|| La otra jugada ||

Los enterradores de Nadal

Víctor Tobío
Erling Haaland. Foto: E.Press

LA IRRUPCIÓN de Carlos Alcaraz en el mundo del tenis está llamando la atención de todo el mundo por la juventud que atesora -acaba de cumplir 19 años- pero, sobre todo, por las sensaciones que transmite. Hacía tiempo que el tenis español estaba esperando y deseando la aparición de algún joven que diese continuidad a la excelente trayectoria de Rafa Nadal, uno de los más grandes de la historia y que a sus casi 36 años sigue al pie del cañón aunque con las limitaciones propias de un físico que ha exprimido al máximo.

La llegada del jugador nacido en la localidad murciana de El Palmar ha conllevado a que muchos en este pais nuestro han poco menos que dado por muerto -deportivamente hablando, claro- a Nadal. Aquí somos tan dados a encumbrar al recién llegado como a enterrar, prematuramente, en el olvido a las leyendas.

Algunos titulares de días pasados, tras el triunfo de Alcaraz en Madrid, si no fueron una falta de respeto para la trayectoria del manacorí poco les faltó. Esos mismo que hasta hace un par de meses seguían, con razón, elogiando la figura de Rafa, son los que ahora se apuran a hacerle la necrológica cuando, en el fondo, flaco favor le están haciendo a Carlos al trasladarle la presión de sustituir en el corazón de los españoles a un hombre que ha ganado el cariño de todos nosotros ya no solo por su brillantísimo palmarés, sino también por su forma de comportarse y los valores que transmite.

A lo largo de sus más de quince años de profesionalismo no se le recuerda al balear un mal gesto, ni siquiera una protesta fuera de lugar y eso, unido a su gran humanidad, le ha granjeado un cariño del que muy pocos deportistas españoles pueden presumir. Quizá Pau Gasol, en ese aspecto, esté a su altura, pero ambos figuran hoy en día con letras de oro en la historia del deporte español y no olvidemos que Rafa sigue ahí aunque cada vez, por razones obvias, limita más sus apariciones en el circuito.

Así, pues, bien haríamos en dejar que el hombre que suena como su sustituto natural, siga sus pasos sin presionarle y sin apurarle más de lo debido. No deja de ser un joven dotado de una fortaleza física y mental muy parecida a la de Nadal, pero cada uno con su personalidad. No fue extraño, al fin y al cabo apenas hace unos meses ha dejado de ser un adolescente, que tras su triunfo en la final del Open de Madrid ante Alexander Zverez se le viera disfrutando con sus amistades en una discoteca de la capital como cualquier otro joven que acaba de lograr un éxito incuestionable.

Éxito del que el propio Nadal no se sorprendió, afirmando que “lo que hizo Carlos no me sorprendió nada porque no es nada nuevo. Ya había ganado en Miami y, sinceramente, esto no es una sorpresa”. Quizás lo más sorprendente fue como se coló en la final pues venció de forma consecutiva al primero y al cuarto del ranking ATP, Djokovic y Nadal, respectivamente, algo que nadie hasta la fecha había hecho. Y por si ello no fuese poco, en la final se impuso al tercero en la clasificación mundial.

Con este triunfo son ya 28 las victorias y cuatro los títulos logrados por el murciano en lo que llevamos de 2022. Hace justo año, cuando se presentó en el Másters de Madrid, figuraba en el puesto 114 de la ATP y perdía en segunda ronda precisamente contra Nadal. Hoy, un año después, ha subido nada menos que 104 puestos y acaba de colocarse 6 elnel top 10 y de seguir esta progresión, todo hace indicar que en los próximos meses podría colarse entre los tres primeros porque el pasado año sumó muy pocos puntos en los torneos en los que va a tomar parte mientras que sus rivales más directos sí lo hicieron.

Ahora, su idea es prepararse a conciencia para Roland Garros, por lo que ha descartado tomar parte en el Open de Roma, torneo que muchos utilizan como entrenamiento para la tierra batida de París, pero sus preparadores entienden que lleva un año muy cargado y le vendrá bien un pequeño descanso para liberar la mente y relajarse físicamente ante el mayor reto al que se va a enfrentar que no es otro que comenzar a hacer historia en un torneo en el que Nadal lleva reinando de forma casi consecutiva en los últimos tres quinquenios, haciéndose con trece títulos, el primero de ellos en 2006 con, curiosamente, 19 años.

Pero bueno sería que el de El Palmar no prestase atención a los ‘enterradores’ de Nadal y lo tuviese muy en cuentra pues estoy convencido que el veterano jugador mallorquín preparará a tope su torneo fetiche y sería ya el acabose que, si tienen la suerte de ir por distint gase del cuadro, los dos se presentasen en la final reeditando las cuatro anteriores disputadas por jugadores españoles: Bruguera-Berasategui (1994); Moyá-Corretja (1998); Costa-Ferrero (2002); y Nadal-Ferrer (2013). Y es que soñar no cuesta nada...