MARÍA CADAVAL SAMPEDRO Profesora de Economía Aplicada USC y miembro del Foro Económico de Galicia

“Nada volverá a ser como era antes, pues se abren nuevos paradigmas”

{Ribeira, 1977} Siguiendo con la serie de consultas a los principales economistas de Galicia para tratar de dibujar el futuro que les espera a la comunidad gallega tras la pandemia del coronavirus, contactamos con una de las expertas que más se esfuerza a la hora de divulgar y transmitir al conjunto de la sociedad lo que nos afectan lo que aparentemente son frías cifras. Nada más lejos de la realidad, y menos en medio de la actual crisis del covid-19. Con una visión práctica, sensata y cabal, desde el Foro Económico de Galicia, la Facultade de Ciencias Económicas de la USC, o redes ligadas a la economía aplicada y pública nos aporta multitud de granos de arena.
Economía
José Calviño
María Cadaval es columnista y colabora con varios medios de prensa escrita, radio y TV. Foto: A. Hernández

¿La recuperación será rápida o no?

La recuperación será todo la rápida que el equilibrio entre la evolución sanitaria y la reactivación económica permita. Este balance, en parte objetivo pero también subjetivo, va a estar muy condicionado por el comportamiento del virus, los posibles rebrotes, y por el acierto en las medidas de estímulo que se pongan en marcha por parte de los distintos gobiernos. En cualquier caso, todos los estudios de organismos serios, entre ellos el del Foro Económico de Galicia, indican que la recuperación será incierta y lenta. Con una evidencia: nada volverá ser como era antes, pues se abren nuevos paradigmas.

¿Qué sectores serán más vulnerables ahora y tras la pandemia?

La configuración del tejido productivo español es muy vulnerable a una crisis global de esta envergadura, porque la restricción de movimientos hace que sus efectos se acrecienten. El año pasado entraron en este país más de 80 millones de turistas, pensar en esto hoy es una utopía, incluso para el 2021. Por tanto, hay un primer sector, el turismo, fuertemente dañado que arrastra tras de sí otros servicios con bajo valor añadido, pero con mucha presencia y empleo. También es importante el impacto en el sector del automóvil, que no solo ensambla, sino que extiende su red hacia un conjunto de empresas de componentes que se verán afectadas por la reducción de las ventas dentro y fuera del país, al albur de las alteraciones regulatorias y las guerras comerciales.

¿Y cuáles mejorarán antes?

Más fácil lo tienen las actividades que producen bienes y servicios de alto valor, sobre todo en el ámbito químico y farmacéutico. También se abren oportunidades en el sector primario que vuelve a ponerse en valía y, si se aprovecha la coyuntura para avanzar en su industrialización, servirá de palanca para el crecimiento. Los países van a volver a mirar hacia dentro y a tornarse más autosuficientes y proteccionistas en lo fundamental, lo que va a aproximar los eslabones de las cadenas, que hay que tratar de atraer y retener. Lo primario, sostenible, industrial, digital y con alto valor añadido saldrá reforzado. Otros sectores habrá que reconstruirlos, con todo lo que ello implica.

¿Hasta dónde caerá el empleo y aumentará el paro?

Las predicciones económicas son complejas porque hay mucha incertidumbre. Lo que sí parece claro es que España, después de Italia y Grecia, será de las economías que más sufra en el entorno europeo, como lo está revelando ya la elevada tasa de mortalidad empresarial. La composición del tejido productivo, con más del 95 % de autónomos y microempresas, otorga una capacidad de resiliencia baja ante un mal viento, a lo que si añadimos la composición de un mercado laboral dual e ineficiente, con elevado porcentaje de empleos temporales y grandes carencias digitales y formativas, llevan a augurar niveles de desempleo por encima del 20 % y una lenta recuperación.

Los ERTE y ceses bonificados a los autónomos, ¿son positivos?

En un primer momento fue necesario. Hubo que mantener con respiración asistida al tejido productivo y a sus trabajadores, para que la maquinaria productiva no se parase. Esto es siempre mejor que echar el cierre a la primera de cambio. Pero no se puede pensar en una economía subsidiada durante mucho tiempo, es imprescindible un plan de reactivación que permita ir retirando las medidas de estímulo excepcionales, circunscritas a un corto período de tiempo.

¿De dónde deben llegar dichos estímulos?

Es imprescindible la implicación de Europa. Tanto el Consejo como la Comisión deben ir concretando los planes del día después que impliquen a todos los estados miembros y, ya de paso, aprovechar para avanzar, de manera ordenada y pautada, en la transición energética y digital que se había ralentizado de manera torpe. La inversión en I+D+i, –aunque suene a tópico–, es fundamental. Europa debe recuperar su lugar en la vanguardia digital, donde China tomó la delantera y coloca a sus empresas en el top 25 mundial, donde reina la ausencia de la industria digital europea.

¿Por qué países del norte de la UE con deudas en relación a PIB similares a las de España e Italia son reacios a ayudarnos?

En esta ratio es importante la evolución de la deuda pública, pero también del PIB. Debemos recordar que la zona euro crecía a un ritmo desacelerado a principios de año e Italia estaba en recesión técnica desde 2019. Ahora, con toda la zona euro en recesión, el PIB en caída libre y la deuda creciendo de manera desbocada, los países que lo van a tener más difícil son aquellos que ya partían de una peor situación. España tiene un déficit público estructural próximo al 3 %, que puede elevar el coyuntural al 10 % y una deuda pública que superará con creces el total de su PIB. La ausencia de reformas de calado, abocan al país a seguir acumulando deuda, que solo podrá rebajar en la medida que aumente su productividad. Este es el factor determinante para hacer creíble su economía. Hay que crecer no solo más sino también mejor.