Padres de los desaparecidos en Noia: “Hay que aceptar y volver a sonreír”

El progenitor de Xabier Hurtado está seguro de que “no hay que seguir buscando: sus cuerpos están en mar abierto” // Para la madre de Miguel Quan “es duro no tener un sitio para llorarle”
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Ángela Precedo
Javier Hurtado, el padre de Xabier Hurtado. Foto: ECG

Qué cruel tiene que ser para un padre o una madre ver morir a su hijo, enterrarle y tener que sobrellevar una vida normal que, en el fondo, ya nunca volverá a ser lo mismo. Pero, si a esta desgracia contranatura se le suma el hecho de no saber dónde ha muerto tu hijo ni tener un lugar en el que descansen sus restos al que ir a llorarle, el dolor se hace más intenso e insoportable.

Esto es lo que están viviendo aún a día de hoy, dos meses y medio después de la triste desaparición de dos jóvenes de Noia (A Coruña) tras volcar su kayak mientras navegaban por la ría el pasado 7 de julio, los padres de Miguel Quan y Xabier Hurtado, de 17 y 18 años de edad, dos de las víctimas que el mar gallego se ha cobrado este verano.

Ahora que ya se han detenido las labores de búsqueda, tanto por parte de Salvamento como de Guardia Civil, Protección Civil y grupos de voluntarios, ambas familias se encuentran en un período de aceptación.

Javier Hurtado, padre de Xabier, lo asume de la mejor manera: “ahora toca rehacer la vida, tienes que volver a sonreír, aunque tengas sensación de culpabilidad, porque nadie va a esperar por ti: o sigues, o te vas tú también, y las vidas de los que se quedan y te apoyan valen tanto como la del que se ha ido”, dice.

Sin embargo, Judith Sabana, madre de Miguel, sigue pasándolo muy mal, llorando cada vez que le mencionan el suceso. “No me encuentro nada bien, estoy con psicólogos, pero la incertidumbre de no tener un lugar donde llorar a mi hijo me mata todos los días por dentro; no estoy capacitada para cuidar de mi otro hijo”, relata compungida.

“ESTÁN EN MAR ABIERTO”. “Por mucho que nos digan, sabemos que los cuerpos de nuestros hijos están en mar abierto”, asegura convencido de ello Javier Hurtado. Precisamente, por esta convicción ya “aceptamos” que no valdría de nada volver a la búsqueda, porque “encontrarlos en mar abierto sería un auténtico milagro”, señala.

“El mar se los llevó, y se los llevó ya el primer día, por mucho que nos cuenten, sino ya hubieran aparecido sus cuerpos”, manifiesta. Es por ello que “ya no esperamos ni buscamos, porque ya sabemos que no están aquí”, añade el progenitor.

SE PEINÓ LA RÍA DE ARRIBA A ABAJO. En las labores de búsqueda de los chicos participaron varias embarcaciones de Salvamento Marítimo, Protección Civil, buzos del GEAS, grupos de navalleiros de la cofradía de Porto do Son, helicópteros de la Guardia Civil, drones de la Axencia Galega de Emerxencias (Axega), así como numerosos grupos de voluntarios, amigos y los propios padres, todos ellos volcados, haciendo turnos a diferentes horas y repartiéndose la zona de la ría.

“Hace ya un mes que nosotros entendimos, después de haber participado en primera persona y de estar por la ría 30 días y 30 noches, que ellos no están ahí, por mucho que busquemos un mes, ni dos, ni tres, ni un año”, asegura el padre de Xabier, convencido de que “después de peinar la ría tantas veces, estamos seguros de que ahí no hay nada”. Con todo, la madre de Miguel se muestra dubitativa: “No sé si la búsqueda sería inefectiva, estamos esperando a ver si nos dicen algo más”.

CESE DE LA BÚSQUEDA. “Nosotros el primer mes teníamos esa intención de buscar, de encontrar y de pasar el duelo; pero una vez que vimos a ciencia cierta que no había nada, te asalta esa sensación de vacío, porque lo aceptas, ya no quieres buscar”, asume el padre de Xabier.

Sin embargo, Judith Sabana, tras la paralización de las labores de búsqueda, ha ido a peor. “Yo tengo a mi hijo presente todos los días y se me hace muy dura esa desaparición, me mata por dentro. Cuando despierto miro al cielo y pregunto: ¿dónde estás, hijo?”, relata apesadumbrada.

Ella y Miguel estaban muy unidos, hasta el punto de que el joven mantenía un contacto muy estrecho con su madre vía móvil, preguntando dónde estaba en todo momento.

Cada persona es diferente y cada quién sobrelleva las tragedias a las que le somete la vida de forma diferente. En el caso de Javier Hurtado, para él lo más difícil fue encontrarse de la noche a la mañana ante “una muerte ilógica: un hijo no se muere antes que un padre o una madre”.

