Oubel, Abuín y Abet: los tres ‘monstruos’ gallegos encarcelados en Mansilla no muestran signo alguno de pesadumbre

Coinciden en el mismo penal sin remordimientos los tres peores asesinos de la última década // Dos condenados a prisión permanente y el tercero pendiente de juicio suman seis víctimas// El ‘sádico de Moraña’ tiene una mirada que hiela, el ‘Chicle’ se pasa el día a risas y burlas y el ‘asesino de Valga’ se jacta del triple crimen
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Antonio P. Fidalgo

David Oubel Renedo, el sádico de Moaña, decapitó a sus dos hijas, Candela y Amaia, menores de edad, con una radial; José Enrique Abuín Gey, el Chicle, secuestró, se ensañó, violó, mató y arrojó a un pozo a Diana Quer; y José Luis Abet Lafuente, el asesino de Valga, acabó a tiros con las vidas de su exmujer, Sandra Boquete, ex suegra, María Elena Jamardo y de su ex cuñada, Alba Boquete. Los tres coinciden en la cárcel de Mansilla de las Mulas, en León, y la mayor parte del tiempo lo pasan en el módulo de aislamiento, el destinado a presos de primer grado. Los dos primeros, Oubel y Abuin, con sentencia firme a prisión permanente revisable, mientras que el tercero, Abet, está pendiente de juicio, por lo que de vez en cuando goza de una mayor libertad.

Los tres volvieron a ser noticia en los últimos días por distintos temas. Oubel tras desvelar su exmujer, coincidiendo con el Día Internacional contra la Violencia de Género, las penurias (de todo tipo) que sufren muchas madres a las que les matan sus hijos por venganzas matrimoniales; al Chicle el Tribunal Supremo le cerró la última puerta para conseguir una reducción de pena al rechazar su recurso y confirmar el máximo castigo; y de Abat se conocieron unos audios que envió a amigos en los que, con tremenda frialdad, les contaba que ya estaba tranquilo y respiraba tras matar a tres seres humanos.

Son auténticos monstruos, los peores criminales gallegos en esta última década, que en prisión no han mostrado ni el más mínimo atisbo de arrepentimiento, según pudo comprobar EL CORREO con los testimonios de reclusos que estuvieron con ellos en las cárceles de A Lama y Mansilla. Coinciden en que apenas se relacionan entre sí y que no mantienen contactos más o menos estrechos con otros presos; que son como lobos solitarios enjaulados.

De David Oubel llegan las peores referencias: “Tiene una mirada que hiela la sangre”, recuerdan hasta tres personas distintas que estuvieron con él en prisión. “Anda siempre solo, se cuida mucho, pero evita el contacto con otros y son muchos los que lo evitan a él”, relata uno. “Es un monstruo vengativo que no se arrepiente de lo que hizo”, añade un segundo antes de que sentencie el tercero: “Quería vengarse de su mujer y lo hizo con toda la frialdad”.

Abuín Gey es distinto. “Anda siempre de risas y burlándose de presos y de los funcionarios, a los que muy a menudo desafía”, señala una de las personas consultadas. “Cuando sale al patio lo hace con chulería (sic) y desafiante”, mantiene otra. “Es como si quisiera demostrar que es capaz de todo, incluso dice que ya mató y que si hace falta vuelve a hacerlo”. “No da la impresión de que esté arrepentido del crimen de Diana y presume de la repercusión mediática que tuvo”, recuerda el tercero.

Abet Lafuente, que lleva menos tiempo entre rejas y solo coincidió con una de las fuentes que habló para este periódico, es más discreto, pero no menos frío que los anteriores. “Desde el primer momento que llegó a A Lama no dejó de jactarse de lo que había hecho, insistiendo en que ellas se lo habían buscado”, recuerda. “Eso sí”, añade, “siempre decía que le hacían la vida imposible y que no le dejaban ver a sus hijos. ¿Si volvería a matar? Seguro que sí. Da la impresión de ser de esas personas vengativas y que no perdonan. Muy frío”.

Las fuentes consultadas destacan esa falta de arrepentimiento que muestran y la frialdad con la que están encarando sus largas condenas. Y que si salen volverían a matar a alguien... si se diera el caso.