogante y altivo con sus propios compañeros e igualmente un engreído con sus rivales. Era su forma de proyectar su enfermiza mentalidad competitiva: utilizando cualquier excusa para extramotivarse y exigiendo nada menos del máximo a todos los que estaban a su alrededor. Con todo, tras ver la serie uno se inclina por absolverlo.

Aquí el final es conocido desde el principio: los Bulls ganaron su sexto anillo (con una canasta ganadora de Jordan, cómo no) y acto seguido el proyecto se desmanteló. Pero lo que importa es el viaje, el baile, a través de un centenar de testimonios que dan su versión de los hechos. Se echa en falta mayor profundidad en ciertos episodios, más metraje para Toni Kukoc o algo más de reconocimiento para Jerry Krause (el máximo responsable deportivo de la franquicia entonces), pero este es un producto espectacular para cualquier aficionado al baloncesto y las casi diez horas de duración acaban quedándose incluso cortas. ÓSCAR DE LA FUENTE