Peor que un partido horrible

Encuentro para olvidar de un Monbus Obradoiro que estuvo siempre a merced del Iberostar Tenerife sin juego, ni ideas ni recursos // El retorno de Mike Daum fue la única buena noticia
Liga Endesa
Cristina Guillén
Moncho Fernández arengando al plantel. Foto: E.Cobos

Sabía el Monbus Obradoiro que estaba invitado a una fiesta que requería vestimenta de etiqueta, porque con un anfitrión acostumbrado a lucir frac, el conjunto santiagués no se podía permitir ni una arruga ni una mancha en su puesta en escena. Pero entró a trompicones, le falló el guión, sobre todo las ideas y una posible capacidad de reacción frente a un Iberostar Tenerife una vez más excelente en ataque y en defensa, demostrando el por qué de unos números que este curso le han llevado a firmar solo dos derrotas entre Liga Endesa y Champions League, y sobre todo con una nómina de jugadores tan eterna como sobrada de calidad, experiencia y ambición.

A merced del equipo aurinegro, siempre sumiso en el ritmo y en el marcador, el plantel de Moncho Fernández recibió un serio correctivo en el que sólo el retorno de Mike Daum -una vez superados sus problemas en el tobillo- acierta a apagar la sensación de impotencia.

Y es que por tan solo dos puntos el Obra no sella en el Santiago Martín la derrota más abultada de su historia, pues ese récord se mantendrá desde la temporada 2016/17 cuando el Real Madrid se disparó a los +47 (106-59), aunque urge llamar a la reacción ante un calendario que no perdona.

Desde el salto inicial. Como una trituradora en ataque y una auténtica telaraña en defensa, sin fisuras, brillante. El Iberostar apenas tardó un minuto, lo que le duró al Obra la ventaja del triple inicial de Robertson, para adueñarse de un marcador que hizo suyo con autoridad y justicia.

Primero fue la dupla Fitipaldo-Shermadini la que se encargó de ir sumando puntos a la cuenta de los locales que en defensa se cerraron en su zona, taponando la llegada del balón a Birutis en la salida del bloqueo directo. El Monbus sudaba por arañar cada acercamiento del balón aro, pero con la salida al campo del incombustible Marcelinho Huertas la sangría se hizo aún mayor.

El director de juego aurinegro encadenó 5 puntos, 3 asistencias y 1 recuperación en apenas 5 minutos del cuarto mientras el conjunto compostelano aguantaba el chaparrón aprovechando la baza del triple. Porque que pedía, suplicaba casi Moncho Fernández en la previa no conceder regalos a un contrario de los que no pasan por alto el error, y con 7 pérdidas y un pobre 1/4 en tiros libres, la arenga se hacía imposible de cumplir. Una nueva suma de 3 de Pozas en la jugada definitiva del set dejaba el electrónico en un 25-19 que llamaba a la reflexión a los más optimistas: “Aún estamos ahí”.

Aún lo estuvo más con un nuevo tiro de media distancia de Enoch a la salida del segundo cuarto (25-21). Pero poca más capacidad de resistencia le quedó al Obradoiro cuando el dúo más letal del campeonato volvió a conectar. Sendos 2+1 de Shermadini y un nuevo triple del base brasileño de 37 años mantenían a los de Txus Vidorreta cómodos en su particular atalaya de perfección, porque aunque el Monbus intentaba no perder definitivamente el rumbo del encuentro, ni por juego, ni por sensaciones ni mucho menos por efectividad se presagiaba cualquier atisbo de reacción (45-35, min. 39).

Bastó la contestación de Cavanaugh a un trabajado 2+1 de Cohen para, con 8 puntos consecutivo de su particular cosecha, sellar un parcial de 10-0 que ahogaba todavía más a un rival incapaz de buscar solución a la sangría (55-38. min. 20). Con un 75 % en tiros de 2 puntos (6/8) y un 80 % en triples del cuadro canario la intención del Obra de inquietar al Tenerife semejaba muy lejos de tener un final feliz.

SENTENCIA. No hubo plan B a la salida del vestuario. La excelencia del anfitrión y su nómina infinita de jugadores con hambre para asumir galones y reclamar protagonismo lejos de llamar a la relajación, dotó de más peligro a su juego. Salin fue el que catapultó definitivamente el marcador con una serie inmaculada de 3 triples que colocaba ya la renta en una +23 (68-45, min. 24)... y subiendo.

El balón circulaba al ritmo, la velocidad y la dirección que quería el conjunto local, que sin perder capacidad de trabajo en la retaguardia, delegando únicamente en Steven Enoch la posibilidad de anotar, sumaba huestes a la causa como un Butterfield que desafió a Mike Daum a un particular duelo ofensivo en la recta final del tercer cuarto (87-56, min 30). Eran pequeñas guerras sin premio mientras la cámara captaba los gestos de impotencia y resignación entre los jugadores de Moncho Fernández.

Agonía. Porque lo que invitaba a poder ser una victoria para iniciar la reacción, después de cuatro derrotas consecutivas, acabó en agonía y suplicio tanto para el aficionado del Obra, al que le dolía ver a su equipo cual marioneta sobre el parqué, moviéndose según los caprichos de su rival, como para los propios integrantes del plantel, ansiosos ya de que los segundos corriesen de dos en dos para cerrar un partido sin duda para olvidar en lo más escondido de la memoria.

Un 20-6 de parcial en el último set fue la puntilla que avivó el carácter del técnico compostelano que llamando a capítulo a los suyos les reclamó intensidad y actitud. “¿Vais a seguir haciendo el ridículo hasta el final?”, les recriminó.

Las rotaciones en ambos banquillos, con oportunidades para los menos habituales, cerró un partido de los que hacen daño en lo anímico, sobre todo cuando en el horizonte se atisba un nuevo gigante: el FC Barcelona -tercero en la clasificación- visita Sar el próximo domingo a partir de las 20.00 horas. Ojalá pudiese entonces haber público en las gradas para avivar la Caldeira.