OBRADOIRO CAB: 50 AÑOS DE UN CLUB ESPECIAL (14) Es el entrenador más longevo en la historia de una entidad a la que llegó con 18 años y le entregó otros 20 //Fue además director deportivo y secretario general // Su pelea y trabajo fuera de los focos, pero también cuando volvieron a encenderse, resultó clave TEXTO Cristina Guillén

Pepe Martínez: sinónimo de compromiso y lealtad

Obradoiro CAB: 50 años
Cristina Guillén
José Ángel Docobo y Pepe Martínez en la Asamblea General de la Liga ACB del 10 de julio de 2009 donde se admitió al Obradoiro CAB.

Es estar, aportar, ayudar, echar una mano de forma incondicional, pase lo que pase, sin importar el contexto, las dificultades... es compromiso. Pepe Martínez (Pontevedra, 1970) ha sido un referente para el Obradoiro CAB obligado a sobrevivir sin focos ni halagos, el que defendió la identidad del club, los valores del deporte y del baloncesto, sin la necesidad de palmadas en la espalda ni de aplausos interesados. Cuando tocó bregar bregó, cuando tocó construir mezcló cemento, cuando tocó enseñar fue el mejor de los maestros y cuando tocó echarse a un lado, ceder las riendas para que el sueño perviviese en el tiempo, aceptó el nuevo rol siempre dejando una puerta abierta por si fuese preciso ser llamado de nuevo a filas.

Es el entrenador más longevo de la entidad y lo que vivió en sus más de 20 años en el club compostelano, en sus múltiples facetas, darían para infinitos capítulos, no todos amargos, aunque tampoco teñidos su mayoría de color de rosa. Sin embargo, los silencios de este pontevedrés de carácter reservado pero inmensamente apreciado por todo aquel a quien se ha abierto son el mejor aval para evidenciar su fidelidad a un Obra que, sin su contribución, jamás llegaría a celebrar hoy sus bodas de oro.

“Entré en el club en la temporada 1987/88, mientras todavía estaba cursando COU, porque cesaron a Julio Bernárdez en el primer equipo y llamaron como entrenador a José María Malvar que estaba llevando al equipo juvenil, lo que hoy sería un júnior”, relata su llegada al Obra Pepe Martínez. “Yo entrenaba en Peleteiro. Había empezado el año anterior a dirigir a los minis y quería algo más, entendía que había demostrado unas actitudes y deberían de cuidarte, pero no lo hicieron y surgió esta oportunidad y no lo pensé. Así pasé a hacerme cargo de ese equipo en el que estaba gente de mi edad como Pablo Couceiro, que era el principal referente”, detalla los hechos tras la llamada de Pepe Casal.

Con apenas 18 años se encuentra con un Obradoiro cuyo primer equipo milita en 1.ª B, con el malogrado Mike Schultz como referencia ofensiva promediando más de 21 puntos por encuentro, y un Obradoiro “que intentaba empezar a querer hacer una cantera propia”. “Hasta ahora se traían a muchos chavalitos de Peleteiro, tenían mucha vinculación con el colegio La Salle, pero había interés en potenciar los propios equipos del club, intentando crecer con sus propios jugadores”, afirma el compostelano.

“Al año siguiente se empiezan a hacer cositas, a tener suerte, y rompimos ya con la generación de Arturo Ferraces, de Marcos Gato, de Aitor Seoane... Entró conmigo también como entrenador Gerardo Anllo e hicimos un buen tándem. Ganamos el Campeonato Gallego cadete y comenzamos a pisar ampollas porque hasta ese momento se repartían el cotarro Peleteiro y La Salle y ahora ya éramos un tercero para pelear esas dos plazas para las competiciones provinciales y autonómicas”, sonríe al echar la vista atrás.

