Al confinamiento y un incendio en la cocina se suma que ahora la plantilla superara los test PCR tras el positivo de un cliente // El local de Bertamiráns sigue extremando las medidas de seguridad // Las brasas echan humo para llevar a la mesa carnes y pescados TEXTO V. Furelos

Asador Vaca Vella abrió después de superar un nuevo obstáculo

Confinamiento
Víctor Furelos
Dos clientes en la terraza del establecimiento con gel y cartelería en la entrada de la zona del mostrador

Germán Mariño ya no sabe que hacer para espantar la mala suerte que parece que se asentó en su casa. Cuando mejor estaba funcionando el restaurante que regenta en al avenida da Peregrina de Bertamiráns, el Asador Vaca Vella se encontró con el confinamiento, poco después con un incendio en la cocina y ahora con el positivo de un cliente que le obligó a cerrar hasta que toda la plantilla superó con éxito el test, lo que le permitió abrir nuevamente las puertas del restaurante este sábado pasado.

La situación que está viviendo el sector ya está siendo muy dura como para tropezar con más inconvenientes. Pero como no hay mal que por bien no venga, en el Vaca Vella pueden presumir de que las medidas que adoptan surgen efecto.

Es un espacio responsable y seguro ya que siguen a rajatabla todas las recomendaciones relacionadas con el covid-19. No escatiman en personal ni en higiene y además la plantilla ejerce a veces de autoridad para obligar a los clientes a cumplir con la normativa.

Lo que sucede en el sector no es ajeno a este establecimiento de Bertamiráns que comprueba como la facturación es un 50% menor que la del año pasado, pero esa proporción no se refleja en el personal. De los seis trabajadores que tenía en plantilla conserva a cinco ya que su prioridad es ofrecer un servicio atento, por lo que no puede prescindir de nadie, máxime cuando parte del personal se dedica a tareas de higiene. El gasto de personal es prácticamente el mismo pero los ingresos ni se acercan a los que se registraban antes de la pandemia.

Si en el confinamiento Germán Mariño se vio obligado a cerrar 82 días, esta pasada semana, y siguiendo el protocolo de Sanidade, ha tenido que estar sin trabajar otros tres días pese a que no ha habido contagio alguno, tal y como demostraron los test de la plantilla. Más pérdidas que sumar a las ya existentes.

Y gracias que el establecimiento es un espacio seguro –dentro de lo que esta pandemia permite utilizar este término–, ya que hay dos metros entre mesa y mesa, todos en el interior del local utilizan mascarilla y hay a disposición de clientes y empleados geles hidroalcohólicos en cada rincón.

Para garantizar la seguridad de sus clientes, el plantel ya se había realizado pruebas PCR el pasado 29 de septiembre porque para Germán Mariño esa clientela, a la que en gran parte ya casi considera familia, es lo más importante. Es la piedra angular de su negocio por delante incluso de la gran calidad de todos los productos que lleva a la mesa.

Se siente arropado por las numerosas muestras de apoyo recibidas, que se convirtieron en un aluvión cuando hace un mes en una noche aciaga se incendió la cocina.

Germán Mariño en ningún momento escondió lo sucedido. “Debémonos ós clientes e non lles podemos mentir. Fixemos comunicacións diarias nas nosas redes sociais para explicarlles o motivo do peche e que só se trataba dun contacto casual, informamos do cumprimento de protocolo de Sanidade por prevención e polo rastreo de contactos dese cliente que estivo no noso local o 4 de outubro. O mellor do noso negocio son sen dúbida os clientes. Levamos catro anos con eles e son a nosa familia”.

Desde ayer el local, que suele tener incluso lista de espera gracias a sus exquisitas carnes a la brasa y sabrosos pescados, está otra vez al servicio de quien quiera disfrutar de una comida de calidad. Porque parece que esta vez sí la responsabilidad tiene premio.