La vía del tren turístico de A Coruña pasó a mejor vida

Encima se asfaltó una senda para los corredores urbanos en el Paseo Marítimo herculino
Movilidad
Alberto Martínez

Con el inicio del mes de junio empezaron a desaparecer los vestigios del tranvía turístico de A Coruña. La razón, ante la nueva normalidad y la necesidad buscar espacio para separar a los ciclistas de los corredores o los simples peatones en el paseo marítimo herculino, llevó al Gobierno del Concello herculino a asfaltar de un kilómetro y medio de los carriles no usados desde julio de 2011.

Lo del tranvía fue una idea de movilidad quizá mal enfocada. Se quiso recuperar un modo de transporte del pasado siglo en vez de apostar por un moderno metro ligero que a finales del pasado siglo ya se estaba reimplantando en las ciudades importantes, no solo de España sino de toda Europa. En los estados centroeuropeos ya habían logrado permanecer los históricos, que supieron modernizarse, cuando por estos lares se fueron suprimieron hasta que a finales de 1968 el de Vigo, el último, dejó de circular.

La apuesta por un medio sostenible fue en paralelo desde 1948 con los trolebuses en el caso de A Coruña –habían llegado los de dos pisos de Inglaterra poco antes de que dejara de circular el tranvía en 1962– y que seguirían en servicio en la ciudad herculina hasta 1979, y en la línea a Carballo hasta 1981.

Pero en la recuperación del tranvía para el uso turístico ni se acertó en el plan previo detallado de los costes equilibrados para la concesión, ni el proyecto del trazado fue el adecuado. Tan solo se puso en marcha dos años después de inaugurarse el tramo inicial del largo paseo marítimo, en mayo de 1997 desde las cocheras, frente a la Torre de Hércules, hasta las Esclavas, un trayecto que fue ampliado en los meses siguientes hasta O Parrote por Orillamar sumando en total casi 6,3 km líneales, aunque en 4,2 km se instaló vía doble a ambos lados de la calzada mientras el resto fue única.

Se esperaba que funcionando los fines de semana y festivos en el otoño e invierno y de lunes a domingo en la primavera y verano inclkuyendo los primeros días de octubre, al año unos 300.000 pasajeros, sobre todo turistas, lo utilizaran. No obstante, nunca pasó de los 190.000 viajeros, y las deudas se fueron acumulando hasta superar en el total de los años de explotación el millón de euros, cantidad que el Concello abonó a la concesionaria.

Los argumentos para que el tranvía turístico herculino dejará de circular fue un descarrilamiento por el mal estado de la vía en julio de 2011 en la zona del Orzán. En los meses anteriores ya se habían contabilizado unas 23 incidencias leves y, tras un análisis pormenorizado de todo el trazado, se estimó por el Ejecutivo local de entonces que el coste de la reparación subía a 26 millones, el doble que había costado instalarlo catorce años antes. El primer tramo en desaparecer fue el corto de O Parrote hasta el Castillo de San Antón, para construir un vial y aparcamiento subterráneo.

Ahora, el Ejecutivo local precisa que el asfaltado de los carriles del tranvía es provisional y asegura que no implica eliminar la infraestructura. No obstante matiza que esto último dependerá de que haya una decisión acordada sobre la utilidad y rentabilidad de las vías de este medio de transporte. Y a la par ya anticipa que la actuación de tapado de las mismas desde la fuente de los surfistas hasta las Esclavas (1,5 km) se encuentra incluida dentro del plan de renovación del Paseo Marítimo, en el que ya se está redactando el del tramo del Castillo de San Antón hasta Adormideras, que dispone de carrilles para el tranvía turístico.

Todo ello, y que se haya avanzado en la duración y fiabilidad de las baterías para los modernos autobuses eléctricos, hace indicar que ésta va a ser la futura apuesta por la sostenibilidad del transporte público en detrimento del metro ligero, más costoso de implantar. Hace una década era al revés, hubo pruebas con estos autobuses alimentados solo con baterías (no eran híbridos) y no fueran satisfactorias.