Dejes de la tierra en sus cartas y el escudo de armas de Soutomaior

Pontevedra es el único lugar en el mundo donde estaba documentado el apellido ‘Colón’ ya durante el siglo XV
Ángela Precedo

Dentro de su creación, el nombre principal a tener en cuenta es el de Celso García de la Riega, investigador y padre de la teoría sobre la que se asienta ese Cristóbal Colón gallego. Todo comienza “a principios del siglo XX, cuando este personaje histórico detecta varios indicios que acompañan a la hipótesis, basados en pruebas demoledoras, y así sienta los mimbres de que Colón tenía que ser, necesariamente, español, y más concretamente, de la zona de Pontevedra”, explica Costoya.

Sin embargo, él no sería el único investigador en apoyar que el descubridor de América habría sido gallego. Tras él, Beltrán y Rózpide, miembro de la Real Academia de la Historia, apadrinó a De la Riega en su conferencia en la Sociedad Geogáfica en 1898, y publicó un libro titulado ‘¿Cristóbal Colón, genovés?’.

Seguidamente, Constantino Hora y Pardo, perteneciente a las Sociedades Geográficas de Washington y Madrid, publicaría en 1911, en Nueva York, ‘La verdadera cuna de Cristóbal Colón’.

Fernando Antón del Olmet, marqués de Dos Fuentes y profesor de Instituciones Ibéricas en la Facultad de Leyes y Ciencias Políticas de Chile, publicaría en 1910 un interesante estudio sobre ‘La verdadera patria de Cristóbal Colón’, publicado en la revista madrileña ‘España Moderna’.

LIBROS de texto EN LATINOAMÉRICA QUE YA HABLABAN DEL COLÓN GALLEGO. Tal fue el impacto en latinoamérica de la teoría que, a raíz de los descubrimientos de De la Riega y sucesores, aparecieron, tal y como afirma Rodrigo Costoya, “en torno a 1920 y 1930, libros de texto en países iberoamericanos donde se les decía a los niños de esas escuelas que Cristóbal Colón había sido un poderoso noble español de la zona de Galicia”.

ESCRITORES QUE REFORZARON LA HIPÓTESIS EN SUS OBRAS. También numerosos escritores gallegos reforzaron y alimentaron la teoría en sus novelas. Sería el caso de Miguel de Unamuno, Mercedes Vieito Bouza, Joaquín N. Aramburu, Emilia Pardo Bazán, Justo E. Areal, Gaspar Leite Azevedo, Torcuato Luca de Tena o Rodrigo Cota, entre muchos otros.

TRAS CELSO GARCÍA DE LA RIEGA LLEGA ALFONSO PHILIPPOT. Sin embargo, la aportación más importante tras los descubrimientos realizados por De la Riega llegaría en torno a los años 70 del siglo pasado, de la mano del marino mercante e investigador Alfonso Philippot Abeledo, que fue quién no solo apoyó el origen, sino que también descubrió y aportó pruebas de quién había sido en vida Colón: Pedro Madruga, conde de Soutomaior.

Así, teniendo en cuenta todos estos antecedentes, se puede observar la gran repercusión e impacto que tuvo la tesis del Colón gallego desde su mismísimo nacimiento: en la conferencia dada por Celso García de la Riega en la Sociedad Geográfica de Madrid, en torno al año 1897, hace más de 120 años.

una CRUZ DE PIEDRA EN PORTOSANTO y historias vecinales. “En Portosanto, en Poio (Pontevedra), hay una cruz de piedra delante de una casa (el actual Museo de Colón) en la que aparece inscrito: ‘Juan de Colón, 1490’”, indica Rodrigo Costoya, que añade que, “Celso García de la Riega investigó esa cruz y los propios señores mayores de la zona le decían que, efectivamente, aquella era la casa en la que había nacido el descubridor de las Américas, ni más ni menos”. Es decir, “la gente mayor sostenía que, efectivamente, allí naciera Colón”.

DEJES GALLEGOS EN EL IDIOMA DE SUS CARTAS. Partiendo de esos precedentes, De la Riega decide seguir investigando y analiza los escritos de Colón. En ellos, “se da cuenta de que este hablaba un castellano con muchos giros gallego-portugueses”. ¿El motivo? “En esa época, estamos hablando del siglo XV, el gallego y el portugués todavía eran dos idiomas muy entremezclados”, explica Rodrigo Costoya, a lo que suma el hecho de que “aún no había una ortografía unificada por aquel entonces ni del gallego ni del castellano”. De tal manera que, “esos escritos eran propios de alguien que había aprendido a hablar, a leer y a escribir en la zona de Galicia”.

COLÓN habría sido en vida PEDRO MADRUGA. Sería en los años 70 del siglo pasado cuando aparecería en Galicia otro investigador, Alfonso Phillippot, que iría un paso más allá de las evidencias materiales y trataría de buscar realmente a Cristóbal Colón como personaje concreto dentro de la Historia de la comunidad gallega, llegando a la conclusión de que se habría tratado del conde de Soutomaior, en la zona de Pontevedra. Tirando de esos primeros indicios de De la Riega y otros investigadores sucesivos, trató de averiguar más cosas.

CINCO ALMIRANTES EN EL ESCUDO DE ARMAS. “A Colón había gente que lo llamaba Pedro, Pedro Colón, y, en algunos lugares, aparece escrito Almirante Pedro Colón”, apunta Rodrigo Costoya, que asegura que fue eso lo que le llevó precisamente a Phillippot a pensar que podría haberse llamado Cristóbal Pedro Colón. Sigue investigando por esta línea y, tal y como explica el escritor, “se centra en el escudo de Colón, con 5 anclas”. Cada ancla de un escudo, en la Edad Media, se correspondería con un almirante de la familia. De tal manera que, “antes de él, del propio Cristóbal Colón, en su familia tuvo que haber 4 almirantes”. Así, Phillippot comienza a buscar qué familia de la zona de Pontevedra del siglo XV tenía ya a cuatro almirantes antes de Colón. “Descubre que solo hay una: la familia Soutomaior, una de las familias nobles más importantes del sur de Galicia por aquel entonces”, indica.

UNO DE LOS HERMANOS SOUTOMAIOR. Se presentaba el problema de averiguar cuál de los Soutomaior era, ya que todos se conocían históricamente para aquel entonces, estaban identificados y no cuadraban con la descripción buscada. “Hasta que Phillippot llegó a uno, Pedro, que había muerto en extrañas circunstancias justo en el momento en que apareció Colón”, relata Rodrigo Costoya. Ahora faltaba averiguar si ese Pedro tendría motivos para hacerse pasar por muerto y resucitar con una especie de ‘alter ego’; y, efectivamente, sí los tenía.

“Pedro de Soutomaior pasó a la Historia como Pedro Álvarez o Pedro Yáñez de Soutomaior, ya que tuvo varios nombres a lo largo de su vida”. Y es que, como argumenta el profesor Costoya, “primero fue hijo bastardo, luego lo reconoció su padre, conde de Soutomaior, y más tarde su propio hermano para que pudiese heredar su condado”.