duro e incierto futuro por delante. Desde la Fegaes advierten al Gobierno de que sus políticas podrían dejar zonas de sombra en el rural y reducir trabajadores TEXTO Á.P.

“Hay mucha presión para que el sector, en situación difícil, reduzca márgenes”

Duro e incierto futuro por delante
Ángela Precedo
presidente de la fegaes. Julio César López Vázquez. Foto: Commons

Desde que se desencadenó la guerra de Ucrania y las sanciones impuestas por la Unión Europea al Gobierno de Putin pasaron por prescindir del gas ruso, el mercado de los combustibles ha experimentado una volatilidad inédita en su historia, también debido al chantaje que el dictador euroasiático aplica sobre el abundante petróleo que produce su país. El sector, ahogado, no es capaz tan siquiera de hacer previsiones de una semana para otra, pues todo cambia muy rápido.

En medio de tal maremágnun, cabe recordar que fue hace unos dos meses, aproximadamente, cuando los precios de gasolina y gasoil todavía superaban los 2 euros, algo que a muchas estaciones de servicio les costó trasladar a sus precios finales. Para no repercutir las subidas en el consumidor, lo que hicieron fue reducir sus márgenes de beneficio hasta casi dejarlos inexistentes.

En la actualidad, tal y como explica el presidente de la Federación Galega de Estaciones de Servicio (Fegaes), Julio López, “se ha mejorado en algún aspecto, al menos se mejoró durante una temporada, pero el margen de beneficios evoluciona en forma de dientes de sierra, en los que unos días se mejora y otros vuelve a caer”. “La media sí que ha mejorado”, celebra, al menos.

Lo que sí percibe López es que sobre el sector hay mucha presión. “Hay una presión para que vuelvan a reducir márgenes, y esa es una presión muy difícil para un sector en el que algunas estaciones tienen pocos servicios y tecnologías, en el que se ha prolongado todavía el descuento de los 20 céntimos y que tiene gastos añadidos llegados de la Comisión Nacional de la Competencia, que ha elevado mucho los costes”, explica el presidente de la Fegaes.

Así las cosas, prevé que “se nos avecina un futuro de muchos cambios, con mucha incertidumbre”. Para hacerle frente, desde la Federación están terminando el Plan Estratégico, con el que intentarán dinamizar o al menos arrojar un poco de luz sobre cuáles van a ser los cambios futuros e inmediatos que se avecinan, así como otros más a medio e incluso largo plazo. “Pero siendo muy prudentes, porque este ya no es un mercado en el que se pueda ver más allá de tres o cuatro años, porque puede dar un giro tremendo, dependiendo de los productos energéticos que lleguen a predominar”, apunta López.

Por el momento, cree que lo único que pueden hacer es denunciar su difícil situación ante el Gobierno, y darles a conocer una realidad: “Deben tener cuidado con las estaciones más pequeñas del medio rural y también con el personal de las gasolineras, porque estos son dos aspectos que van a estar muy sensibles, llegando a poder encontrar zonas de sombra en el territorio gallego porque las nuevas energías no serán rentables en todas partes, y con una caída sustancial del número de trabajadores, que se va a reducir muchísimo, algo que ya está sucediendo pero que empeorará”.

Más adelante, es consciente de que, “evidentemente tendremos que dar un salto cualitativo y tecnológico, ya tenemos que darlo, y pocos están preparados”. Además, otro gran reto es “acertar”, y “no meter la pata con la energía alternativa que llegue a predominar, porque los que se equivoquen difícilmente van a resistir”. “Casi nada”, resopla, consciente de lo difícil de la situación.

Y por si todo ello fuera poco, se presenta el invierno más incierto de sus vidas. “Hay gente en Madrid con más datos y más experiencia que yo que se ha aventurado a hablar de precios de futuro y, aunque tendrían que acertar, se han pegado unos batacazos tremendos”, recuerda López, que, por ello, prefiere no aventurarse a decir qué sucederá.

Con todo, sí baraja dos posibilidades, por un lado, la escasez de gasoil podría incrementarse y, por ello, subir los precios. Por otro lado, si suben mucho los precios, podría reducirse el consumo, porque menos personas llenasen el coche, lo cuál llevaría a que esos precios volviesen a bajar y se compensase un poco la cosa. “Cualquiera de las dos puede pasar”, concluye, puntualizando que también “todo dependerá del invierno que nos venga, si es más frío o con temperaturas más suaves”.