|| La otra jugada ||

Unos Juegos marcados por la polémica

Firmas
Víctor Tobío
Xavi Pascual. Foto: FCB

CON MEDIO mundo pendiente de la Eurocopa de fútbol y de la Copa América que se están celebrando con cierta normalidad a pesar del sobresalto que produjo el percance vivido por el danés Christian Eriksen, ahora todas las miradas se dirigen a Japón donde en poco más de un mes, concretamente el 23 de julio, darán comienzo los Juegos Olímpicos de Tokio que tuvieron que suspenderse el pasado año por la COVID-19 en la confianza de que un año después la pandemia estaría controlada, algo que aún está lejos de suceder. Es más, y aunque es cierto que en los últimos días los casos en el país asiático han remitido bastante, lo cierto es que aún superan los 1.500 diarios.

Recientemente la revista médica británica The Lancet, referente mundial durante toda la pandemia, se ha despachado a gusto con la Organización Mundial de la Salud, organismo al que acusa de dejadez de responsabilidades al tiempo que en su editorial hace un llamamiento a una conversación global sobre qué hacer con los Juegos ya que los mismo podrían conducir a una propagación del virus no solo en Japón, sino también en otros países.

Por si esto fuese poco, en un artículo publicado en el prestigioso New England Journal of Medicine, expertos en salud pública y en enfermedades infecciosas critican por ineficaces las medidas previstas para asegurar los Juegos con el menor riesgo posible, al tiempo que apuntan que la opción más segura sería su cancelación, pero dado que esto no parece posible, también aquí hacen un llamamiento a la OMS para que intervenga, como ya hizo en su día en Río 2016, cuando el peligro era el mosquito Zika.

Además señala al COI para que establezca guías de conducta para las 60.000 personas de más de 200 países que se darán cita en Tokio durante tres semanas, pues el manual de medidas hecho público por los organizadores, entienden que no garantizan que los Juegos Olímpicos se celebren de manera segura.

Criterios sanitarioS. La sociedad nipona, tan cuidadosa en temas de salud, lleva meses manifestándose en contra de la celebración de la Olimpíada, criticando con dureza a los gobernantes y, por extensión, al Comité Olímpico Internacional que lejos de plantearse la cancelación definitiva de los Juegos, está haciendo lo posible y lo imposible porque estos se celebren pues para ellos prima el aspecto económico, en el que se juegan poco menos que su supervivencia, por encima de criterios sanitarios. Hay estudios de opinión que hablan de que un 80 por ciento de los japoneses estaría en contra de la celebración de los Juegos.

Todas estas críticas han llevado al Gobierno japonés, una vez oídas las recomendaciones de los expertos en salud, a estudiar la posibilidad de declarar casi un estado de emergencia en Tokio durante el evento olímpico -se prolongará hasta la clausura del 8 de agosto-. No es esta la primera vez que estos expertos advierten del peligro que supone la llegada de tantas personas al país.

coste HISTÓRICO. Cuando el COI concedió a la capital nipona los Juegos de 2020, el presupuesto estaba fijado en 7.500 millones de dólares que luego se irían hasta los 13.000, cifra que se incrementó en un 22 por ciento, alcanzando los 15.400 millones de dólares debido al retraso de un año y las medidas anti-COVID adoptadas, con lo que ahora mismo estos son los Juegos más caros de la historia, algo por encima de lo que costaron los de Londres 2012 cuyo presupuesto rondó los 14.950 millones debido a sobrecostes en las nuevas construcciones y en reformar las ya existentes.

Así, pues, se entiende que tanto el país organizador como el COI estén interesados en que el mayor acontecimiento deportivo mundial que tiene lugar cada cuatro años, acabe celebrándose para recuperar al menos una parte de los invertido ya que a estas alturas difícil, por no decir imposible, va a resultar el recuperar la totalidad de lo que se lleva invertido.

Ante estas cifras disparatadas, los responsables del Comité Olímpico han pedido a los anfitriones que simplificaran los costes, a lo que respondieron recortando partidas destinadas, sobre todo, a delegaciones participantes, invitados y otros gastos supérfluos cuyo monte total se estima en unos 280 millones de dólares, lo cual apenas cubre una mínima parte del presupuesto previsto inicialmente. De esta forma, los responsables públicos han tenido que echar mano a sus arcas aportando el Gobierno central y el de Tokio 1.700 millones adicionales, además de pedir de las empresas que directa o indirectamente se benefician de los Juegos, que se rascasen los bolsillos, consiguiendo en este apartado otros 3.570 millones, lo que viene a ser una cuarta parte del coste final.

Ahora, de lo que se trata es que los Juegos se celebren dentro de la mayor normalidad posible. Tiempo habrá luego para pedir responsabilidades.