“Es importante que los directores de escuelas sean líderes educativos”

Política
María Almodóvar
Carmen Pomar posa ante la cámara de Antonio Hernández en la escalinata del Parlamento de Galicia.

Carmen, ¿cómo se ve la vida al día siguiente de dejar de ser conselleira?

Es un ejercicio de ralentización del ritmo vital como lo fue el de aceleración al pasar de estar impartiendo una clase en un aula universitaria a un despacho oficial. La vida, en cualquier caso, se ve en función de la realidad personal y social que nos toca vivir. Afortunadamente, yo soy una persona con los pies en el suelo y una idea muy clara sobre las etapas que vamos acometiendo en este camino lleno de cruces y laberintos. Como dije en el discurso que pronuncié en el acto del día 7 de septiembre, ante todo, se ve llena de agradecimiento por la gran oportunidad que me brindó el presidente de la Xunta, por las personas con las que compartí tantos momentos, buenos y malos y, sobre todo, por haber podido trabajar en mi gran pasión que es la educación y hacerlo en mi tierra, Galicia.

Nadie estaba preparado para afrontar la pandemia, ¿cómo fueron esos meses, laboral y personalmente hablando?

A partir de marzo toda la hoja de ruta preparada, tanto laboral como personal, se vino abajo para todos, así que en una tarea de tanta responsabilidad como la que tenía entre las manos la fractura fue tremenda, educación funciona con unos plazos muy determinados y con acciones muy sujetas al calendario escolar y a las demandas de los centros. Fueron meses duros a todos los niveles, no obstante, el ser humano tiene una magnífica y sorprendente capacidad de adaptación que ha demostrado en muchos momentos críticos de la historia de la humanidad.

Creo que desde el punto de vista emocional todos fuimos pasando por una serie de etapas muy definibles y defendibles con una perspectiva emocional, desde la negación de la realidad hasta el hundimiento anímico, pasando por subidas y bajadas que nos permitieron subsistir psicológicamente, una gran montaña rusa. He de reconocer que he sido afortunada al no tener a ningún ser querido enfermo de gravedad y creo que en un ejercicio de empatía (competencia socioemocional que me caracteriza) los que más sufrieron fueron los que perdieron a familiares y amigos.

Desde un punto de vista político creo que asistimos a lo que se puede denominar “el experimento prohibido” por haber estado varios meses sometidos al arbitrio de un Gobierno que daba palos de ciego mientras asumía un mando único que nos dejaba a las autonomías en sus redes, a pesar de jugar con una imagen dialogante y democrática.

En cuanto a la gestión educativa, debo reconocer que haber tenido que cerrar las escuelas fue una decisión muy difícil y puso de manifiesto que el sistema educativo formal es uno de los elementos más equitativos de la sociedad y que las escuelas (me gusta más este término que el de centros educativos, a pesar de identificarlo con edades más tempranas) son un factor fundamental en la eliminación de diferencias sociales, económicas y culturales. Es importantísimo reconocer el esfuerzo que la comunidad educativa, en general, desarrolló durante estos meses de confinamiento.

Al haber estado en primera línea, la conoce bien. ¿Siente que la política la ha decepcionado?

Siempre mantuve que la política es el principal escenario para servir a una sociedad, por eso cuando los gobernantes la utilizan en beneficio propio o para sacar brillo a su imagen y se olvidan de los ciudadanos, dejan de lado la esencia misma que deriva del término, utilizan el poder de modo equivocado y deshonesto. Creo que he sido muy afortunada por haber trabajado en un Gobierno regido por un presidente que mantiene esta idea de servicio y para el que Galicia y sus ciudadanos son la gran prioridad, demostrado ha quedado en cuatro legislaturas consecutivas. Encima de la mesa tuve siempre el lema que con su ejemplo nos enseñaba, día a día, “trabajo, trabajo y más trabajo”. Si me sintiese decepcionada, sería incoherente formando parte de un grupo parlamentario con el que me identifico y cuyas ideas comparto.

Sigue vinculada a la política y tiene responsabilidades como diputada en el Parlamento de Galicia. ¿Nos habla de esta legislatura que está empezando? ¿Cuáles son sus retos?

En la línea de lo que comencé a decir en la respuesta anterior, contemplo esta nueva etapa como un aprendizaje más y una nueva oportunidad. He conocido el Ejecutivo de primera mano y me enfrento ahora al trabajo del Legislativo, fundamental y, en ocasiones, infravalorado por la sociedad. Cuando aprendemos, de pequeños, en ciencias sociales, cuáles son los tres poderes no somos conscientes de la importancia de todos y cada uno de ellos en nuestras vidas, los contemplamos ajenos y lejanos, pero, creo, que el más lejano en nuestro quehacer cotidiano parece siempre el Legislativo porque no nos percatamos de la incidencia directa sobre los individuos que formamos una sociedad.

