Lucía González y Evaristo Mato viven en la Isla Bonita desde hace 16 años // Policía Local y bombero, respectivamente, siguen muy de cerca la erupción del volcán en Cabeza de Vaca// “Jamás pensé que viviría en Canarias esta situación”

“Esto es una gran tragedia para las familias afectadas, lo pierden todo”

Arturo Reboyras
En La palma. Lucía y Evaristo con sus hijos Laura, Sofía y Marcos en la localidad de Breña Baja

Evaristo Mato y Lucía González, naturales de A Estrada, viven en La Palma desde 2005. Esta pareja llegó al archipiélago canario porque él había conseguido un contrato de 15 días como bombero en el aeropuerto de la Isla Bonita, adonde se ha trasladado EL CORREO GALLEGO para informar de cerca sobre la erupción del volcán que explosionó en el suroeste de la isla este domingo.

Las circunstancias hicieron que esta familia gallega se instalara definitivamente aquí, sobre todo a raíz de que ambos aprobaran una oposición, él de bombero y ella de policía local en un municipio canario. En Breña Baja, una localidad cercana a Santa Cruz de La Palma, crearon su hogar. Tienen tres hijos que, pese a su corta edad, en los últimos días han seguido con gran expectación el enjambre sísmico que desembocó en la erupción del volcán situado en la zona conocida como Cabeza de Vaca. EL CORREO ha podido hablar in situ sobre este acontecimiento con la pareja, que sigue muy de cerca la evolución del suceso natural.

“La sensación que se vivía aquí desde hacía días era de incertidumbre y ahora, tras la erupción, también de incredulidad. No nos imaginábamos que fuera tan inminente. En cuanto se encendió el semáforo amarillo de riesgo volcánico nos pusimos alerta y seguimos muy pendientes todo lo que nos indican las autoridades y expertos, siempre manteniendo la calma”, señala Lucía, antes de añadir que durante los días previos a la explosión de magma se percibía un ambiente de normalidad pero también un poco tenso por la información que llegaba sobre la secuencia de pequeños terremotos, que ya hacían pensar que podría producirse la erupción, como finalmente resultó.

“Realmente, no se sabía muy bien la dimensión de la erupción. Existían un montón de informes sobre el enjambre sísmico, pero no se conocía con exactitud cuál podría ser el lugar donde se iba a producir fenómeno”, comenta.

El joven matrimonio reside en la zona este de la isla, justo en el punto opuesto a donde se sitúa el cráter, que suma ya ocho puntos de expulsión de lava y gases. Explican que en su zona se mantiene una cierta normalidad en el día a día, si bien permanecen muy atentos a toda la información que llega a través de los medios y de los organismos oficiales.

“Por lo que pude saber en la zona más afectada se están viviendo momentos de gran tensión y tristeza. Al principio no se presentía que iba a suceder algo grave. Pero esto es una tragedia muy grande. Hay que tener en cuenta que muchas familias están sufriendo mucho porque han perdido sus casas y gran parte de lo que consiguieron en la vida”, sostiene Lucía.

Por otro lado todo apunta a que muchas personas también perderán sus puestos de trabajo, porque la lava estarían afectando ya a grandes plantaciones de plátanos y otras fincas donde trabajaba mucha gente. Protección Civil cifraba a la hora de cierre de esta edición en más de 120 las viviendas afectadas por el río de material volcánico.

En este contexto, incide en la buena labor que están desarrollando los efectivos que participan en el despliegue a la hora de evacuar el perímetro afectado por la erupción y poner a salvo a miles de personas que ahora se encuentran en lugares habilitados por las autoridades canarias para su seguridad.

Al preguntarle cómo llevan los más pequeños de la casa esta situación, explica que trataron de trasmitirle sensación de tranquilidad y sosiego ante un fenómeno de la naturaleza. También en los colegios les están explicando a los niños en qué consiste la erupción de un volcán y les trasladan explicaciones de los expertos sobre un hecho tan singular que en la comunidad autónoma de Canarias no se producía desde 1971, hace justo 50 años, cuando el volcán Teneguía entró en erupción. Entonces estuvo dos meses expulsando lava desde el cráter.

Lucía González quiere lanzar un mensaje de tranquilidad, convencida de que “el volcán está muy vigilado y los expertos siguen muy de cerca la evolución de la erupción”. No obstante confiesa que “jamás pensé que viviría esta situación en La Palma, aunque siempre eres consciente de que los volcanes tienen una cierta actividad”.

La estradense comenta que en la Isla Bonita viven numerosos gallegos, entre los que cuenta algunos amigos que trabajan en la administración pública. También conoce a otros naturales de nuestra comunidad que trabajan en el sector hostelero. Al respecto, indica que desconoce si alguno de ellos se ha visto afectado directamente por la erupción del volcán de Cabeza de Vaca, aunque piensa que no.