La policía encaja las últimas piezas del puzzle en el ‘crimen del garaje’ de Vigo

Agentes de la Brigada Central de Homicidios revisan el asesinato de Manuel Salgado en 2004// Tras analizar indicios e interrogar a testigos esperan cerrar la investigación con pruebas para hacer Justicia
Antonio P. Fidalgo
Ana María Fernández

El objetivo es reunir indicios suficientes para inculpar a los principales sospechosos, los instigadores y el autor, del crimen de Manuel Salgado Fernández, asesinado de un certero disparo en la cabeza el 2 de abril de 2004 en un garaje de la céntrica calle Rosalía de Castro de Vigo. Los agentes de un equipo de la Brigada Central de Homicidios, desplazado desde Madrid llevan algo un mes realizando una profunda investigación, tras la decisión del juzgado de reabrir el caso, para conseguir hacer justicia de un crimen que hasta hora quedó impune.

Los agentes de este grupo de élite de la Policía Nacional en una primera fase realizaron un detallado análisis del atestado que se abrió en su día revisando las declaraciones efectuadas por los testigos que figuran en la causa, tras eso acudieron incluso al lugar de los hechos, buscaron en los archivos y se entrevistaron con varias personas relacionadas con el caso.

Incluso tomaron declaración en sede policial a personas vinculadas con el fallecido (entre ellos varios familiares) y con las personas que desde el primer momento fueron consideradas como sospechosas principales de este asesinato. Aunque disponen de plazo, de acuerdo con el auto de reapertura ordenado por el juez Juan Carlos Carballal, titular del juzgado de instrucción número 4 de Vigo, es muy posible que antes de que acabe abril o principios de mayo hallan concluido la última fase de investigación.

Las cosas están bastante claras y los agentes solo esperan que las piezas del puzzle acaben por encajar, bien por que alguno de los testigos modifiquen sus declaraciones iniciales o se desmoronen los pilares sobre los que se asentaron las coartadas de algunos.

Y es que aquí no se barajan otras posibilidades más que la presencia de un sicario que acabó con la vida de Manuel Salgado por encargo o alguien muy conocido por el fallecido realizó él mismo la tarea.

Con esa hipótesis iniciaron sus trabajos los miembros de la Brigada Central de Homicidios y se trata de perfilar los últimos detalles para poder llamar a declarar a los dos principales sospechosos, Marisol Pombo, la exmujer de Manuel Salgado, y Jaime G. Sarandón, quien por aquellas fechas era su pareja. Ellos aún no declararon en esta nueva fase de pesquisas pero no tardarán en hacerlo... si aparecen pruebas o indicios para que eso suceda.

El móvil está claro: un crimen por motivos económicos y ellos dos eran los únicos que se beneficiaron de la muerte de Manuel Salgado. Eso sí que no varía nada con respecto a lo investigado hace 18 años.

RELATO DE LOS HECHOS. “El homicidio de Manuel Salgado requirió que los autores tuvieran conocimiento completo y exacto de los movimientos y horarios de la víctima, tanto por el lugar en que fue asesinado, como por la franja horaria en la que se produjo el hecho”. El atestado inicial que los agentes del Grupo de Homicidios de la Policía Nacional en Vigo fue tan claro como rotundo: a Manuel Salgado Fernández, 56 años el 2 de abril de 2004, le asesinaron en el garaje donde guardaba su coche personas que conocían al dedillo sus rutinas. Alguien le estaba esperando, se acercó por detrás y le pegó a bocajarro dos tiros en la cabeza. A pesar de tratarse de un arma pequeña, las balas eran del calibre 22, la corta distancia desde donde lo hicieron lo mató en el acto.

En el mismo lugar del crimen, tras descubrirse el cadáver, los agentes constataron que no era la primera vez que alguien lo intentaba; el encargado del local les entregó un casquillo idéntico que halló allí mismo dos días antes. Estaba percutido pero por alguna razón no llegó a dispararse.

Las declaraciones iniciales de familiares, amigos y compañeros de trabajo de Manuel Salgado añadieron piezas al puzzle, al menos eso pensaron los policías, que estaban encajando. Uno de ellos dijo que Manuel le había confesado semanas antes que “mi vida tiene fecha de caducidad, como los yogures” y un compañero de trabajo fue más lejos cuando señaló en la dirección que todos imaginaban: “Salgado me dijo que sentía que le estaban vigilando, que su exmujer no pararía hasta completar su amenaza: Te quité todo pero no pararé hasta acabar contigo... verte bajo tierra”.

Un repaso a los archivos dejaba claro que había una persona que iba a beneficiarse con la muerte del hombre que había fundado el conocido Colegio Lar de Vigo, lo encumbró hasta situarlo entre los mejores de Galicia y acabó perdiéndolo todo tras una separación traumática con su exesposa, Marisol Pombo, quien se quedó al frente de la institución y de la importante cantidad de dinero que acumulara en los años previos. Pero aún había algo más, contra la nueva pareja de la mujer, Jaime G. Sarandón, Salgado tenía presentadas en Comisaría varias denuncias por amenazas.

Incluso Marisol estaba pendiente de que su exmarido validase la petición de indulto por una condena de dos años de cárcel que le impuso un juzgado por intromisión ilegítima tras haber contratado a un detective para espiarlo.

Todo parecía tan evidente que los dos fueron detenidos e imputados en la causa. Pero los agentes no consiguieron reunir pruebas sólidas, solo indicios, de su relación con el caso y Marisol y Jaime tenían una coartada que nadie fue capaz de desmontar.

Una parte de la familia de Manuel Salgado (los hijos del matrimonio tomaron partido por la madre tras la separación y ahora están al frente del colegio) pretenden que su muerte no quede en el olvido y aparezcan los culpables. Siguiendo la estela de la hermana y los padres de Déborah Fernández (otro crimen sin resolver) lucharon hasta lograr reactivar el proceso para que se encuentre a los culpables.

El juzgado de Vigo que instruyó el caso ya decidió revisar el sumario y la policía reabrió sus carpetas olvidadas en los archivos para tirar de algún hilo que permita localizar pruebas y aclarar un asesinato con ingredientes propios de un crimen por encargo. El objetivo es aclarar quién apretó el gatillo y quién dio la orden de hacerlo.

Mientras eso ocurre conviene no olvidar que en el juicio celebrado en Vigo con Marisol Pombo como acusada de haberse apropiado de los bienes de su exmarido, celebrado a instancias de una hermana y los sobrinos de Manuel Salgado, un abogado llegó a decir que “el dinero es lo de menos, se la jugaron sentimentalmente, se la jugaron personalmente, se la jugaron laboralmente y al final le pegaron un tiro”.