Si desde la Edad Media se produjo la pequeña edad del hielo, el despegue de la industrialización provocó el calentamiento global y la intensificación de los fenómenos TEXTO A. Martínez

Temporales como ‘Filomena’ cada vez sucederán con más frecuencia

Los episodios meteorológicos extremos están acortando los llamados período de retorno // En el presente siglo se produjeron tantos como en toda la centuria precedente en Galicia
Meteorología
Alberto Martínez
Operario de la Diputación de Lugo entre la nieve en un vial. Foto: D.Lugo

Si hace poco Filomena nos dejó congelados, igual Gaetan, Hortense o Ignacio, los próximos nombres con los que se denominarán las borrascas invernales por los servicios meteorológicos de Francia, Portugal y España en su territorio, lo superan. Ya no nos acordamos de Gloria, que el 20 de enero de 2020 también pasó de refilón por Galicia con vientos de 100 km/hora que congelaron el interior, y desató una catástrofe en el Levante peninsular. Hasta ahora no eran habitual tantos episodios, pero los períodos de retorno de los inviernos fríos cada vez ser acortan más, al ser un producto colateral del cambio climático.

Así, producto de Filomena, los 13,2º negativos registrados por MeteoGalicia en el concello ourensano de Baltar el pasado viernes día 8 es la cuarta temperatura histórica más baja, igualada con la de la desaparecida estación de Lugo PuntoCentro de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) ubicada en Outeiro de Rei el 17 de febrero de 1983.

De las que haya conocimiento, solo las superan la registrada en el día de Navidad del año 2001 en Monforte de Lemos con 13,3º bajo cero, los 14,4º negativos de Calvos de Randín, de MeteoGalicia, del 19 de enero de 2017, y los 19º bajo cero, constatados por la Aemet en sus archivos, que se soportaron en sendas madrugadas consecutivas de los días 30 y 31 de diciembre de 1970 en Xinzo de Limia. Por añadir un dato, la caída más singular del termómetro en la península llegó a los 32º bajo cero medidos el 3 de febrero de 1956 en el lago Estany-Gento del Pirineo leridano.

Los sucedido en los últimos días son episodios que aparecen cada veinte, treinta o cincuenta años, aunque cada vez se reduce más ese llamado período de retorno. Además la ubicación de Galicia en una esquina cercana al océano es propicia a este tipo de situaciones climáticas adversas, al proceder de forma puntual desde el polo norte corrientes de aire gélido en las capas superiores de la atmósfera, aunque el mar las suaviza.

INTERIOR Y TAMBIÉN COSTA. No obstante, tampoco las urbes cercanas al litoral se escapan de esta influencia. Si bien en el interior, Lugo con temperaturas cercanas a la ya referida en Outeiro de Rei, o los 10º bajo cero del más cercano aeródromo de As Rozas registrados el 23 de diciembre de 2005, y Ourense con 8,6º en su mínimo histórico del día de Navidad de 2001, marcan diferencia, el aeropuerto compostelano de Lavacolla llegó a los 9º bajo cero el 22 de febrero de 1948.

Y tocando el mar Pontevedra en el fondo de su ría registró 3,6º negativos el 27 de enero de 2003, y A Coruña, más abierta y rodeada de agua, llegó hasta los 3º bajo cero el mismo día de la mínima histórica en el aeropuerto de Santiago, en uno de los inviernos más crudos de ese siglo.

En 2014, con motivo del centenario del establecimiento regular de la mediciones en A Coruña su observatorio meteorológico –el central de la Aemet en Galicia–, se editó un libro conmemorativo en el que se aportan no solo su historia sino las características climáticas de Galicia y los fenómenos extraordinarios vividos en esos años.

En el mismo se explica que el litoral autonómico registra temperaturas medias mínimas del orden de los 6º positivos durante el invierno, en tanto que los valores de las zonas montañosas del este de la Comunidad están siempre bajo cero, al igual que zonas al sur de Ourense. Por ello los expertos meteorológicos consideran razonable las mediciones puntuales del termómetro inferiores a los 10º bajo cero, como ha sucedido a principios del mes de enero.

Todo ello en base a los períodos de retorno de 25, 50 y 100 años, tiempo en el que se producen los fenómenos extremos. En estos cálculos destacan Xinzo de Limia con una predicción de una medición puntual negativa de 13º2 cada cien años, de 12.4º cada cincuenta y de 11,5º cada 25. La cercana Allariz los tendría de 11,9º, 11,4º y 10,9º, y la zona de As Rozas en Lugo de 11,1º, 10,6º y 10,0º. Son los puntos en los que hubo registros durante largo tiempo. Otros más montañosos, quizá tengan registros más bajos, pero no consta una estadística de más de 30 años para predecirlos. Pero, por otra parte, cada vez son más habituales.

Así lo confirma el episodio acaecido en el fin de semana del 8 y 10 de enero, con temperaturas por debajo de los 13º negativos, que en los posteriores días aún superaron los 10º bajo cero en algún punto concreto del Concello ourensano de Calvos de Randín, entre Xinzo de Limia y la frontera con Portugal. En ese lugar se llegó hace solo tres años a las 14,4º negativos, como se citó anteriormente.

Así, si en el siglo XX están documentados episodios en 1948, 1971, ó 1983 con gélidas temperaturas en Galicia, la distancia temporal entre ellos se está reduciendo en el actual siglo XXI. Es sin duda, una consecuencia colateral del cambio climático. Y ello implica nevadas copiosas en la montaña, a partir de 500 metros. Pero, en el documentado libro, se señala que si en el Observatorio de A Coruña, a solo 57 metros sobre el mar, la nieve debe ser excepcional, por término medio ya la registra cada cuatro años, aunque no cuaje desde 1987.

FRÍO Y TAMBIÉN CALOR. En el mismo sentido, se puede decir de las más altas del verano, donde las tablas del períodos de retorno, pronostican más de 42º puntualmente precisamente en las mismas zonas de Xinzo de Limia, Allariz o incluso la ciudad de Ourense. O la lluvia que acumula valores anuales superiores a la media principalmente en Rois, pero también en Dodro y Lavacolla en el entorno compostelano, en Fornelos de Montes, A Lama y Peinador, en la provincia de Pontevedra, o en O Carballiño, o Sobrado dos Monxes.

E incluso que en cada temporal que desde el Océano Atlántico azota las costas gallegas nos encontramos con vientos sostenidos de más de 100 km/hora con cierta regularidad, y con medición puntuales en el entorno de los 150 km/horas como norma excepcional. Pero no solo ocurre en el litoral sino en las montañas en especial Os Ancares y Carballeda de Valdeorras. Como dato significativo, la estación de Estaca de Bares midió 229 km/horas el 23 de enero de 2009, en la racha más importante registrada.