testimonio. María Jesús Refojos, de Vigo, recibió el diagnóstico con 58 años y ahora, tras cumplir sesenta y cinco, se ve esperanzada // El síntoma que tiene es el temblor en su mano izquierda // La rehabilitación es la clave TEXTO Lorena Rey

“El párkinson es un amigo que me vino y lo llevo a todas partes”

Parkinson
Lorena Rey
párkinson María Jesús Refojos tras el estand de una campaña informativa sobre la enfermedad celebrada este lunes 11 de marzo en Vigo.

“Con 58 años comencé a tener temblores en la mano izquierda. Al principio no le di mucha importancia hasta que cuando acudí al médico me dieron el diagnóstico. Era párkinson”, relata la viguesa María Jesús Refojos Santos, que ahora tiene 65 años. Justo el día que recibió la noticia de esta enfermedad que ya asusta con solo nombrarla, coincidió a 13 de abril, dos jornadas más tarde del Día Mundial del Párkinson, que como cada año, se celebra el 11.

Chus siguió trabajando como ama de casa hasta que cumplió los sesenta y cinco y se jubiló. La enfermedad le afectó principalmente en que ahora debe hacer las cosas mucho más despacio. “Si antes hacía una cama en cinco minutos ahora la hago en diez o quince”, asegura. El día a día es por completo diferente pero con la rehabilitación asegura que se va “manteniendo bastante bien, con días mejores y peores claro”.

Tan pronto la vio la neuróloga, ésta le comunicó que era párkinson y le dio el tratamiento. Ya lleva unos años con las mismas pastillas lo que para ella es señal de que va llevándolo bastante bien porque sino la especialista se lo habría aumentado. Hoy en día nota mejoría ya que el temblor fue a menos y tiene mayor movilidad.

Chus acude a la Asociación Párkinson de Vigo para recibir fisioterapia y también acude a clases de gimnasia. Además va a piscina dos días a la a semana a un curso y otros dos por libre. Intenta caminar un poco, aunque no lo hace tanto como antes. “Lo que puedo lo voy haciendo porque me lo impongo. Soy muy cabezona. Trato de tirar para adelante y con una sonrisa, es lo mejor. Siempre digo que es un amigo que me vino y lo llevo conmigo a todas las partes”, se sincera.

El primer contacto con la Asociación fue por casualidad. Cuando iba a piscina conoció un matrimonio que el hombre tenía párkinson y fue el quien le habló de su existencia. Esto fue hace tres años. Además de realiza ejercicio para mejorar su actitud física, el centro le permitió conocer personas en su situación. “Siempre piensas que eres único y te das cuenta de que hay más gente en tu entorno. En la Asociación comentas las cosas con unos y con otros. Los monitores son muy cariñosos y te sientes muy protegida, un punto muy importante. Ves gente peor que tú y eso en un primer momento asusta pero después lo borras de la cabeza y también conoces otros que están como tú o peor. No todos los párkinson son iguales”, destaca.

La depresión es una de los enemigos a batir por el párkinson. Por el momento Refojos no ha sufrido episodios depresivos. “Soy una persona bastante animada y muy habladora y quieras que no eso ayuda mucho”, cuenta. Sí se ha enfrentado a días de altibajos pero asegura que siempre tiene a alguien que empuja de ella en los momentos más difíciles como su hermana o su marido, con el que convive.

la clave, ser positivo. Desde el momento en que recibió el diagnóstico María Jesús se lo tomó como algo con lo que debía convivir. “Cada uno lo coge a su manera y lo vive de una forma. Lo mejor siempre digo que es ser positivo. Si te hundes desde un principio la cosa se complica. Es obvio que puedes tener ese momento cuando te lo dicen pero poco a poco te vas dando cuenta que tienes que vivir. Que no puedes amargarte la vida ni la de la gente que tienes al alrededor”, señala.