Los gallegos ahorran en medio de la COVID a niveles nunca vistos

Galicia roza los noventa mil millones en cuentas, fondos y planes de pensiones // La rentabilidad, bajo mínimos
Ahorro
Santi Riveiro
Quien pudo ahorrar durante la pandemia resguardó recursos que ahora podrían volver al consumo, incluso por medio de compras compulsivas. Foto: S. R.

Al cierre del primer trimestre los gallegos mantenían a buen recaudo unos 90.000 millones de euros en activos líquidos, de cuentas corrientes a depósitos a plazo, pasando por fondos de inversión y planes de pensiones. Ésto supone uno de los mayores volúmenes de ahorro del que se tenga constancia para un arranque de año en nuestra comunidad. El grueso, 73.084 millones –ligeramente por debajo del máximo histórico de 73.188 de finales de 2020– está depositado en bancos, en torno a 10.400 millones en fondos y 3.800 más en inversiones para el retiro.

Si vamos al ahorro confiado directamente a la banca, el menos volátil y seguro hasta los cien mil euros garantizados por partícipe y entidad (a la par que a la cola en rentabilidad), descontados los 3.472 millones en cuentas de las administraciones públicas, contamos con 69.613 millones a repartir entre particulares y empresas gallegas, según los últimos datos del Banco de España. La gran mayoría, 59.140 millones, están en cuentas corrientes o a la vista; los restantes 10.473, a plazo.

Estas cifras prueban que los gallegos siempre hemos sido bastante ahorradores, y ahora con la pandemia mucho más, si cabe: al cierre del primer trimestre de 2020 eran 67.279 los millones en cuentas bancarias, por lo que en un año crecieron en 5.805 o un 8,6 % más. La pregunta sería... ¿ahorramos bien o lo hacemos regulín tirando a mal?

Según Dositeo Amoedo, presidente de la Asociación de Educadores y Planificadores Financieros (AEPF), “desde el punto de vista de nuestra economía personal y familiar, la pandemia hizo que nos mirásemos a nosotros mismos y que nos preguntemos si estamos satisfechos, contentos o seguros de cómo cuidamos nuestros ahorros, si lo podríamos hacer mejor o deberíamos hacerlo de otra forma. Son muchas las consultas y peticiones de información que estamos recibiendo en estos meses en AEPF al respecto, especialmente en casos donde hay alto riesgo de perder el empleo o donde se han producido importantes reducciones de salarios, donde surge una necesidad más imperiosa de ahorrar por motivo precaución”.

Para Alejandra Pérez Peña, delegada territorial de EFPA España en Galicia, la COVID “ha tenido dos impactos diferentes en las prácticas ahorradoras de los gallegos”, pues “si bien la limitación de ciertos gastos generada por el confinamiento habría llevado a un incremento en la bolsa de ahorro teórica en muchos casos, la real ha dependido sustancialmente del impacto por el lado de las expectativas de ingresos en las familias”. Señala que “en los segmentos más afectados por la reducción de ingresos, la tasa de ahorro se ha reducido, viéndose obligados a consumir recursos reservados para el futuro; en cambio, los que han podido asegurar razonablemente sus fuentes de ingresos durante la pandemia sí han generado un ahorro adicional”. La responsable de EFPA Galicia cree que éste “se está enfocando más a un incremento en la demanda de consumo en el corto-medio plazo que a una inversión de previsión a largo plazo”.

Sobre la nueva plusmarca en las cuentas corrientes, a la vista, Dositeo Amoedo es meridianamente claro: “No tiene sentido, y sobre todo a partir de ahora, que la inflación volverá a niveles del 2 o 3 % y la remuneración de la liquidez en cuentas corrientes y fondos monetarios, o inversiones a corto plazo, como depósitos, plazos fijos o fondos de renta fija ofrecerá un rendimiento real que será mucho más negativo”.

¿Qué hacer entonces con todo ese ahorro que se ha generado por no haber podido gastar durante los meses de confinamiento?, Hay que “tratar de evitar el gasto emotivo o compulsivo conforme se reabre la economía y desaparecen las restricciones sanitarias y aprovechar esta pequeña o gran hucha generada para planificar y decidir de forma racional a qué dedicar ese dinero, señala Amoedo.

Para Pérez Peña, “con los tipos de interés en los rangos que se vienen moviendo en los últimos años, y que previsiblemente seguirán en líneas similares, ni los depósitos a la vista ni a plazo han podido ni podrán ofrecer una remuneración que haga que la rentabilidad real, neta de inflación, pueda ser positiva para el ahorrador”. Por eso “no tiene sentido desde el punto de vista financiero que nuestros ahorros estén perdiendo valor día a día”. Cree que el problema es que muchas veces el ahorrador no tiene el conocimiento para “evaluar mejores alternativas” que se ajusten a sus expectativas: “Ahí es donde la educación financiera y los asesores financieros podemos aportar un valor añadido crucial, alega la delegada de EFPA.

Ante esta situación, una alternativa sigue siendo el ladrillo, como refugio. según Amoedo, “el mercado inmobiliario está volviendo a la senda de crecimiento anterior a la pandemia, se puede decir que el COVID lo que ha generado es un shock de inmovilidad inversora temporal, nada más. Ahora bien, desde el punto de vista del inversor particular se ve que ya no se va al sector inmobiliario con tanta ligereza, eso que se decía de “compra un inmueble que nunca pierde valor” se ha visto en la década pasada que no es verdad y “se lo piensan antes de inmovilizar cantidades importantes simplemente para lograr un alquiler tampoco seguro al 100 % siempre”.

El educador financiero cree que “está habiendo cambios de conducta en los compradores de vivienda, apalancando financieramente menos su patrimonio que en años anteriores y con una preferencia creciente por el alquiler, especialmente entre los jóvenes”.

Alejandra Pérez cree que “hay sin duda una recuperación importante en este sector”, pero que “para considerarlo refugio, en contraposición a lo ocurrido en la burbuja previa, se detecta una tendencia hacia lo que podríamos denominar ladrillo prime”. Un tipo de inversión en activos inmobiliarios bien localizados, de calidad y con capacidad de generar rentas muy sobre la media.