Arden los ánimos y los neumáticos ante el temor por el futuro de Alcoa

La plantilla lucense clama por la ‘marcha atrás’ de Moncloa a actuar expropiando la factoría
Empresas
José Calviño
Un trabajador de Alcoa San Cibrao enciende las barricadas en Xove. Fuente: Efe/Eliseo Trigo

“Goberno, escoita, A Mariña está en loita”. Este grito atronaba el sábado en Xove, Lugo, donde trabajadores de la planta de Alcoa San Cibrao trasladaron sus protestas en su batalla para garantizar que tanto sus empleos, como una actividad estratégica que lleva cuatro décadas desarrollándose en la comarca, sigue teniendo futuro. Para visibilizar su lucha... fuego. Al igual que la plantilla está quemada por la amenaza de despidos que se cierne sobre 524 del millar largo de compañeros, arden los ánimos, porque no aprecian que desde Moncloa cumplan y den pasos hacia la intervención y nacionalización de la amenazada planta.

“Se non hai solución, Goberno dimisión”, coreaban los operarios encargados de producir el aluminio primario gallego, el único que sobrevive en la península, metal no férrico que la multinacional estadounidense pretende erradicar de España.

“Échale huevos, Pedrito, échale huevos”, gritaban, en alusión al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Tampoco se libró el negociador del Ministerio y secretario general de Industria y Pymes. “Raúl, cabrón, apoia a intervención”, le insistían a Blanco, que en los últimos tiempos aprovecha cualquier intervención para, según los trabajadores gallegos, echarse atrás sobre lo prometido y tirar balones fuera sobre una intervención y nacionalización directa. En su día lo publicamos en estas páginas: el Ejecutivo socialista no quiere una nueva expropiación como la de Rumasa, la última en nuestra historia reciente... y que data de 1983, recién estrenado Felipe González como presidente del Gobierno.

Los trabajadores de San Cibrao lo tienen claro: “Enerxía, solución ; a solución, unha intervención”, se desgañitaban. Si la luz hubiese tenido un precio asequible y competitivo para las industrias electrointensivas, como es el caso, no estarían en esta tesitura. Pero el Estatuto prometido por Sánchez sigue sin estar, dos años después, y se le sigue esperando. Mientras, la Xunta declara sector esencial y estratégico a este conjunto de empresas fabriles que gastan más luz que nadie, aunque las competencias sean estatales. “¿Dónde está el estatuto, el estatuto dónde está?” Parecen no saberlo ni en Moncloa. “Ministra Maroto, non nos vendas a moto”, apuntaban.

“Fóra yanquis, pandilla de mangantes”, gritaban mientras ardían las bengalas y los neumáticos en llamas cortaban la carretera autonómica LU-862. “Álvaro Dorado, primeiro ti aó paro”, se referían al actual presidente de Alcoa en España, encargado por la multinacional de liquidar el aluminio primario español.

Detallaban desde Efe que el nuevo corte se realizó en el lugar de O Cruceiro, en las inmediaciones de la conocida como rotonda del Terramar, en el municipio de Xove, sobre cuyos terrenos se asienta una parte del complejo industrial de Alcoa. Allí la Xunta tampoco se libró de los cánticos: “Feijóo, cabrón, apoia a intervención”. Valoran, pero le piden mucho más, al Gobierno autonómico.

Continúan la batalla para que se nacionalice temporalmente la empresa para luego vendérsela al grupo Liberty House, del coloso británico GFG Alliance, interesado en el complejo industrial y para el que tiene planes de futuro.

El propio presidente del comité de empresa, José Antonio Zan, aprovechaba los micrófonos de la Cadena Ser para pedir “responsabilidad” a la propia Alcoa, alegando que debe comprender que pone en peligro el medio de vida de toda una comarca. Claro que la multinacional acaba de cerrar una factoría en su propio país, en pleno Washington, EE.UU., y la de Cervo la tiene ya computada en sus cuentas.

El portavoz de la plataforma que agrupa a las empresas auxiliares, Kike Rocha, insistió en la intervención.

“A Mariña sálvase loitando”. Lo tiene claro y así lo seguirá haciendo la plantilla.