|| La otra jugada ||

Una de entrenadores

La Otra Jugada
Víctor Tobío
ADIÓS Antonio Conte, ya exentrenador del Inter. Foto: Jonathan Moscrop

NUNCA HASTA ahora en la historia reciente del fútbol europeo se había dado el caso de que los titulares de los banquillos de los mejores equipos acabasen cambiando de dueño o estén a punto de hacerlo. Es más, resulta del todo punto sorprendente que los entrenadores que hicieron campeones de Liga en sus respectivos países al Bayern Múnich y al Inter, cada uno por distintas razones, acabaron dando un portazo anunciando su marcha.

El caso más curioso es el de Antonio Conte que llegó al Inter para intentar acabar con la tiranía impuesta estos últimos años por la Juventus, objetivo que consiguió de forma brillante y apenas saboreadas las mieles del triunfo anunció que se iba por serias discrepancias con la directiva que lejos de reforzar el equipo para intentar llegar lejos en la próxima Champions, se propone vender a varios de sus titulares para intentar hacer frente a la falta de ingresos motivados por la maldita pandemia. El nuevo entrenador del equipo del norte de Italia será Simone Inzaghi, un hombre con amplio recorrido en el calcio. Menos llamativo ha sido el despido de Pirlo en la Juventus, pues no ha cubierto unas mínimas expectativas, volviendo a hacerse cargo del cuadro turinés Allegri.

Menos sorprendente pero también llamativa ha sido la salida de Hans Dieter Flick del banquillo del Bayern al que entrenó temporada y media, haciéndolo no solo campeón de la Bundesliga sino también de la Champions League el año pasado. Y su salida, a pesar de su corto pero exitoso bagaje, nos sorprendió porque desde hacía tiempo la prensa germana se venía haciendo eco de las diferencias de criterio que mantenía con al secretario técnico del equipo bávaro, Hasan Salihamidzic, especialmente en el apartado de las renovaciones. Ahora se hará cargo del equipo un hombre joven y que llamó la atención entrenando al RB Leipzig, Julian Nagelsmann, técnico al que tenían en cartera equipos como el Real Madrid o el Barcelona.

Otro hombre que llegó a mitad de temporada al PSG para sustituir al ahora reconocido Thomas Tuchel, proclamado brillantísimo campeón europeo con el Chelsea al que en apenas cuatro meses lo ha convertido en una máquina de jugar al fútbol, Mauricio Pochettino, también está cuestionado y aunque es probable que se mantenga al frente del conjunto parisino, ya hay quien apunta a que no cuenta con el respaldo del secretario técnico, Leonardo Nascimento que ha demostrado tener poca paciencia con los entrenadores y si no que se lo pregunten a Tuchel o al propio Unai Emery, despedidos con cajas destempladas del Paris Saint Germain y que, curiosamente, disputarán este verano la Supercopa de Europa como campeones de la Champions y de la Europa League.

LALIGA. Y para no ser menos que el resto de grandes clubes europeos, aquí, en nuestro país, salvo Simeone que seguirá hasta que él quiera en el banquillo de su Atleti, el Real Madrid se ha encontrado con algo ya conocido por Concha Espina, como fue la marcha de Zinedine Zidane, un hombre que no ha ganado nada esta temporada pero que sí tiene ganado el afecto y el cariño del madridismo. Sin embargo, lo que no ha sucedido en las dos ocasiones anteriores con su marcha, sí ha tenido lugar ahora al hacer pública el francés una carta dando cuenta de las razones por las que abandona el equipo y que no dejan en buen lugar al presidente Florentino Pérez y a su entorno que ya sabemos como se las gasta.

Hasta la fecha al presidente blanco le venía estupendamente el disponer de un hombre que contaba con el beneplácito del madridismo, que hacía en muchas ocasiones de portavoz del club y en otras aguantaba las acometidas externas e internas. Pero de ahora en adelante las miradas de la afición se dirigirán directamente al palco y ya sabemos que eso es algo que le disgusta a un Florentino poco dado a exponerse públicamente. Y para minimizar ese impacto, se apresuró a contratar a Carlo Ancelotti, un viejo conocido de la entidad, muy parecido en su forma de ser a Zidane pero que no goza del carisma del técnico que se acaba de ir.

Otro banquillo especialmente caliente es el del Barcelona, cuyo titular, Ronald Koeman ha tenido que aguantar la humillación de un presidente que no confía en él y al que había pedido un par de semanas de plazo para ver si le encontraba un sustituto. El problema es que el club azulgrana no tiene dinero para despedir al holandés y con qué autoridad continuará en el Camp Nou ante unos jugadores que saben que su jefe no cuenta con la confianza de Joan Laporta.

Y como remate un apunte sobre un técnico al que sus enemigos estaban esperando con la escopeta cargada. Pep Guardiola, que lleva ganados 31 títulos en apenas doce años de carrera como entrenador, perdió la final de la Champions ante un equipo, el Chelsea, que fue superior al City. Pero de ahí a calificar su gestión como de fracaso, media un abismo, entre otras cosas porque las finales solo las pierde el que las juega y negar su categoría como técnico solo se explica si uno se deja llevar por sus propias fobias.