LO MÁS DOLOROSO. Por su parte, para la madre de Miguel, lo más doloroso fue “cuando la Policía me entregó la ropa de mi hijo, sus zapatos y sus llaves del coche; mi hijo no iba a ningún lado sin el coche... Ahí fue cuando yo supe que Miguel, de verdad, ya no existía más”, nos dice entre lágrimas.

Pese a todo, ambos coinciden en que lo que peor llevaron y todavía llevan en estos momentos es “no encontrar el cuerpo de nuestros hijos, no tener nada que te certifique visualmente su muerte, teniendo que imaginarla y hacerte la idea”, afirma al respecto el padre de Xabier.

“Por lo menos, si tuviera dónde llorarle estaría mejor”, considera Judith, que ahora mismo se encuentra a tratamiento psicológico y ha dejado a su otro hijo, de 14 años, conviviendo con su abuela, porque “tal y como estoy no me encuentro con fuerzas para cuidar de nadie”.

“No hay novedades, no hay nada, por lo que sólo queda aceptarlo y tirar para delante, intentando rehacer la vida dentro de esto que parece una pesadilla”, explica Javier Hurtado, que añade que “aunque sigas teniendo una sensación extraña, de vacío, de no terminar de creértelo, el mundo te empuja y hay que seguir. No te puedes parar, porque nadie te lo permite, aunque sea hay que seguir en modo automático; o sigues o te vas tú también”.

“Tienes que ser tú el que fabrique la manera de consolarse, de seguir adelante, de animarte y volver a sonreír, que parece que es algo que tienes prohibido, y cuando la gente te mira incluso te despierta sensación de culpabilidad el hacerlo”, argumenta destrozado.

Y, pese a que Judith Sabana en estos momentos sigue aturdida y desconsolada, también es de la opinión de Javier Hurtado, y cree firmemente que “poco a poco saldré de este pozo, aunque nunca se me quitará del corazón ni de la cabeza”. “La vida es así, hay que aceptar”, asegura.

“Suena duro y egoísta decirlo, pero muchas veces necesitas olvidar por un rato”, asevera. “Necesitas hablar de cualquier tontería y distraerte para cambiar el chip, sino la agonía es muy dura”, añade.

GRATITUD POR EL APOYO RECIBIDO. Ni una familia ni la otra ha atravesado sola por todo este proceso. Y es que tanto sus allegados como desconocidos conocedores del suceso y autoridades de la Xunta de Galicia se han volcado para que no pasen este trance en soledad.

“Cada uno se aferra a la gente que le quiere, que sigue ahí dándote una palmadita en la espalda, enviándote un mensajito, y que ya no te dicen nada más porque ya está todo dicho”, afirma Xavier Hurtado, que reconoce que “todo suma, todos los mensajes de gente que no conocemos simplemente dándonos ánimo”. En su opinión, “no hace falta mandar un mensaje de cuatro líneas; muchas veces es mejor un simple guiño que el hablar y que te recuerden de nuevo el tema”.

Aunque para Judith Sabana los mensajes no suponen un consuelo, agradece enormemente “a la juventud, a sus amigos y al presidente de la Xunta de Galicia y al alcalde de Noia, que yo, sinceramente, pensé que me iba a sentir desapoyada en esa tragedia y resultó que no”. “Mi hijo se fue, pero el día en que se le honró tuvo a multitud de gente allí para despedirse de él. Con eso me quedo, con que era un chico muy querido por todos y con sus buenos recuerdos y amigos cercanos, que también estuvieron cerca de mí”, indica en esete sentido.

CONSEJOS PARA PADRES EN SU MISMA SITUACIÓN. “Es un dolor muy fuerte que sólo entiendes cuando pasas por ello; nadie puede comprender lo que es perder a un hijo, pero ese dolor algún día va a acabar y nuestros hijos, pese a que se han ido, perdurarán en nuestros recuerdos”, transmite la madre de Miguel, que cree que “hay que seguir con toda la fuerza que uno pueda”. “Porque si dijese con la fuerza que Dios le dé, estaría mintiendo; Dios no te quita lo más bonito que te da”, balbucea Judith entre lágrimas.

Javier Hurtado, para todos aquellos padres que estén atravesando una situación similar, “les diría lo mismo que digo a mi exmujer, mamá de Javi: la vida de cada persona es tan importante como la del que se ha ido y, si crees que te está viendo, le gustaría que fueses feliz, y si crees que no te está viendo, igualmente lo único que importa es seguir, con lo cual todas las calles llevan al mismo sitio. Es injusto y duro, pero, ¿qué muerte no es injusta y dura?”.