El 71 % de universitarios cree que la pandemia empeoró su salud mental

Investigadores de la USC constatan en una encuesta a casi mil personas que el nivel de estrés de los estudiantes subió durante el confinamiento de 4,97 a 7,98
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ROSA RÍOSSantiago
El confinamiento dejó las calles de Santiago completamente vacías. Foto: Antonio Hernández

Un equipo de investigación de la Universidade de Santiago (USC) constató, a través de una encuesta on-line a 932 estudiantes en abril, seis semanas después de comenzar el confinamiento, que más de siete de cada 10 consideran que su salud mental estaba peor en ese momento que antes de la pandemia. De ellos, uno de cada cinco aseguró sentirse mucho peor. Además, en una escala del 1 al 10, situaron su nivel de estrés pre-COVID en el 4,97, pero que en abril había pasado a 7,98. Al ser preguntados por una palabra para definir la situación, la más empleada fue la de incertidumbre (el 30 %), seguida de agobiante (23,1), estresante (21,1), ansiedad (13,2), tristeza (8,3), angustiosa (6) y preocupante (5,7 por ciento). En cuanto a la emocionalidad, el 80 por ciento era negativa y solo el 4,5 % positiva.

El equipo, encabezado por la profesora Isabel Fraga, identificó la interacción entre los principales factores de estrés a los que estuvo expuesto el alumnado las primeras semanas de la pandemia. También analizó los esfuerzos que hicieron para afrontar esas condiciones estresantes, además de diferentes indicadores de salud y bienestar mental, principalmente ansiedad, irritabilidad, depresión y cambios percibidos en su salud mental.

Detectaron que las estrategias para afrontar la situación que contribuyeron con más eficacia a mitigar el impacto psicológico del estrés fueron las relacionadas con la aceptación de la naturaleza incontrolable de la crisis. El estudio revela que enfocarse en los aspectos positivos de la cuarentena y tratar de tomar medidas para cambiar lo que era controlable, así como establecer una estructura saludable en la vida diaria, fueron clave a la hora de gestionar con eficiencia la pandemia. Además, los hallazgos sugieren que invertir el tiempo en actividades de desconexión o distracción posibilitó un efecto mínimo en la salud psicológica.

“Las estrategias surgen como acciones pro activas que pueden afectar sustancialmente la vivencia de la crisis, abriendo caminos para la inoculación psicológica en el medio de la pandemia de la COVID”, aseguran las investigadoras. En concreto, citan la promoción de habilidades de reencuadre y rutinas saludables como formas potencialmente útiles para desarrollar actitudes resilientes entre el estudiantado universitario, incluso en situaciones de gran incertidumbre y ante la ausencia de referencias temporales externas.