“Siempre me acordaré que en ese año nos tocó en la previa en un grupo junto a Peleteiro mientras que el otro estaba La Salle. A Peleteiro lo entrenaba Tino Fernández, el expresidente del Deportivo, y tenía un equipo muy potente, pero solo se clasificaba el primero y nos la jugamos con ellos ganando de 3 puntos en el viejo Sar y perdiendo de 1 en la bombonera (en la cancha del antiguo colegio). Gracias a esa canasta jugamos más de 40 partidos primero con el Campeonato Gallego con 8 equipos en la Rúa de Petín, después el Intersector, y después también el Campeonato de España Escolar en un sector en Asturias y después en la fase final Nacional en Madrid donde quedamos séptimos aun siendo un club porque estaba unificada la competición Federada y Escolar”, repasa con orgullo. “Esos jugadores tuvieron un gran desarrollo, eran muy competitivos, y fue un equipo que se hizo con gente casi que llegaba por la puerta. Gente como Arturo, su hermano Fran que era un año mayor, Aitor y su hermano Chema, se sumó Fran Varela en júnior, amigos unos de otros ... pasó mucha gente por allí, muchos chavales. La verdad es que si empiezo a recordar son muchos nombres”, apostilla.

Muchas dificultades. Una cantera que quería crecer aunque no siempre contaba con medios para hacerlo. En los 80 y 90 no todos los centros educativos contaban con pabellón cubierto como ahora, era común el desfile de equipos por las pocas instalaciones que ofrecía la ciudad para entrenar cada día en un recinto diferente y aunque era una forma también de socializar, de potenciar el ambiente de básquet, requería del compromiso de jugadores y entrenadores en tardes y noches que se hacían muchas veces muy duras. “Nosotros entrenábamos de 4 a 6 de la tarde, antes de que llegase el primer equipo, y lo hacíamos todos juntos porque no había muchas horas, contábamos solo con el viejo Sar a nuestra disposición e incluso recuerdo, aún vivía Faustino, que nos llovía en la pista porque entraba el agua a saco”, apostilla.

Pero su primera etapa en el club se cierra en dos años, motivada “por una reorganización que no me gustó y vine de vuelta a Peleteiro donde entrené, por ejemplo a Emilio Suárez (quien le cogería el relevo años más tarde en el Obra)”. Era una etapa de continuo cambio en la que sí valora Pepe Martínez sobre todo que se pusieran las bases para aumentar la competitividad de las Ligas, limitadas hasta ese momento a nivel local aunque al mismo tiempo apenas había oportunidades para los canteranos en el primer equipo: “ En el primer año de Ghaleb como presidente (1988/89), Pablo Couceiro hizo la pretemporada con los de 1.ª B y fue cuando se empezaba a subir a algún jugador, porque la verdad es que de aquella tampoco los entrenadores les daban mucha cancha. Por ejemplo, Pirulo también era un técnico de veteranos y no de mirar para abajo. Había llegado Jordi Moreira que venía de ser internacional júnior y aquí no tuvo mucho protagonismo”.

Un año ausente. Pepe Martínez abandona el Obra en la campaña 89/90 pero regresa solo un año después, haciéndose cargo de la dirección del equipo cadete antes de la fusión al curso siguiente con La Salle y el Círculo Mercantil. “Ésa es la base del equipo juvenil que se mantiene en el año 92 como el único del club en competición jugando primero la Liga local”, señala. Porque todos los acontecimientos que derivaron en el naufragio del club en el año 92 y su salvación in extremis por parte de José Ángel Docobo y José Ramón Mato, le cogen desde la barrera. “A mí me llamó Luis Murillo, que fue presidente 20 días, para decirme que iba a seguir entrenando y nunca más supe nada, hasta que recibo ya otra llamada, esta vez de Docobo y Mato, para decirme que se habían hecho cargo del club y si estaba dispuesto a continuar”, narra uno de los momentos clave en la historia de la entidad.

Era una “cálida noche del 30 de septiembre de 1992”, como recuerda Docobo en su libro Cómo resucitamos al Obradoiro CAB, un día en el que, con apenas 22 años, Pepe Martínez no sospechaba, ni de lejos, su nuevo rol en una batalla que acabaría con el Obra en la ACB.