En mi afán de aprender siempre y, sobre todo, de aportar, contemplo este nuevo reto con prudencia, humildad y mucha energía. En todo caso, sigo implicada en actividades que se relacionan con las políticas educativas, la inteligencia emocional, la escuela inclusiva, las necesidades especiales y el desarrollo del talento.

En la medida en que el régimen de compatibilidades me lo permite estoy colaborando puntualmente y de modo desinteresado en encuentros y seminarios para seguir unida a mi pasión, que es la educación, desde el nivel más macro de las políticas educativas a nivel internacional al micro de la eficacia derivada de las intervenciones psicoeducativas en un aula.

Creo, además, que es un momento crítico en el que todos los que defendemos una educación libre, equitativa e inclusiva debemos participar activamente para evitar que se utilice la pandemia para filtrar una ley educativa vaga y superficial, que responde a fines meramente ideológicos sin contemplar medidas de impacto real y constructivo sobre el sistema educativo.

En todo caso, después de esta exposición más centrada en la actividad política y laboral, creo que en este momento el gran reto de todos y cada uno de nosotros ha de ser cuidarnos y cuidar de los nuestros, ser responsables, cívicos y respetuosos con las normas sanitarias.

Hay cierta desafección de la gente joven a la política. ¿Qué le diría?

La mayor parte de mi vida laboral ha estado dedicada a la infancia, la adolescencia y la juventud. He trabajado con niños y adolescentes y he sido profesora universitaria durante casi 20 años, no me gustan los estereotipos y creo que hay jóvenes comprometidos con lo social y con la política. Es cierto que, como manifestaba en una respuesta anterior, cuando el poder político se confunde con el abuso de poder para someter, imponer o enriquecerse uno mismo se provoca un efecto de frustración de expectativas que afecta, fundamentalmente, a los más jóvenes por su concepción idealista y enérgica de la vida, propia del estadio evolutivo en el que están y muy importante para inhibir posibles conformismos y acomodos vitales.

Me gusta la interacción con la juventud y, es más, creo que conecto bien con ellos, en estos dos años de experiencia política he aprendido mucho de la gente joven y he comprobado como el espíritu crítico, el pensamiento divergente y un cierto toque de pose escéptica no están reñidas con la política. He vivido en dos años, nada más y nada menos, que cuatro campañas electorales y he comprobado activismo en la gente joven y activismo sólido y fundamentado.

En todo caso, los que nos dedicamos, de uno y otro modo a la política, tenemos que ser conscientes de la responsabilidad que tenemos de cara a construir un mejor futuro para la gente joven, escuchando sus demandas y fomentando sus ilusiones. Está claro que, dadas las circunstancias, no es esta una tarea fácil con los tiempos que corren.

¿Cree que el profesorado está poco motivado y que se siente poco valorado por el propio gremio y por la sociedad? Yo, particularmente, echo en falta vocaciones.

He trabajado más de 20 años con profesorado gallego, pero también con docentes de otras CCAA e, incluso, extranjeros y no percibo esa desmotivación de la que me habla. Quizás en mi rol de formadora y directora de proyectos educativos siempre he estado en contacto con profesores y profesoras que estaban ávidos de aprender, deseosos de innovar y muy comprometidos con su trabajo. He tenido la suerte de trabajar con verdaderos profesionales de la educación y me siento privilegiada. En todo caso, creo que tenemos dos grandes asignaturas pendientes en el sistema educativo. En primer lugar, la reforma total de la formación inicial del profesorado. Es fundamental adaptar los planes de estudio a la realidad del aula en el siglo XXI, urgente, diría yo. Por otra parte, es importantísima la profesionalización docente, por decirlo de algún modo, se trataría de oficializar el perfil profesional del docente, hay profesorado muy formado y muy experimentado que merece ese reconocimiento y muy cerca, sin necesidad de ir a otros lugares fuera de Galicia, hay personas emprendedoras, innovadoras y expertas en metodologías, recursos y didácticas, deberíamos tener identificadas estas personas y definido su perfil profesional. Uno y otro objetivo contribuirían, sin duda, a esa mayor y mejor valoración del profesorado por parte de la sociedad. En esta línea otro gran objetivo es la formación de líderes educativos y para mí las direcciones de los centros deberían tener esta misión, los directores no pueden ser meros burócratas y, todavía menos, comisarios políticos al servicio de una causa ajena a lo educativo.